30/03/2013

Sábado Santo



Espero estas trinta e seis horas
Sem saber o que fazer nem que pensar…
Estás aí, eu bem o sei, a repousar
O Teu corpo, a alma, não!
Essa anda como prometido
A visitar os que tinham adormecido
No seio de Abraão.

Ah! E o tempo que anda tão devagar
E eu com tanta pressa de Te ver voltar!

E essa pedra tão grande que não a posso rolar!

E os soldados que não me deixam aproximar!

Tenho esta sublime missão:
Estar aqui a assegurar
Que ninguém Te vai roubar!

Estas trinta e seis horas
Fico aqui a guardar-te
Até à Tua Ressurreição.

ama, Sábado Santo, 2013.03.30

Evangelho do dia e comentário




Tempo Quaresma 
SEMANA SANTA





Evangelho: Lc 24, 1-12 (Vígilia)

1 No primeiro dia da semana, foram muito cedo ao sepulcro, levando os perfumes que tinham preparado.2 Encontraram removida a pedra do sepulcro. 3 Entrando, não encontraram o corpo do Senhor Jesus. 4 Aconteceu que, estando perplexas com isso, eis que apareceram junto delas dois homens com vestidos resplandecentes. 5 Estando elas medrosas e com os olhos no chão, disseram-lhes: «Porque buscais entre os mortos Aquele que está vivo? 6 Ele não está aqui, ressuscitou. Lembrai-vos do que Ele vos disse quando estava na Galileia: 7 Importa que o Filho do Homem seja entregue nas mãos de homens pecadores, e seja crucificado, e ressuscite ao terceiro dia». 8 Então lembraram-se das Suas palavras. 9 Tendo voltado do sepulcro, contaram todas estas coisas aos onze e a todos os outros. 10 As que diziam aos Apóstolos estas coisas eram Maria Madalena, Joana, Maria, mãe de Tiago, e as outras que estavam com elas. 11 Mas estas palavras pareciam-lhes como que um delírio e não lhes deram crédito. 12 Todavia, Pedro levantou-se, correu ao sepulcro e, inclinando-se, viu só os lençóis e retirou-se para casa, admirado com o que sucedera.

Comentário:

Nada do que o Senhor faz é por acaso. Escolheu homens como Apóstolos, aqueles que seriam as colunas da Igreja que fundara mas, as mulheres, não foram esquecidas e tiveram a honra e o privilégio de serem as primeiras a saber da Ressurreição Gloriosa.

Os Filhos de Deus, que somos todos os cristãos, formamos de facto uma família cujo Chefe e Cabeça é Cristo e, como em qualquer família, cada um tem o seu lugar, a sua tarefa, concorrendo para o bem e proveito da mesma família.

Os irmãos não se distinguem em importância ou relevo porque, o Pai de Família, quer a todos por igual.

Cada um terá a sua própria maneira de viver essa vida familiar, com a idiossincrasia própria, e com os olhos postos no exemplo de ‘vem de cima’.

(ama, comentário sobre Lc 24, 1-12, 2013.02.20)

Leitura espiritual para 30 Mar

Não abandones a tua leitura espiritual.
A leitura tem feito muitos santos.
(S. josemariaCaminho 116)


Está aconselhada a leitura espiritual diária de mais ou menos 15 minutos. Além da leitura do novo testamento, (seguiu-se o esquema usado por P. M. Martinez em “NOVO TESTAMENTO” Editorial A. O. - Braga) devem usar-se textos devidamente aprovados. Não deve ser leitura apressada, para “cumprir horário”, mas com vagar, meditando, para que o que lemos seja alimento para a nossa alma.

Para ver, clicar SFF.

Tratado dos actos humanos 75


Questão 18: Da bondade e da malícia dos actos humanos em geral.

Art. 11 ― Se toda circunstância referente à bondade ou à malícia especifica um acto.



(Infra, q. 73, a . 7, IV Sent., dist. XVI, q. 3, a . 2, qª3, De Malo, q. 2, a . 7).

O undécimo discute-se assim. ― Parece que toda circunstância referente à bondade ou malícia especifica um acto.


El “lugar” de Judas 10

Ernesto Juliá Diaz


             Judas pudo abandonar a Cristo sencillamente, como hicieron los que se fueron de su lado ante el anuncio de la Eucaristía, y quizá tantos otros que lo siguieron un tiempo y se alejaron después. No le abandona, y tampoco le niega. En este sentido, Judas no hace una afirmación de ateismo. Podría haber negado a Cristo tranquilamente, y dejarlo.

            Si Judas no hubiera creído en la divinidad de Cristo, no lo habría traicionado. Si Judas hubiera sido consciente de estar delante solamente de un hombre, no hubiera actuado como lo hizo.
            Teológicamente, quizá no sea muy osado afirmar que Judas comporta también una contraprueba de la divinidad de Cristo; y señala el límite de la acción del hombre contra Dios. El hombre puede traicionar a Dios; no puede negarle.
            Por eso Judas es un personaje también molesto para un ateo. Si se hubiera marchado desentendiéndose de la muerte de Cristo, hubiera pasado inadvertido sin más. Al traicionarlo, manifiesta la impotencia del hombre ante Dios: no puede pasar sin hacer referencia a Él; en palabras pobres, el hombre no consigue nunca “quitarse de encima a Dios” y tampoco liberarse del deseo de “apoderarse” de alguna “imagen de Dios”.

            Además de lo señalado hasta ahora, y para seguir tratando de desentrañar el sentido de la traición, hemos de preguntarnos:
            ¿Por qué es glorificado el Señor con la marcha de Judas?
            No ciertamente por alejarse un pecador, ya que Cristo se ha hecho a sí mismo pecado, y su gloria está en que el pecado sea vencido en todo el hombre, en todo hombre; en el arrepentimiento y en la conversión del pecador.         
Glorificado, no en el triunfo de su amor sobre el endurecido corazón del apóstol traidor. Cristo es glorificado en la traición de Judas; porque esta traición ensalza majestuosamente al “traicionado”. ¿En qué sentido?
            Si alcanzamos a responder a la pregunta ¿Por qué lo vende?, quizá lleguemos a penetrar ese “sentido”.
La venta es el último intento de Judas de manejar a Dios, de comprarlo, de convertir a Dios en una mercancía. Y lo vende al Sanedrín, autoridad eclesiástica, espiritual, si se prefiere, contrapuesta a Cristo, y la única verdaderamente llena de sentido hasta ese momento.
            Judas ha podido entregar a Cristo a la autoridad civil acusándole sencillamente de alterar el orden, y alegar, por ejemplo, que ponía en peligro la estabilidad del poder político. No lo hace así, y quizá no sólo por ser los romanos extranjeros no queridos, sino más bien, para aprovechar la oportunidad de vincularse de nuevo al Dios hasta entonces conocido en el ámbito judío, y tal y como lo había conocido en su pueblo; y a las personas que lo representaban según la Ley.

     Judas no rechaza a Cristo. No lo niega, deja de esperar y por consiguiente no lo ama. Vendiéndolo, intenta la plenitud del pecado; como si Dios se pudiese convertir en una mercancía manipulable.
            En esta acción de Judas queda patente también que el mal influye sobre la inteligencia humana, pero no la obnubila. Si el gran pecado de la traición hubiera dominado  la inteligencia de Judas, no habría reaccionado tirando las monedas de la traición sobre el suelo del templo. ¿Por qué lo hace?
Es el momento de la gran soledad de Judas en la tierra. Él ha rechazado a Dios, y ve como su referencia “divina-eclesiástica” lo rechaza a él. Conocido Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre, nadie, tampoco Judas, puede volver a su antigua imagen de Dios.
Judas se convierte en el hombre que, sin Dios, y después de “vender” a Cristo, pierde todas las raíces en el cielo y en la tierra; ya no encuentra “lugar” para él, ni en el cielo ni en la tierra.
Quizá se pueda pensar que ningún suicidio ha sido tan pleno, tan fríamente decidido, tan libremente realizado, y por todo esto, tan lleno de rechazo de Dios, como el de Judas.
            La actuación de Judas, ciertamente, es un hecho que deja patente ante cualquier hombre la inutilidad de pretender reaccionar frívolamente ante la gravedad del pecado.


Ernesto Juliá Diaz, [1] Julio 15, 2009



[1] Ernesto Juliá Díaz (Ferrol, 1934). Abogado y ordenado sacerdote en 1962, su labor pastoral le ha llevado a distintos países del mundo: Italia, donde ha residido desde 1956 hasta 1992, Australia, Filipinas, Taiwan, Kenya, Nigeria, Estados Unidos, Puerto Rico, Inglaterra, Francia, Bélgica, Holanda, Portugal, Suiza. Ha escrito en medios de comunicación italianos y españoles. Colaboró semanalmente en ABC durante ocho años. Ha publicado varios coleccionables en “Mundo Cristiano”. Ha participado en congresos y reuniones de espiritualidad, con profesores de la talla de Giovanni Colombo, Ignacio de la Potterie; Hans Urs von Baltasar, Inos Biffi, José Luis Illanes, Eugenio Corecco, etc. Tiene entre otros libros: Un anhelo de vida y El renacer de cada día. Ensayos y relatos breves además de varios libros de espiritualidad: Reflexiones sobre la Navidad, Cuatro encuentros con Cristo, Con Cristo resucitado. Y algunas ediciones de bolsillo como Josemaría Escrivá: vivencias y recuerdos, Conversiones de un santo, Porque casarse en la Iglesia y Letanías de la Virgen. En el año 2008 publicó también, Confesiones de Judas y La Biblia. Una lectura para cada día del año. En Cobel Ediciones ha publicado recientemente "Anotaciones de un converso. Cronica de un re-encuentro con Dios Padre". "El santo de lo ordinario (san Josemaría Escrivá), "La cita del amanecer. Anotaciones de un cristiano ingenuo". "Pararse a pensar no da dolor de cabeza".

Encherás o mundo de caridade


Não podes destruir, com a tua negligência ou com o teu mau exemplo, as almas dos teus irmãos os homens. – Tens – apesar das tuas paixões! – a responsabilidade da vida cristã dos que te são próximos, da eficácia espiritual de todos, da sua santidade! (Forja, 955)

Longe fisicamente e, contudo, muito perto de todos: muito perto de todos!... – repetias feliz.


Estavas contente, graças a essa comunhão de caridade, de que te falei, que tens de avivar sem cansaço. (Forja, 956)

Perguntas-me o que é que poderias fazer por aquele teu amigo, para que não se encontre sozinho.

Dir-te-ei o que sempre digo, porque temos à nossa disposição uma arma maravilhosa, que resolve tudo: rezar. Primeiro, rezar. E, depois, fazer por ele o que gostarias que fizessem por ti, em circunstâncias semelhantes.

Sem o humilhar, é preciso ajudá-lo de tal maneira que se lhe torne fácil o que lhe é difícil. (Forja, 957)

Põe-te sempre nas circunstâncias do próximo: assim verás os problemas ou as questões serenamente, não terás desgostos, compreenderás, desculparás, corrigirás quando e como for necessário, e encherás o mundo de caridade. (Forja, 958)

Resumos sobre a Fé cristã 67

1. Creio no Espírito Santo 2

1.2. A Missão do Espírito Santo

A Terceira Pessoa da Santíssima Trindade age juntamente com o Pai e Filho, desde o princípio até à consumação do desígnio da nossa salvação; mas nos “últimos tempos”, inaugurados com a Encarnação redentora do Filho, na qual que Ele é revelado e dado, reconhecido e acolhido como Pessoa (cf. Catecismo, 686). Por obra do Espírito, o Filho de Deus tomou carne nas entranhas puríssimas da Virgem Maria. O Espírito ungiu-o desde o início; por isso Jesus Cristo é o Messias desde o início da sua humanidade, quer dizer, desde a própria Encarnação (cf. Lc 1, 35). Jesus Cristo revela o Espírito no seu ensino, cumprindo a promessa feita aos antepassados (cf. Lc 4, 18s), e comunica-O à Igreja nascente, soprando sobre os Apóstolos depois da Ressurreição (cf. Compêndio, 143). No Pentecostes, o Espírito foi enviado para permanecer desde então na Igreja, Corpo místico de Cristo, vivificando-a e guiando-a com os seus dons e com a sua presença. Por isso, também se diz que a Igreja é Templo do Espírito Santo, e que o Espírito Santo é como que a alma da Igreja.

No dia de Pentecostes, o Espírito desceu sobre os Apóstolos e os primeiros discípulos, mostrando com sinais externos a vivificação da Igreja fundada por Cristo. «A Missão de Cristo e do Espírito torna-se a Missão da Igreja, enviada a anunciar e a difundir o mistério da comunhão trinitária» (Compêndio, 144). O Espírito faz entrar o mundo nos “últimos tempos”, no tempo da Igreja.

A animação da Igreja pelo Espírito Santo garante que se aprofunde, se conserve sempre vivo e sem perda tudo o que Cristo disse e ensinou nos dias que viveu na terra até à Ascensão [1; além disso, pela celebração e administração dos sacramentos, o Espírito santifica a Igreja e os fiéis, fazendo com que ela continue sempre a levar as almas para Deus 2.

«Na Trindade indivisível, o Filho e o Espírito são distintos mas inseparáveis porque. De facto, desde o princípio até ao final dos tempos, quando o Pai envia o seu Filho, envia também o Seu Espírito que nos une a Cristo na fé, para, como filhos adoptivos, podermos chamar Deus “Pai” (Rm 8, 15). O Espírito é invisível, mas nós conhecemo-lo através da sua acção quando nos revela o Verbo e quando age na Igreja» (Compêndio, 137).

Miguel de Salis Amaral

Bibliografia:

Catecismo da Igreja Católica, 683-688; 731-741.
Compêndio do Catecismo de la Igreja Católica, 136-146.
João Palo II, Enc. Dominum et Vivificantem, 18-V-1986, 3-26.
João Paulo II, Catequese sobre o Espírito Santo, 8-XII-1989.
São Josemaria, Homilia «O Grande Desconhecido», em Cristo que Passa, 127-138.

Leituras recomendadas:

Catecismo da Igreja Católica, 748-945.
Compêndio do Catecismo da Igreja Católica, 147-193.
São Josemaria, Homilia «Lealdade à Igreja», em Amar a Igreja, Rei dos Livros, Lisboa 1986.

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Notas:
1 Cf. Concílio Vaticano II, Const. Dei Verbum, 8.
2 «A vinda solene do Espírito no dia de Pentecostes não foi um acontecimento isolado.