14/06/2018

Um encontro pessoal com Deus

Quando o receberes, diz-lhe: – Senhor, espero em Ti; adoro-te, amo-te, aumenta-me a fé. Sê o apoio da minha debilidade, Tu, que ficaste na Eucaristia, inerme, para remediar a fraqueza das criaturas. (Forja, 832)

Creio que não vou dizer nada de novo, se afirmar que alguns cristãos têm uma visão muito pobre da Santa Missa e que ela é para muitos um mero rito exterior, quando não um convencionalismo social. Isto acontece, porque os nossos corações, de si tão mesquinhos, são capazes de viver com rotina a maior doação de Deus aos homens. Na Santa Missa, nesta Missa que agora celebramos, intervém de um modo especial, repito, a Trindade Santíssima. Para corresponder a tanto amor, é preciso que haja da nossa parte uma entrega total do corpo e da alma, pois vamos ouvir Deus, falar com Ele, vê-Lo, saboreá-Lo. E se as palavras não forem suficientes, poderemos cantar, incitando a nossa língua – Pange, lingua! – a que proclame, na presença de toda a Humanidade, as grandezas do Senhor.

Viver a Santa Missa é manter-se em oração contínua, convencermo-nos de que, para cada um de nós, este é um encontro pessoal com Deus, em que O adoramos, O louvamos, Lhe pedimos, Lhe damos graças, reparamos os nossos pecados, nos purificamos e nos sentimos uma só coisa em Cristo com todos os cristãos. (Cristo que passa, nn. 87–88)

Temas para reflectir e meditar

Vida corrente

O crescimento da fé e da vida cristã, e mais no contexto adverso em que vivemos, necessita de um esforço positivo e um exercício de liberdade pessoal permanente. 
Este esforço começa pela estima da própria fé como o mais importante da nossa vida. 
A partir desta estima nasce o interesse por conhecer e praticar quanto se contém na fé em Deus e no seguimento de Cristo no contexto complexo e variado de vida real de todos os dias.

(Conf. Episc. Esp., Testemonios de Dios vivo, 1985.06.28, 29, trad ama)

Evangelho e comentário


Tempo comum


Evangelho: Mt 5, 20-26

20 Porque Eu vos digo: Se a vossa justiça não superar a dos doutores da Lei e dos fariseus, não entrareis no Reino do Céu.» 21 «Ouvistes o que foi dito aos antigos: Não matarás. Aquele que matar terá de responder em juízo. 22 Eu, porém, digo-vos: Quem se irritar contra o seu irmão será réu perante o tribunal; quem lhe chamar ‘imbecil’ será réu diante do Conselho; e quem lhe chamar ‘louco’ será réu da Geena do fogo. 23 Se fores, portanto, apresentar uma oferta sobre o altar e ali te recordares de que o teu irmão tem alguma coisa contra ti, 24 deixa lá a tua oferta diante do altar, e vai primeiro reconciliar-te com o teu irmão; depois, volta para apresentar a tua oferta. 25 Com o teu adversário mostra-te conciliador, enquanto caminhardes juntos, para não acontecer que ele te entregue ao juiz e este à guarda e te mandem para a prisão. 26 Em verdade te digo: Não sairás de lá até que pagues o último centavo.»

Comentário:

Vem Jesus Cristo, neste texto de São Mateus, como que a "preparar o terreno" para o que será o Mandamento Novo.

O amor ao próximo é inseparável do amor a Deus ou, por outras palavras, não é possível amar a Deus sem amar o próximo.

Este mandamento é - se se me permite a expressão - absolutamente lógico porque sendo os homens TODOS filhos de Deus, pertencendo à Família Divina, não se concebe que não se amem entre si.

Do amor nasce a união e o Senhor quer que sejamos Um como Ele e o Pai são UM!

(AMA, comentário sobre Mt 5, 20-26, 10.03.2017)


Leitura espiritual


LIBRO DE LA VIDA 61 


Segundo a edição de 1562


PRÓLOGO



CAPÍTULO 38

18. Esta misma visión he visto otras tres veces. Es, a mi parecer, la más subida visión que el Señor me ha hecho merced que vea, y trae consigo grandísimos provechos. Parece que purifica el alma en gran manera, y quita la fuerza casi del todo a esta nuestra sensualidad. Es una llama grande, que parece abrasa y aniquila todos los deseos de la vida; porque ya que yo, gloria a Dios, no los tenía en cosas vanas, declaróseme aquí bien cómo era todo vanidad, y cuán vanos, y cuán vanos son los señoríos de acá. Y es un enseñamiento grande para levantar los deseos en la pura verdad. Queda imprimido un acatamiento que no sabré yo decir cómo, mas es muy diferente de lo que acá podemos adquirir. Hace un espanto al alma grande de ver cómo osó, ni puede nadie osar, ofender una majestad tan grandísima.

19. Algunas veces habré dicho estos efectos de visiones y otrascosas, mas ya he dicho que hay más y menos aprovechamiento; de ésta queda grandísimo.

Cuando yo me llegaba a comulgar y me acordaba de aquella majestad grandísima que había visto, y miraba que era el que estaba en el Santísimo Sacramento (y muchas veces quiere el Señor que le vea en la Hostia), los cabellos se me espeluzaban, y toda parecía me aniquilaba. ¡Oh Señor mío! Mas si no encubrierais vuestra grandeza, ¿quién osara llegar tantas veces a juntar cosa tan sucia y miserable con tan gran majestad? ¡Bendito seáis, Señor!

Alaben os los ángeles y todas las criaturas, que así medís las cosa con nuestra flaqueza, para que, gozando de tan soberanas mercedes, no nos espante vuestro gran poder de manera que aun no las osemos gozar, como gente flaca y miserable.

20. Podríanos acaecer lo que a un labrador, y esto sé cierto que pasó así; hallóse un tesoro, y como era más que cabía en su ánimo, que era bajo, en viéndose con él le dio una tristeza, que poco a poco se vino a morir de puro afligido y cuidadoso de no saber qué hacer de él. Si no le hallara junto, sino que poco a poco se le fueran dando y sustentando con ello, viviera más contento que siendo pobre, y no le costara la vida.

21. ¡Oh riqueza de los pobres, y qué admirablemente sabéis sustentar las almas y, sin que vean tan grandes riquezas, poco a poco se las vais mostrando!

Cuando yo veo una majestad tan grande disimulada en cosa tan poca como es la Hostia, es así que después acá a mí me admira sabiduría tan grande, y no sé cómo me da el Señor ánimo ni esfuerzo para llegarme a El; si El, que me ha hecho tan grandes mercedes y hace, no me le diese, ni sería posible poderlo disimular, ni dejar de decir a voces tan grandes maravillas. ¿Pues qué sentirá una miserable como yo, cargada de abominaciones y que con tan poco temor de Dios ha gastado su vida, de verse llegar a este Señor de tan gran majestad cuando quiere que mi alma le vea?

¿Cómo ha de juntar boca, que tantas palabras ha hablado contra el mismo Señor, a aquel cuerpo gloriosísimo, lleno de limpieza y de piedad? Que duele mucho más y aflige al alma, por no le haber servido, el amor que muestra aquel rostro de tanta hermosura con una ternura y afabilidad, que temor pone la majestad que ve en El.

Mas ¿qué podría yo sentir dos veces que vi esto que diré?.

22. Cierto, Señor mío y gloria mía, que estoy por decir que, en alguna manera, en estas grandes aflicciones que siente mi alma he hecho algo en vuestro servicio. ¡Ay... que no sé qué me digo..., que casi sin hablar yo, escribo ya esto!; porque me hallo turbada y algo fuera de mí, como he tornado a traer a mi memoria estas cosas.

Bien dijera, si viniera de mí este sentimiento, que había hecho algo por Vos, Señor mío. Mas, pues no puede haber buen pensamiento si Vos no le dais, no hay qué me agradecer. Yo soy la deudora, Señor, y Vos el ofendido.

23. Llegando una vez a comulgar, vi dos demonios con los ojos del alma, más claro que con los del cuerpo, con muy abominable figura.

Paréceme que los cuernos rodeaban la garganta del pobre sacerdote, y vi a mi Señor con la majestad que tengo dicha puesto en aquellas manos, en la Forma que me iba a dar, que se veía claro ser ofendedoras suyas; y entendí estar aquel alma en pecado mortal.

¿Qué sería, Señor mío, ver vuestra hermosura entre figuras tan abominables? Estaban ellos como amedrentados y espantados delante de Vos, que de buena gana parece que huyeran si Vos los dejarais ir. Diome tan gran turbación, que no sé cómo pude comulgar, y quedé con gran temor, pareciéndome que, si fuera visión de Dios, que no permitiera Su Majestad viera yo el mal que estaba en aquel alma. Díjome el mismo Señor que rogase por él, y que lo había permitido para que entendiese yo la fuerza que tienen las palabras de la consagración, y cómo no deja Dios de estar allí por malo que sea el sacerdote que las dice, y para que viese su gran bondad, cómo se pone en aquellas manos de su enemigo, y todo para bien mío y de todos.

Entendí bien cuán más obligados están los sacerdotes a ser buenos que otros, y cuán recia cosa es tomar este Santísimo Sacramento indignamente, y cuán señor es el demonio del alma que está en pecado mortal. Harto gran provecho me hizo y harto conocimiento me puso de lo que debía a Dios. Sea bendito por siempre jamás.

24. Otra vez me acaeció así otra cosa que me espantó muy mucho.

Estaba en una parte adonde se murió cierta persona que había vivido harto mal, según supe, y muchos años; mas había dos que tenía enfermedad y en algunas cosas parece estaba con enmienda.

Murió sin confesión, mas, con todo esto, no me parecía a mí que se había de condenar. Estando amortajando el cuerpo, vi muchos demonios tomar aquel cuerpo, y parecía que jugaban con él, y hacían también justicias en él, que a mí me puso gran pavor, que con garfios grandes le traían de uno en otro. Como le vi llevar a enterrar con la honra y ceremonias que a todos, yo estaba pensando la bondad de Dios cómo no quería fuese infamada aquel alma, sino que fuese encubierto ser su enemiga.

25. Estaba yo medio boba de lo que había visto. En todo el Oficio no vi más demonio. Después, cuando echaron el cuerpo en la sepultura, era tanta la multitud que estaban dentro para tomarle, que yo estaba fuera de mí de verlo, y no era menester poco ánimo para disimularlo.

Consideraba qué harían de aquel alma cuando así se enseñoreaban del triste cuerpo. Pluguiera al Señor que esto que yo vi -¡cosa tan espantosa!- vieran todos los que están en mal estado, que me parece fuera gran cosa para hacerlos vivir bien.

Todo esto me hace más conocer lo que debo a Dios y de lo que me ha librado. Anduve harto temerosa hast` que lo traté con mi confesor, pensando si era ilusión del demonio para infamar aquel alma, aunque no estaba tenida por de mucha cristiandad. Verdad es que, aunque no fuese ilusión, siempre me hace temor que se me acuerda.

26. Ya que he comenzado a decir de visiones de difuntos, quiero decir algunas cosas que el Señor ha sido servido en este caso que vea de algunas almas. Diré pocas, por abreviar y por no ser necesario, digo, para ningún aprovechamiento.

Dijéronme era muerto un nuestro Provincial que había sido, (y cuando murió, lo era de otra Provincia), a quien yo había tratado y debido algunas buenas obras. Era persona de muchas virtudes.

Como lo supe que era muerto, diome mucha turbación, porque temí su salvación, que había sido veinte años prelado, cosa que yo temo mucho, cierto, por parecerme cosa de mucho peligro tener cargo de
almas, y con mucha fatiga me fui a un oratorio. Dile todo el bien que
había hecho en mi vida, que sería bien poco, y así lo dije al Señor que supliesen los méritos suyos lo que había menester aquel alma para salir de purgatorio.

27. Estando pidiendo esto al Señor lo mejor que yo podía, parecióme salía del profundo de la tierra a mi lado derecho, y vile subir al cielo con grandísima alegría. El era ya bien viejo, mas vile de edad de treinta años, y aun menos me pareció, y con resplandor en el rostro. Pasó muy en breve esta visión; mas en tanto extremo quedé consolada, que nunca me pudo dar más pena su muerte, aunque veía fatigadas personas hartas por él, que era muy bienquisto. Era tanto el consuelo que tenía mi alma, que ninguna cosa se me daba, ni podía dudar en que era buena visión, digo que no era ilusión.

Había no más de quince días que era muerto. Con todo, no descuidé de procurar le encomendasen a Dios y hacerlo yo, salvo que no podía con aquella voluntad que si no hubiera visto esto; porque, cuando así el Señor me lo muestra y después las quiero encomendar a Su Majestad, paréceme, sin poder más, que es como dar limosna al rico. Después supe -porque murió bien lejos de aquíla muerte que el Señor le dio, que fue de tan gran edificación, que a todos dejó espantados del conocimiento y lágrimas y humildad con que murió.

SANTA TERESA DE JESÚS O DE ÁVILA

Publicações em 14 Junho

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Publicações em 14 de Junho 2018:










El reto del amor




VIVE DE CRISTO®Dominicas de Lerma

Perguntas e respostas


A CASTIDADE

B. BENEFÍCIOS DA CASTIDADE.

1. A castidade melhora a dignidade do homem.

- A partir de dois pontos de vista:

Um ser humano não é um objecto nem uma ferramenta. Um homem não se usa, não se utiliza.

Por isto, uma pessoa utilizada sente-se maltratada e, realmente, sofreu uma agressão à sua dignidade.

Neste sentido, a castidade evita que o ser humano seja usado para obter prazeres.

A castidade ajuda a manter a categoria correspondente ao corpo e ao sexo.
Para explicar isto, não é fácil encontrar imagens actuais.
Imaginemos um monarca dos séculos anteriores.
Imaginemos a sua coroa real usada nos grandes momentos.
E pensemos que alguém usava essa coroa para apanhar lixo. Seria um delito contra a dignidade do rei.

O uso do corpo humano só para obter prazeres diminui a categoria do sexo, que vai unida ao grande dom da paternidade.

Pequena agenda do cristão

Quinta-Feira



(Coisas muito simples, curtas, objectivas)



Propósito:
Participar na Santa Missa.


Senhor, vendo-me tal como sou, nada, absolutamente, tenho esta percepção da grandeza que me está reservada dentro de momentos: Receber o Corpo, o Sangue, a Alma e a Divindade do Rei e Senhor do Universo.
O meu coração palpita de alegria, confiança e amor. Alegria por ser convidado, confiança em que saberei esforçar-me por merecer o convite e amor sem limites pela caridade que me fazes. Aqui me tens, tal como sou e não como gostaria e deveria ser.
Não sou digno, não sou digno, não sou digno! Sei porém, que a uma palavra Tua a minha dignidade de filho e irmão me dará o direito a receber-te tal como Tu mesmo quiseste que fosse. Aqui me tens, Senhor. Convidaste-me e eu vim.


Lembrar-me:
Comunhões espirituais.


Senhor, eu quisera receber-vos com aquela pureza, humildade e devoção com que Vos recebeu Vossa Santíssima Mãe, com o espírito e fervor dos Santos.

Pequeno exame:

Cumpri o propósito que me propus ontem?