29/04/2018

Amemos a direcção espiritual!

Abriste sinceramente o teu coração ao teu Director, falando na presença de Deus... E foi maravilhoso verificar como tu sozinho ias encontrando resposta adequada às tuas próprias tentativas de evasão. Amemos a direcção espiritual! (Sulco, 152)

Conhecem muito bem as obrigações do vosso caminho de cristãos, que os hão-de levar sem parar e com calma à santidade; também estão precavidos contra as dificuldades, praticamente contra todas, porque já se vislumbram desde o princípio do caminho. Agora insisto em que se deixem ajudar e guiar por um director de almas, a quem confiem todos os entusiasmos santos, os problemas diários que afectarem a vida interior, as derrotas que sofrerem e as vitórias.

Nessa direcção espiritual mostrem-se sempre muito sinceros: não deixem nada por dizer, abram completamente a alma, sem medo e sem vergonha. Olhem que, se não, esse caminho tão plano e tão fácil de andar complica-se e o que ao princípio não era nada acaba por se converter num nó que sufoca.


(...) Lembram-se da história do cigano que se foi confessar? Não passa de uma história, de uma historieta, porque da confissão nunca se fala e, além disso, estimo muito os ciganos. Coitadinho! Estava realmente arrependido: Senhor Padre, acuso-me de ter roubado uma arreata... – pouca coisa, não é? – e atrás vinha uma burra...; e depois outra arreata...; e outra burra... e assim até vinte. Meus filhos, o mesmo acontece no nosso comportamento: quando cedemos na arreata, depois vem o resto, a seguir vem uma série de más inclinações, de misérias que aviltam e envergonham; e acontece o mesmo na convivência: começa-se com uma pequena falta de delicadeza e acaba-se a viver de costas uns para os outros, no meio da indiferença mais gelada. (Amigos de Deus, 15)

Temas para reflectir e meditar

Vida cristã

A vida de união íntima de Cristo com a Igreja nutre-se com os auxílios espirituais comuns a todos os fiéis, muito especialmente com a participação activa na sagrada liturgia. 

Os leigos devem servir-se destes auxílios de tal forma que, ao cumprir devidamente as suas obrigações no meio do mundo, nas circunstâncias normais da vida, não separem a união com Cristo da sua vida privada, antes cresçam intensamente nessa união realizando as suas tarefas em conformidade com a Vontade de Deus. 

(CV II, Decr. Apostolicam actuositatem, 4)

Evangelho e comentário

Tempo de Páscoa

Evangelho: Jo 15, 1-8

1 «Eu sou a videira verdadeira e o meu Pai é o agricultor. 2 Ele corta todo o ramo que não dá fruto em mim e poda o que dá fruto, para que dê mais fruto ainda. 3 Vós já estais purificados pela palavra que vos tenho anunciado. 4 Permanecei em mim, que Eu permaneço em vós. Tal como o ramo não pode dar fruto por si mesmo, mas só permanecendo na videira, assim também acontecerá convosco, se não permanecerdes em mim. 5 Eu sou a videira; vós, os ramos. Quem permanece em mim e Eu nele, esse dá muito fruto, pois, sem mim, nada podeis fazer. 6 Se alguém não permanece em mim, é lançado fora, como um ramo, e seca. Esses são apanhados e lançados ao fogo, e ardem. 7 Se permanecerdes em mim e as minhas palavras permanecerem em vós, pedi o que quiserdes, e assim vos acontecerá. 8 Nisto se manifesta a glória do meu Pai: em que deis muito fruto e vos comporteis como meus discípulos.»

Comentário:

Todos entendemos bem estas imagens de que o Senhor se serve para nossa doutrina.

Podemos não ser “agricultores experimentados”, mas sabemos o suficiente para compreender que um ramo só pode produzir frutos se estiver ligado ao tronco.

O nosso “tronco” é Jesus Cristo, que mergulhado na nossa humanidade por vontade própria – por Amor – nos garante a seiva, o alimento necessário para que não só vivamos, mas, sobretudo, para que frutifiquemos.

E… que frutos são esses?

Nada mais que as boas obras que praticamos e, estas, não são outra coisa que o cumprimento da Vontade de Deus.




(AMA, comentário sobre Jo 15, 1-8, 17.05.2017)

Leitura espiritual

LIBRO DE LA VIDA

Segundo edição de 1562




PRÓLOGO

CAPÍTULO 11

6. Habré de aprovecharme de alguna comparación, aunque yo las quisiera excusar por ser mujer y escribir simplemente lo que me mandan. Mas este lenguaje de espíritu es tan malo de declarar a los que no saben letras, como yo, que habré de buscar algún modo, y podrá ser las menos veces acierte a que venga bien la comparación. Servirá de dar recreación a vuestra merced de ver tanta torpeza.

Paréceme ahora a mí que he leído u oído esta comparación – que como tengo mala memoria, ni sé adónde ni a qué propósito, mas para el mío ahora conténtame -: ha de hacer cuenta el que comienza, que comienza a hacer un huerto en tierra muy infructuosa que lleva muy malas hierbas, para que se deleite el Señor. Su Majestad arranca las malas hierbas y ha de plantar las buenas. Pues hagamos cuenta que está ya hecho esto cuando se determina a tener oración un alma y lo ha comenzado a usar. Y con ayuda de Dios hemos de procurar, como buenos hortelanos, que crezcan estas plantas y tener cuidado de regarlas para que no se pierdan, sino que vengan a echar flores que den de sí gran olor para dar recreación a este Señor nuestro, y así se venga a deleitar muchas veces a esta huerta y a holgarse entre estas virtudes.

7. Pues veamos ahora de la manera que se puede regar, para que entendamos lo que hemos de hacer y el trabajo que nos ha de costar, si es mayor que la ganancia, o hasta qué tanto tiempo se há de tener.

Paréceme a mí que se puede regar de cuatro maneras: o con sacar el agua de un pozo, que es a nuestro gran trabajo; o con noria y arcaduces, que se saca con un torno; yo lo he sacado algunas veces: es a menos trabajo que estotro y sácase más agua; o de un río o arroyo: esto se riega muy mejor, que queda más harta la tierra de agua y no se ha menester regar tan a menudo y es a menos trabajo mucho del hortelano; o con llover mucho, que lo riega el Señor sin trabajo ninguno nuestro, y es muy sin comparación mejor que todo lo que queda dicho.

8. Ahora, pues, aplicadas estas cuatro maneras de agua de que se ha de sustentar este huerto -porque sin ella perderse ha-, es lo que a mí me hace al caso y ha parecido que se podrá declarar algo de cuatro grados de oración, en que el Señor, por su bondad, ha puesto algunas veces mi alma. Plega a su bondad atine a decirlo de manera que aproveche a una de las personas que esto me mandaron escribir, que la ha traído el Señor en cuatro meses harto más adelante que yo estaba en diecisiete años. Hase dispuesto mejor, y así sin trabajo suyo riega este vergel con todas estas cuatro aguas, aunque la postrera aún no se le da sino a gotas; mas va de suerte que presto se engolfará en ella con ayuda del Señor. Y gustaré se ría, si le pareciere desatino la manera del declarar.

9. De los que comienzan a tener oración podemos decir son los que sacan el agua del pozo, que es muy a su trabajo, como tengo dicho, que han de cansarse en recoger los sentidos, que, como están acostumbrados a andar derramados, es harto trabajo. Han menester irse acostumbrando a no se les dar nada de ver ni oír, y aun ponerlo por obra las horas de la oración, sino estar en soledad y, apartados, pensar su vida pasada. Aunque esto primeros y postreros todos lo han de hacer muchas veces, hay más y menos de pensar en esto, como después diré. Al principio aún da pena, que no acaban de entender que se arrepienten de los pecados; y sí hacen, pues se determinan a servir a Dios tan de veras. Han de procurar tratar de la vida de Cristo, y cánsase el entendimiento en esto.

Hasta aquí podemos adquirir nosotros, entiéndese con el favor de Dios, que sin éste ya se sabe no podemos tener un buen pensamiento. Esto es comenzar a sacar agua del pozo, y aun plega a Dios lo quiera tener. Mas al menos no queda por nosotros, que ya vamos a sacarla y hacemos lo que podemos para regar estas flores.

Y es Dios tan bueno que, cuando por lo que Su Majestad sabe – por ventura para gran provecho nuestro- quiere que esté seco el pozo, haciendo lo que es en nosotros como buenos hortelanos, sin agua sustenta las flores y hace crecer las virtudes. Llamo «agua» aquí las
lágrimas y, aunque no las haya, la ternura y sentimiento interior de devoción.

10. Pues ¿qué hará aquí el que ve que en muchos días no hay sino sequedad y disgusto y dessabor y tan mala gana para venir a sacar el agua, que si no se le acordase que hace placer y servicio al Señor de la huerta y mirase a no perder todo lo servido y aun lo que espera ganar del gran trabajo que es echar muchas veces el caldero en el pozo y sacarle sin agua, lo dejaría todo? Y muchas veces le acaecerá aun para esto no se le alzar los brazos, ni podrá tener un buen pensamiento: que este obrar con el entendimiento, entendido va que es el sacar agua del pozo.

Pues, como digo, ¿qué hará aquí el hortelano? Alegrarse y consolarse y tener por grandísima merced de trabajar en huerto de tan gran Emperador. Y pues sabe le contenta en aquello y su intento no ha de ser contentarse a sí sino a El, alábele mucho, que hace de él confianza, pues ve que sin pagarle nada tiene tan gran cuidado de lo que le encomendó. Y ayúdele a llevar la cruz y piense que toda la vida vivió en ella y no quiera acá su reino ni deje jamás la oración. Y así se determine, aunque para toda la vida le dure esta sequedad, no dejar a Cristo caer con la cruz. Tiempo vendrá que se lo pague por junto. No haya miedo que se pierda el trabajo. A buen amo sirve. Mirándole está. No haga caso de malos pensamientos.

Mire que también los representaba el demonio a San Jerónimo en el desierto.

11. Su precio se tienen estos trabajos, que, como quien los pasó muchos años (que cuando una gota de agua sacaba de este bendito pozo pensaba me hacía Dios merced), sé que son grandísimos y me parece es menester más ánimo que para otros muchos trabajos del mundo. Mas he visto claro que no deja Dios sin gran premio, aun en esta vida; porque es así, cierto, que una hora de las que el Señor me ha dado de gusto de Sí después acá, me parece quedan pagadas todas las congojas que en sustentarme en la oración mucho tiempo pasé.

Tengo para mí que quiere el Señor dar muchas veces al principio, y otras a la postre, estos tormentos y otras muchas tentaciones que se ofrecen, para probar a sus amadores y saber si podrán beber el cáliz y ayudarle a llevar la cruz, antes que ponga en ellos grandes tesoros. Y para bien nuestro creo nos quiere Su Majestad llevar por aquí, para que entendamos bien lo poco que somos; porque son de tan gran dignidad las mercedes de después, que quiere por experiencia veamos antes nuestra miseria primero que nos las dé, por que no nos acaezca lo que a Lucifer.

12. ¿Qué hacéis Vos, Señor mío, que no sea para mayor bien del alma que entendéis que es ya vuestra y que se pone en vuestro poder para seguiros por donde fuereis hasta muerte de cruz y que está determinada a ayudárosla a llevar y a no dejaros solo con ella?

Quien viere en sí esta determinación, no, no hay que temer. Gente espiritual, no hay por qué se afligir. Puesto ya en tan alto gradocomo es querer tratar a solas con Dios y dejar los pasatiempos del mundo, lo más está hecho. Alabad por ello a Su Majestad y fiad de su bondad, que nunca faltó a sus amigos. Tapaos los ojos de pensar por qué da a aquél de tan pocos días devoción, y a mí no en tantos años. Creamos es todo para más bien nuestro. Guíe Su Majestad por donde quisiere. Ya no somos nuestros, sino suyos.

Harta merced nos hace en querer que queramos cavar en su huerto y estarnos cabe el Señor de él, que cierto está con nosotros. Si El quiere que crezcan estas plantas y flores a unos con dar agua que saquen de este pozo, a otros sin ella, ¿qué se me da mí? Haced vos, Señor, lo que quisiereis. No os ofenda yo. No se pierdan las virtudes, si alguna me habéis ya dado por sola vuestra bondad.

Padecer quiero, Señor, pues Vos padecisteis. Cúmplase en mí de todas maneras vuestra voluntad. Y no plega a Vuestra Majestad que cosa de tanto precio como vuestro amor se dé a gente que os sirve sólo por gustos.

13. Hase de notar mucho -y dígolo porque lo sé por experiencia que el alma que en este camino de oración mental comienza a caminar con determinación y puede acabar consigo de no hacer mucho caso ni consolarse ni desconsolarse mucho porque falten estos gustos y ternura o la dé el Señor, que tiene andado gran parte del camino. Y no haya miedo de tornar atrás, aunque más tropiece, porque va comenzado el edificio en firme fundamento. Sí, que no está el amor de Dios en tener lágrimas ni estos gustos y ternura, que por la mayor parte los deseamos y consolamos con ellos, sino en servir con justicia y fortaleza de ánima y humildad. Recibir, más me parece a mí eso, que no dar nosotros nada.

14. Para mujercitas como yo, flacas y con poca fortaleza, me parece a mí conviene, como Dios ahora lo hace, llevarme con regalos, porque pueda sufrir algunos trabajos que ha querido Su Majestad tenga; mas para siervos de Dios, hombres de tomo, de letras, de entendimiento, que veo hacer tanto caso de que Dios no los da devoción, que me hace disgusto oírlo. No digo yo que no la tomen, si Dios se la da, y la tengan en mucho, porque entonces verá Su Majestad que conviene; mas que cuando no la tuvieren, que no se fatiguen y que entiendan que no es menester, pues Su Majestad no la da, y anden señores de sí mismos. Crean que es falta. Yo lo he probado y visto. Crean que es imperfección y no andar con libertad de espíritu, sino flacos para acometer.


SANTA TERESA DE JESÚS O DE ÁVILA




Tratado da vida de Cristo 200

Os sacramentos em geral 

Questão 62: Do efeito principal dos Sacramentos, que é a graça.

Art. 5 — Se os sacramentos da lei nova tiram a sua virtude da Paixão de Cristo.

O quinto discute-se assim. — Parece que os sacramentos da lei nova não tiram a sua virtude da Paixão de Cristo.

1. — Pois, o fim da virtude dos sacramentos é causar a graça na alma, que a faz viver espiritualmente. Ora, como diz Agostinho, O Verbo, como estava no princípio junto de Deus, assim vivifica as almas; mas, enquanto feito carne, vivifica os corpos. Ora, a Paixão de Cristo concernindo ao Verbo, enquanto feito carne, parece que não pode causar a virtude dos sacramentos.

2. Demais. — A virtude dos sacramentos depende da fé, porque, como diz Agostinho, o Verbo de Deus perfaz os sacramentos, não por ser proferido, mas por ser crido. Ora, a nossa fé não só respeita à Paixão de Cristo, mas também outros mistérios da sua humanidade, e mais principalmente ainda da sua divindade. Logo. parece que os sacramentos não têm especialmente a sua virtude, da Paixão de Cristo.

3. Demais. — Os sacramentos se ordenam à santificação do homem, segundo o Apóstolo: Haveis sido lavados e haveis sido justificados. Ora, a justificação é atribuída à res­surreição, segundo o Apóstolo: Ressuscitou para nossa justificação. Logo, parece que os sacramentos tiram a sua virtude antes da ressurreição que da Paixão de Cristo.

Mas, em contrário, segundo o Apóstolo - Por uma transgressão semelhante à de Adão, diz a Glosa: Ao lado de Cristo, expirado na cruz, manavam os sacramentos, pelos quais se salvou a Igreja. Assim os sacramentos parece que tiram a sua virtude da Paixão de Cristo.

 
Como dissemos, o sacramento contribui para causar a graça, a modo de instrumento. Ora, há duas espécies de instrumentos: um separado, como o bastão; outro conjunto, como as mãos. Ora, pelo instrumento conjunto é movido o instrumento separado; assim. o bastão, pela mão. Ora, a causa eficiente principal da graça é Deus mesmo, para quem esta a humanidade de Cristo como um instrumento conjunto, e o sacramento como um instrumento separado. Donde e necessariamente, a virtude salutífera deriva da divindade de Cristo, por meio de sua humanidade, para os sacramentos. Ora, a graça sacramental sobretudo se ordena a duas coisas, a saber: polir a mácula dos pecados passados, que passam quanto ao acto, porém ficam quanto ao reato; e além disso, aperfeiçoar a alma no atinente ao culto de Deus, segundo a religião da vida cristã. Ora, é manifesto, pelo que foi dito antes, que Cristo livrou-nos dos nossos pecados sobretudo pela sua paixão, não só suficiente e meritoriamente, mas também satisfatoriamente. Do mesmo modo, com a sua paixão iniciou o rito da religião cristã, entregou-se a si mesmo como oferenda e hóstia a Deus, no dizer do Apostolo. Donde, é manifesto que os sacramentos da igreja tiram especialmente a sua virtude da Paixão de Cristo, cuja virtude de algum modo se nos une a nós pela recepção dos sacramentos. Para sinal do que, do lado de Cristo pendente da Cruz correu água e sangue, simbolizando aquela o batismo e este à Eucaristia os mais principais dos sacramentos.

DONDE A RESPOSTA À PRIMEIRA OBJECÇÃO. — O Verbo, enquanto existente no princípio junto de Deus, vivifica as almas, como agente principal; mas a sua carne e os mistérios nela perpetrados, obram instrumentalmente a vida da alma. Mas a vida do corpo, não só instrumentalmente senão ainda por uma certa exemplaridade como dissemos.

RESPOSTA À SEGUNDA. — Pela fé, Cristo habita em nós, como diz o Apóstolo. E assim a virtude de Cristo se nos aplica pela fé. Mas, a virtude remissiva dos pecados de certo modo especial pertence à Paixão de Cristo. Por isso, pela fé na sua Paixão os homens são especialmente libertados dos pecados, segundo os Apóstolos: Ao qual propôs Deus para ser vitima de propiciação pela fé no seu sangue. Donde, a virtude dos sacramentos, ordenada a delir os pecados, emana principalmente da fé na Paixão de Cristo.

RESPOSTA À TERCEIRA. — A justificação é atribuída à ressurreição relativamente ao termo final, que é a vida nova da graça. Mas é atribuída à Paixão em razão do termo de origem, isto é, quanto ao perdão da culpa.

Nota: Revisão da versão portuguesa por ama.



Reto del amor





VIVE DE CRISTO®Dominicas de Lerma

Pequena agenda do cristão

DOMINGO



(Coisas muito simples, curtas, objectivas)



Propósito:
Viver a família.

Senhor, que a minha família seja um espelho da Tua Família em Nazareth, que cada um, absolutamente, contribua para a união de todos pondo de lado diferenças, azedumes, queixas que afastam e escurecem o ambiente. Que os lares de cada um sejam luminosos e alegres.

Lembrar-me:
Cultivar a Fé

São Tomé, prostrado a Teus pés, disse-te: Meu Senhor e meu Deus!
Não tenho pena nem inveja de não ter estado presente. Tu mesmo disseste: Bem-aventurados os que crêem sem terem visto.
E eu creio, Senhor.
Creio firmemente que Tu és o Cristo Redentor que me salvou para a vida eterna, o meu Deus e Senhor a quem quero amar com todas as minhas forças e, a quem ofereço a minha vida. Sou bem pouca coisa, não sei sequer para que me queres mas, se me crias-te é porque tens planos para mim. Quero cumpri-los com todo o meu coração.

Pequeno exame:

Cumpri o propósito que me propus ontem?