28/09/2017

Primeira condição: trabalhar, e trabalhar bem!

Se queremos de verdade santificar o trabalho, é preciso cumprir iniludivelmente a primeira condição: trabalhar, e trabalhar bem!, com seriedade humana e sobrenatural. (Forja, 698)


Na vossa ocupação profissional, corrente e ordinária, encontrareis a matéria – real, consciente, valiosa – para realizar toda a vida cristã, para corresponder à graça que nos vem de Cristo.

Nas vossas ocupações profissionais, realizadas face a Deus, pôr-se-ão em jogo a Fé, a Esperança e a Caridade. Os incidentes, as relações e os problemas que o vosso trabalho traz consigo alimentarão a vossa oração. O esforço por cumprirdes os vossos deveres correntes será o modo de viverdes a Cruz, que é essencial para o Cristão. A experiência da vossa debilidade e os fracassos que existem sempre em todo o esforço humano dar-vos-ão mais realismo, mais humildade, mais compreensão com os outros. Os êxitos e as alegrias convidar-vos-ão a dar graças e a pensar que não viveis para vós mesmos, mas para o serviço dos outros e de Deus.


Para viver assim, para santificar a profissão, é necessário, primeiro que tudo, trabalhar bem, com seriedade humana e sobrenatural. (…) O milagre que o Senhor vos pede é a perseverança na nossa vocação cristã e divina, a santificação do trabalho de cada dia: o milagre de converter a prosa diária em decassílabos, em verso heróico, pelo amor com que realizais a vossa ocupação habitual. Aí vos espera Deus para que sejais almas com sentido de responsabilidade, com zelo apostólico, com competência profissional. (Cristo que passa, nn. 49–50)

Evangelho e comentário

Tempo Comum


Evangelho: Lc 9, 7-9

7 O tetrarca Herodes ouviu dizer tudo o que se passava; e andava perplexo, pois alguns diziam que João ressuscitara dos mortos; outros, 8 que Elias aparecera, e outros, que um dos antigos profetas ressuscitara. 9 Herodes disse: «A João mandei-o eu decapitar, mas quem é este de quem oiço dizer semelhantes coisas?» E procurava vê-lo.

Comentário:


Mas, o que interessa é reter bem claramente que desejar ver Jesus por simples curiosidade é, desde logo, um insulto à Pessoa do Salvador.

Os desejos de O conhecer satisfazem-se plenamente consultando a Sua Doutrina e, principalmente, lendo os Evangelhos que são os relatos fidedignos e sérios não só da Sua Pessoa e da Sua Doutrina, mas, também da Sua obra salvífica e redentora.


(AMA, comentário sobre Lc 9, 7-9, 22.06.2017)







Fátima - Centenário - Oração diária,


Senhora de Fátima:

Neste ano do Centenário da tua vinda ao nosso País, cheios de confiança vimos pedir-te que continues a olhar com maternal cuidado por todos os portugueses.
No íntimo dos nossos corações instala-se alguma apreensão e incerteza em relação a este nosso País.

Sabes bem que nos referimos às diferenças de opinião que se transformam em desavenças, desunião e afastamento; aos casais desfeitos com todas as graves consequências; à falta de fé e de prática da fé; ao excessivo apego a coisas passageiras deixando de lado o essencial; aos respeitos humanos que se traduzem em indiferença e falta de coragem para arrepiar caminho; às doenças graves que se arrastam e causam tanto sofrimento.
Faz com que todos, sem excepção, nos comportemos como autênticos filhos teus e com a sinceridade, o espírito de compreensão e a humildade necessárias para, com respeito de uns pelos outros, sermos, de facto, unidos na Fé, santos e exemplo para o mundo.

Que nenhum de nós se perca para a salvação eterna.

Como Paulo VI, aqui mesmo em 1967, te repetimos:

Monstra te esse Matrem”, Mostra que és Mãe.

Isto te pedimos, invocando, uma vez mais, ao teu Dulcíssimo Coração, a tua protecção e amparo.


AMA, Fevereiro, 2017

Vivir como si Dios no existiese

El olvido de Dios, rico en misericordia, su desaparición del horizonte y el universo de la cultura dominante, que lo ignora o rechaza, es con muchísimo el peor mal que acecha a la humanidad de nuestro tiempo.



A menudo el hombre de hoy vive como si Dios no existiese e incluso se pone a sí mismo en lugar de Dios. El olvido de Dios, rico en misericordia, su desaparición del horizonte y el universo de la cultura dominante, que lo ignora o rechaza, es con muchísimo el peor mal que acecha a la humanidad de nuestro tiempo, su quiebra más profunda. Y esto no lo decimos los cristianos, ¡no lo estamos diciendo! Son análisis sociológicos, análisis políticos, análisis ideológicos los que sustituyen la confesión de la fe en Dios, único y solo necesario.

Esta tendencia de nuestro mundo, que pretende imponerse como cultura dominante, además de rechazar las leyes divinas y los principios morales, atenta abiertamente contra la familia: una guerra mundial contra la familia decía, hace unos días, el Papa Francisco. Y en la familia es donde está el futuro del hombre. De diversas formas, tal tendencia de nuestro mundo trata de amordazar la voz de Dios en el corazón de los hombres: 'Es una antigualla, eso es de otras civilizaciones. De la civilización y el desarrollo, no'.

Conocéis el mundo: quiere hacer de Dios el gran ausente de la cultura y en la conciencia de los pueblos. Los mismos cristianos vivimos como si Dios no existiese. Todo ello ha condicionado el siglo XX y está condicionando también el siglo XXI. Sobre todo, el siglo XX, marcado de forma particular por el misterio de la iniquidad: ahí están los genocidios y los holocaustos, los totalitarismos e intransigencias empecinadas que siguen marcando la realidad de este mundo nuestro en este nuevo siglo.

Estamos viviendo momentos complicados en el mundo, en nuestra sociedad. Con toda honestidad y con una fe viva, es preciso reconocer que estamos necesitados de la misericordia de Dios para reemprender el camino con esperanza. Estamos grandísimamente necesitados del testimonio y anuncio del Dios vivo y misericordioso. Esta es la cuestión esencial y necesitamos en tiempos de depresión y quiebra centrarnos en lo esencial. Y lo esencial es Dios, rico en misericordia, con rostro humano, que es la misericordia de Dios hecha carne. Y lo esencial es la experiencia, testimonio, anuncio e invocación constante y confiada de Dios misericordioso, revelado en el rostro humano y con entrañas de misericordia de su Hijo venido en carne, crucificado y resucitado de entre los muertos. Y la Sangre derramada por nosotros, para nuestra reconciliación. Esto es verdaderamente lo esencial.

La quiebra moral que atravesamos no es sino quiebra del hombre, quiebra de humanidad, de ese hombre que no se siente querido de Dios porque lo ignora. Para nosotros, para la situación que vivimos, para el mundo y para el hombre, sólo existe una fuente de esperanza –son palabras del Papa San Juan Pablo II–: la misericordia de Dios, que se ha manifestado tan grande para resucitar a su Hijo de entre los muertos y haciéndonos renacer por Él, con una esperanza viva e incorruptible.

Este es el gran anuncio de futuro para el mundo. De este anuncio que expresa confianza en el amor omnipotente de Dios para el hombre todo débil: no omnipotente, todo débil. En esa suprema debilidad es donde está la omnipotencia de Dios. Por eso tenemos necesidad, particularmente en nuestro tiempo, de reconocer esta necesidad. Es necesario que la invocación de la misericordia de Dios brote de lo profundo de los corazones, llenos de sufrimiento, de inquietudes y de incertidumbres, pero al mismo tiempo también, como una fuente inefable de esperanza dentro de ellos.


REL - Cardenal Antonio Cañizares

Hoy el reto del amor es que vayas a la Eucaristía o a una iglesia a primera hora.

¡DESPIERTA, CORAZÓN! ¡ADELANTE!

Por las mañanas, después del Oficio de Lectura y Laudes, tenemos la oración personal, un momento especial antes de la Eucaristía para dar gracias al Señor y presentarle el nuevo día, para vivirlo de Su mano, para ponerle a Él en el centro.

Pero, sí, somos humanas, y hay días que en ese momento se desarrolla una auténtica batalla contra el sueño.

Hoy estaba a punto de dejarme vencer y cerrar un poco los ojos, cuando he leído en el Evangelio lo siguiente:

"Pedro y sus compañeros estaban rendidos de sueño, pero, cuando se despertaron, vieron su gloria y a los dos personajes que estaban con él".

¡Tal cual! Así me sentía, pero me ha llamado la atención que, cuando se despertaron, vivieron algo que cambiaría sus vidas. Me he dado cuenta de que, para despertar al cuerpo, para despertar la ilusión, primero hay que despertar al corazón.

Puede que hoy te hayas despertado cansado y hayas ignorado el despertador, que ya a finales de semana las fuerzas ni siquiera te acompañen... ¡cuántas cosas por delante y qué bien se está en la cama o un rato más en casa!

Para. Despierta a tu corazón, no a la razón. El corazón sabe que descansa de verdad cuando pone a Cristo en el centro, cuando vive de Él, cuando vive desde la confianza.

Hoy el reto del amor es que vayas a la Eucaristía o a una iglesia a primera hora. Pon a Cristo en el centro de tu día, Él quiere vivir contigo. Vivirás lo mismo, pero de una manera diferente.


VIVE DE CRISTO

Pequena agenda do cristão

Quinta-Feira



(Coisas muito simples, curtas, objectivas)



Propósito:
Participar na Santa Missa.


Senhor, vendo-me tal como sou, nada, absolutamente, tenho esta percepção da grandeza que me está reservada dentro de momentos: Receber o Corpo, o Sangue, a Alma e a Divindade do Rei e Senhor do Universo.
O meu coração palpita de alegria, confiança e amor. Alegria por ser convidado, confiança em que saberei esforçar-me por merecer o convite e amor sem limites pela caridade que me fazes. Aqui me tens, tal como sou e não como gostaria e deveria ser.
Não sou digno, não sou digno, não sou digno! Sei porém, que a uma palavra Tua a minha dignidade de filho e irmão me dará o direito a receber-te tal como Tu mesmo quiseste que fosse. Aqui me tens, Senhor. Convidaste-me e eu vim.


Lembrar-me:
Comunhões espirituais.


Senhor, eu quisera receber-vos com aquela pureza, humildade e devoção com que Vos recebeu Vossa Santíssima Mãe, com o espírito e fervor dos Santos.

Pequeno exame:

Cumpri o propósito que me propus ontem?






Reflectindo

A morte - 4

O cristão tem, como verdade de fé, que está destinado à vida eterna e, mais, que ressuscitará no fim dos tempos em que o seu corpo se unirá à sua alma.
Como o mistério é de tal forma complexo, grandioso, extraordinário, optamos a maior parte das vezes por não pensar muito nisso porque ficamos, quase sempre, com a sensação que andamos às voltas sobre um eixo que também roda sobre si mesmo sem conseguirmos chegar a um fim, concreto, absoluto.

Aliás, é manifesto, que só conseguimos aceitá-lo com a ajuda da nossa fé cristã.

Podemos sentir curiosidade em imaginar o que seria o mundo se os nossos primeiros pais - Adão e Eva – não tivessem pecado e, assim, permanecessem no estado original da criação que não conhecia a morte.

Onde caberia tanta gente!

Se não existe fé, este problema é insolúvel, a resposta nunca será convincente.

(ama, reflexões, 2013)