02/06/2018

Ninguém dá o que não tem


Convence-te: o teu apostolado consiste em difundir bondade, luz, entusiasmo, generosidade, espírito de sacrifício, constância no trabalho, profundidade no estudo, amplitude na entrega, actualização, obediência absoluta e alegre à Igreja, caridade perfeita... Mas ninguém dá o que não tem. (Sulco, 927)

Não o esqueças: convencemos tanto melhor quanto mais convencidos estivermos. (Sulco, 929)

"Não se acende a luz para a pormos debaixo de um alqueire, mas sobre um candeeiro, a fim de que ilumine todos os da casa; assim brilhe a vossa luz diante dos homens, de maneira que vejam as vossas boas obras e glorifiquem o vosso Pai que está nos Céus".

E, no final da sua passagem pela Terra, ordena: "euntes docete", ide e ensinai. Quer que a sua luz brilhe na conduta e nas palavras dos seus discípulos. Nas tuas também. (Sulco, 930)

Que essa ideia do catolicismo é velha e, portanto, inaceitável?... Mais antigo é o Sol, e não perdeu a sua luz; mais arcaica é a água, e ainda tira a sede e refresca! (Sulco, 937)

Alguns não sabem nada de Deus..., porque não lhes falaram d'Ele em termos compreensíveis. (Sulco, 941)

Acredita em mim: normalmente, o apostolado, a catequese, tem de ser capilar: um a um. Cada crente com o seu companheiro mais próximo.

A nós, filhos de Deus, interessam-nos todas as almas, porque nos interessa cada uma delas. (Sulco, 943)

Publicações em 02 Junho

NOTA de AMA:
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Publicações em 02 de Junho 2018:





    Evangelho e comentário


    Tempo comum


    Evangelho: Mc 11, 27-33

    27 Regressaram a Jerusalém e, andando Jesus pelo templo, os sumos-sacerdotes, os doutores da Lei e os anciãos aproximaram-se dele 28e perguntaram-lhe: «Com que autoridade fazes estas coisas? Quem te deu autoridade para as fazeres?» 29 Jesus respondeu: «Também Eu vos farei uma pergunta; respondei-me e dir-vos-ei, então, com que autoridade faço estas coisas: 30 O baptismo de João era do Céu, ou dos homens? Respondei-me.» 31 Começaram a discorrer entre si, dizendo: «Se dissermos ‘do Céu’, dirá: ‘Então porque não acreditastes nele?’ 32 Se, porém, dissermos ‘dos homens’, tememos a multidão.» Porque todos consideravam João um verdadeiro profeta. 33 Por fim, responderam a Jesus: «Não sabemos.» E Jesus disse-lhes: «Nem Eu vos digo com que autoridade faço estas coisas.»

    Comentário:

    Teríamos de fazer um exercício de extraordinária paciência para poder conviver com estes chefes do povo de Israel.
    Pessoas obstinadas, de “vistas curtas”, fechados hermeticamente na observação das leis que eles próprios foram alterando a seu bel-prazer e conveniência.

    Mais nos admira a paciência de Cristo que nunca nega uma resposta mesmo sabendo que, no fundo, esta não interessa aos que fazem as perguntas, mas, evidentemente, compreendemos que o Senhor não lhes responde a eles mas ensina e esclarece quem O escuta.

    Usando de ironia, poderíamos acrescentar que Cristo «não veio chamar os justos mas os pecadores» e, sendo assim, é o povo simples, anónimo, «as ovelhas perdias sem pastor» que merece a Sua atenção e desvelo.

    Seja como for, aqueles que a si mesmos se consideram “justos” nunca poderão acusar o Senhor de os deixar sem resposta.

    (AMA, comentário sobre Mc 11, 27-33, 26.03.2018)


    Leitura espiritual


    LIBRO DE LA VIDA 49 

    Segundo a edição de 1562

    PRÓLOGO


    CAPÍTULO 32

    12. Era esta visión con tan grandes efectos, y de tal manera esta habla que me hacía el Señor, que yo no podía dudar que era El. Yo sentí grandísima pena, porque en parte se me representaron los grandes desasosiegos y trabajos que me había de costar, y como estaba contentísima en aquella casa; que, aunque antes lo trataba, no era con tanta determinación ni certidumbre que sería. Aquí parecía se me ponía apremio y, como veía comenzaba cosa de gran desasosiego, estaba en duda de lo que haría. Mas fueron muchas veces las que el Señor me tornó a hablar en ello, poniéndome delante tantas causas y razones que yo veía ser claras y que era su voluntad, que ya no osé hacer otra cosa sino decirlo a mi confesor, y dile por escrito todo lo que pasaba.

    13. El no osó determinadamente decirme que lo dejase, mas veía que no llevaba camino conforme a razón natural, por haber poquísima y casi ninguna posibilidad en mi compañera, que era la que lo había de hacer. Díjome que lo tratase con mi prelado, y que lo que él hiciese, eso hiciese yo.

    Yo no trataba estas visiones con el prelado, sino aquella señora trató con él que quería hacer este monasterio. Y el provincial vino muy bien en ello, que es amigo de toda religión, y diole todo el favor que fue menester, y díjole que él admitiría la casa. Trataron de la renta que había de tener. Y nunca queríamos fuesen más de trece por muchas causas.

    Antes que lo comenzásemos a tratar, escribimos al santo Fray Pedro de Alcántara todo lo que pasaba, y aconsejónos que no lo dejásemos de hacer, y dionos su parecer en todo.

    14. No se hubo comenzado a saber por el lugar, cuando no se podrá escribir en breve la gran persecución que vino sobre nosotras, los dichos, las risas, el decir que era disparate. A mí, que bien me estaba en mi monasterio. A la mi compañera tanta persecución, que la traían fatigada. Yo no sabía qué me hacer. En parte me parecía que tenían razón.

    Estando así muy fatigada encomendándome a Dios, comenzó Su majestad a consolarme y a animarme. Díjome que aquí vería lo que habían pasado los santos que habían fundado las Religiones; que mucha más persecución tenía por pasar de las que yo podía pensar; que no se nos diese nada. Decíame algunas cosas que dijese a mi compañera; y lo que más me espantaba yo es que luego quedábamos consoladas de lo pasado y con ánimo para resistir a todos. Y es así que de gente de oración y todo, en fin, el lugar no había casi persona que entonces no fuese contra nosotras y le pareciese grandísimo disparate.

    15. Fueron tantos los dichos y el alboroto de mi mismo monasterio, que al Provincial le pareció recio ponerse contra todos, y así mudó el parecer y no la quiso admitir. Dijo que la renta no era segura y que era poca, y que era mucha la contradicción. Y en todo parece tenía razón. Y, en fin, lo dejó y no lo quiso admitir.

    Nosotras, que ya parecía teníamos recibidos los primeros golpes, dionos muy gran pena; en especial me la dio a mí de ver al Provincial contrario, que, con quererlo él, tenía yo disculpa con todos. A la mi compañera ya no la querían absolver si no lo dejaba, porque decían era obligada a quitar el escándalo.

    16. Ella fue a un gran letrado muy gran siervo de Dios, de la Orden de Santo Domingo, a decírselo y darle cuenta de todo. Esto fue aun antes que el Provincial lo tuviese dejado, porque en todo el lugar no teníamos quien nos quisiese dar parecer. Y así decían que sólo era por nuestras cabezas. Dio esta señora relación de todo y cuenta de la renta que tenía de su mayorazgo a este santo varón, con harto deseo nos ayudase, porque era el mayor letrado que entonces había en el lugar, y pocos más en su Orden. Yo le dije todo lo que pensábamos hacer y algunas causas. No le dije cosa de revelación ninguna, sino las razones naturales que me movían, porque no quería yo nos diese parecer sino conforme a ellas.

    El nos dijo que le diésemos de término ocho días para responder, y que si estábamos determinadas a hacer lo que él dijese. Yo le dije que sí; mas aunque yo esto decía y me parece lo hiciera (porque no
    veía camino por entonces de llevarlo adelante), nunca jamás se me
    quitaba una seguridad de que se había de hacer. Mi compañera tenía más fe; nunca ella, por cosa que la dijesen, se determinaba a dejarlo.

    17. Yo, aunque como digo me parecía imposible dejarse de hacer, de tal manera creo ser verdadera la revelación, como no vaya contra lo que está en la Sagrada Escritura o contra las leyes de la Iglesia que somos obligadas a hacer. Porque, aunque a mí verdaderamente me parecía era de Dios, si aquel letrado me dijera que no lo podíamos hacer sin ofenderle y que íbamos contra conciencia, paréceme luego me apartara de ello o buscara otro medio. Mas a mí no me daba el señor sino éste.

    Decíame después este siervo de Dios que lo había tomado a cargo con toda determinación de poner mucho en que nos apartásemos de hacerlo, porque ya había venido a su noticia el clamor del pueblo, y también le parecía desatino, como a todos, y en sabiendo habíamos ido a él, le envió a avisar un caballero que mirase lo que hacía, que no nos ayudase. Y que, en comenzando a mirar en lo que nos había de responder y a pensar en el negocio y el intento que llevábamos y manera de concierto y religión, se le asentó ser muy en servicio de Dios, y que no había de dejar de hacerse.

    Y así nos respondió nos diésemos prisa a concluirlo, y dijo la manera y traza que se había de tener; y aunque la hacienda era poca, que algo se había de fiar de Dios; que quien lo contradijese fuese a él, que él respondería. Y así siempre nos ayudó, como después diré.

    18. Con esto fuimos muy consoladas y con que algunas personas santas, que nos solían ser contrarias, estaban ya más aplacadas, y algunas nos ayudaban.

    Entre ellas era el caballero santo, de quien ya he hecho mención,que, como lo es y le parecía llevaba camino de tanta perfección, por ser todo nuestro fundamento en oración, aunque los medios le parecían muy dificultosos y sin camino, rendía su parecer a que podía ser cosa de Dios, que el mismo señor le debía mover.

    Y así hizo al maestro, que es el clérigo siervo de Dios que dije que había hablado primero, que es espejo de todo el lugar, como persona que le tiene Dios en él para remedio y aprovechamiento de muchas almas, y ya venía en ayudarme en el negocio.

    Y estando en estos términos y siempre con ayuda de muchas oraciones y teniendo comprada ya la casa en buena parte, aunque pequeña...; mas de esto a mí no se me daba nada, que me había dicho el Señor que entrase como pudiese, que después yo vería lo que Su majestad hacía. ¡Y cuán bien que lo he visto! Y así, aunque veía ser poca la renta, tenía creído el Señor lo había por otros medios de ordenar y favorecernos.

    SANTA TERESA DE JESÚS O DE ÁVILA

    Temas para reflectir e meditar

    Corpus Christi 


    A solenidade do Corpus Christi merece uma menção particular como acto público tributado a Cristo presente na Eucaristia (...). 
    A Igreja e o mundo têm uma grande necessidade do culto eucarístico. 
    Jesus espera-nos neste sacramento do Amor. 
    Não poupemos tempo para ir encontrá-Lo na contemplação cheia de fé e aberta a reparar as graves faltas e delitos do mundo. 
    Não cesse nunca a nossa adoração.

    (SÃO JOÃO PAULO IICart. Dominicae Cenae, 1980.02.24, 3)

    El reto del amor




    VIVE DE CRISTO®Dominicas de Lerma

    Perguntas e respostas


    A ÉTICA

    B. OS PRINCÍPIOS ÉTICOS

    5. Que princípios éticos ajudam a descobrir o bem?

    Os seis princípios citados ajudam a descobrir o bem, mas principalmente os princípios 2º, 3º e 4º:

    Não queiras para outro o que não queres para ti.

    - O primeiro princípio indica que o bem deve fazer-se.

    Este segundo princípio clarifica que o bem se deve fazer a todos e, para que não haja enganos, põe como orientação o bem que cada um deseja a si mesmo. É um grande princípio ético. Subentende-se que uma pessoa deseja o bem para si mesmo.

    Não actues contra a natureza humana.

    - Este princípio é consequência dos dois primeiros. O bem deve fazer-se e o mal evitar-se, portanto, não se deve actuar contra o modo de ser humano. (Pode ver-se lei natural).

    Deve-se favorecer a dignidade humana.

    - Outra consequência dos dois primeiros princípios. Quem favorece a dignidade humana faz um bem aos homens e portanto, actua correctamente.

    É outro princípio ético que ajuda bastante a acertar no comportamento correcto.

    Pequena agenda do cristão

    SÁBADO



    (Coisas muito simples, curtas, objectivas)



    Propósito:
    Honrar a Santíssima Virgem.

    A minha alma glorifica o Senhor e o meu espírito se alegra em Deus meu Salvador, porque pôs os olhos na humildade da Sua serva, de hoje em diante me chamarão bem-aventurada todas as gerações. O Todo-Poderoso fez em mim maravilhas, santo é o Seu nome. O Seu Amor se estende de geração em geração sobre os que O temem. Manifestou o poder do Seu braço, derrubou os poderosos do seu trono e exaltou os humildes, aos famintos encheu de bens e aos ricos despediu de mãos vazias. Acolheu a Israel Seu servo, lembrado da Sua misericórdia, como tinha prometido a Abraão e à sua descendência para sempre.

    Lembrar-me:

    Santíssima Virgem Mãe de Deus e minha Mãe.

    Minha querida Mãe: Hoje queria oferecer-te um presente que te fosse agradável e que, de algum modo, significasse o amor e o carinho que sinto pela tua excelsa pessoa.
    Não encontro, pobre de mim, nada mais que isto: O desejo profundo e sincero de me entregar nas tuas mãos de Mãe para que me leves a Teu Divino Filho Jesus. Sim, protegido pelo teu manto protector, guiado pela tua mão providencial, não me desviarei no caminho da salvação.

    Pequeno exame:

    Cumpri o propósito que me propus ontem?