16/12/2018

Reflexões no Advento – 2


Preparação

Este tempo de preparação que nos é sugerido pela Liturgia será um dos mais importantes e significativos de toda a história da salvação humana.
Com a Quaresma preparamos o momento fulcral mas, o Advento coloca-nos numa situação de expectativa.

De facto, se Cristo não tivesse assumido a identidade humana nascendo em Belém não poderia ter dado a vida na Cruz.
Assim ao escolher salvar a humanidade desta forma o Seu nascimento assume a máxima importância.

Para os assuntos importantes é costume preparar e programar a nossa vida de forma a estarmos aptos para o que se espera.
E para este que, como disse, é da maior importância, como vamos fazer?
Preparação, reflexão, reconversão, entrega, disponibilidade, simplicidade.
Eis o que se impõe.

Para isso é obviamente necessário exame, profundo, sério, singelo.
O que fazemos, como fazemos, quando fazemos é o que queremos ou o que Deus quer?

(ama, Reflexões no Advento, 29.11.2015) 


El reto del amor




por El Reto Del Amor

O Advento

Olhai e levantai as vossas cabeças porque está próxima a vossa redenção (Lc 21, 28), lemos no Evangelho. O tempo do Advento é o tempo da esperança. Todo o panorama da nossa vocação cristã, a unidade de vida que tem como nervo a presença de Deus, Nosso Pai, pode e deve ser uma realidade diária. (Cristo que passa, 11, 4)

Procura a união com Deus e enche-te de esperança – virtude segura! –, porque Jesus te iluminará, mesmo na noite mais escura, com a luz da sua misericórdia. (Forja, 293)

Jesus Christus, Deus Homo, Jesus Cristo, Deus-Homem! Eis uma magnalia Dei (Act. II, 11), uma das maravilhas de Deus em que temos de meditar e que temos de agradecer a este Senhor que veio trazer a paz na terra aos homens de boa vontade (Lc 2, 14), a todos os homens que querem unir a sua vontade à Vontade boa de Deus. Não só aos ricos, nem só aos pobres! A todos os homens, a todos os irmãos! Pois irmãos somos todos em Jesus; filhos de Deus, irmãos de Cristo. Sua Mãe é nossa Mãe.

É preciso ver o Menino, nosso Amor, no seu berço. Olhar para Ele, sabendo que estamos perante um mistério. Precisamos de aceitar o mistério pela fé, aprofundar o seu conteúdo. Para isso necessitamos das disposições humildes da alma cristã: não pretender reduzir a grandeza de Deus aos nossos pobres conceitos, às nossas explicações humanas, mas compreender que esse mistério, na sua obscuridade, é uma luz que guia a vida dos homens. (Cristo que passa, 13)

Leitura espiritual


LA FE EXPLICADA



CAPÍTULO X 


LAS VIRTUDES Y DONES DEL ESPIRITU SANTO



«Bienaventurados los que lloran», continúa Jesús en la tercera bienaventuranza, «porque ellos serán consolados». De nuevo, como en las dos bienaventuranzas anteriores, nos impresiona la infinita compasión de Jesús hacia los pobres, infortunados, afligidos y atribulados. Los que saben ver en el dolor la justa suerte de la humanidad pecadora, y saben aceptarlo sin rebeliones ni quejas, unidos a la misma cruz de Cristo, encuentran predilección en la mente y el corazón de Jesús. Son los que dicen con San Pablo, «Tengo por cierto que los padecimientos del tiempo presente no son nada en comparación con la gloria que ha de manifestarse en nosotros» (Rom 8,18).

Pero, por muy bueno que sea llevar nuestras cargas animosos y esperanzados, no lo es aceptar indiferentemente las injusticias que se hacen a otros. Por muy generosamente que sepamos entregar a Dios nuestra felicidad terrena, estamos obligados, por paradoja divina, a procurar la felicidad de los demás. La injusticia no sólo destruye la felicidad temporal del que la sufre; también pone en peligro su felicidad eterna. Y esto es tan verdad si se trata de una injusticia económica que oprime al pobre (el emigrante sin recursos, el bracero, el chabolista son ejemplos que vienen fácilmente a la mente), como de una injusticia racial que degrada a nuestro prójimo (¿qué opinas tú de los negros y la segregación?), o de una injusticia moral que ahoga la acción de la gracia (¿ te perturba ver ciertas publicaciones en la librería del amigo?). Debemos tener celo por la justicia, tanto si es la justicia en el trato con los demás, como en la más elevada del trato con Dios, tanto nuestro como de los otros. He aquí algunas implicaciones de la cuarta bienaventuranza: «Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán hartos» con una satisfacción que encontrarán en el cielo, nunca aquí en la tierra.

« Bienaventurados los misericordiosos», continúa Cristo, «porque alcanzarán misericordia». ¡Es tan difícil perdonar a quienes nos ofenden, tan duro conllevar pacientemente al débil, ignorante y antipático! Pero aquí está la esencia misma del espíritu cristiano. No podrá haber perdón para el que no perdona.

«Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios». La sexta bienaventuranza no se refiere principalmente a la castidad, como muchos piensan, sino al olvido de sí, a verlo todo desde el punto de vista de Dios y no del nuestro. Quiere decir unidad de fines: Dios primero, sin engaños ni componendas.

«Bienaventurados los pacíficos, porque serán llamados hijos de Dios». Al oír estas palabras de Cristo, tengo que preguntarme si soy foco de paz y armonía en mi hogar, centro de buena voluntad en mi comunidad, componedor de discordias en mi trabajo. Es senda directa al cielo.

«Bienaventurados los que sufren persecución por la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos». Y con la octava bienaventuranza bajamos la vista avergonzados por la poca generosidad con que llevamos las insignificantes molestias que nuestra religión nos causa, y compararnos (y rezar) con las almas torturadas de nuestros hermanos tras el telón de acero y el telón de bambú.

CAPÍTULO XI LA IGLESIA CATÓLICA

 El Espíritu Santo y la Iglesia Cuando el sacerdote instruye a un posible converso, generalmente en las primeras etapas de sus explicaciones le enseña el significado del perfecto amor a Dios. Explica qué quiere decir hacer un acto de contrición perfecta. Aunque ese converso debe aguardar varios meses la recepción del Bautismo, no hay razón para que viva ese tiempo en pecado. Un acto de perfecto amor a Dios -que incluye el deseo de bautizarse- le limpia el alma antes del Bautismo.

El posible converso, naturalmente, se alegra de saberlo, y yo estoy seguro de haber vertido el agua bautismal en la cabeza de muchos adultos que poseían ya el estado de gracia santificante. Por haber hecho un acto de perfecto amor de Dios, habían recibido el bautismo de deseo. Y, sin embargo, en todos y cada uno de los casos, el converso ha manifestado gran gozo y alivio al recibir el sacramento, porque hasta este momento no podían tener certeza de que sus pecados habían sido perdonados. Por mucho que nos esforcemos en hacer un acto de amor a Dios perfecto, nunca podemos estar seguros de haberlo logrado. Pero cuando el agua salvífica se vierte en su cabeza, el neófito está seguro de que Dios ha venido a él.

San Pablo nos dice que nadie, ni siquiera el mejor de nosotros, puede tener seguridad absoluta de estar en estado de gracia santificante. Pero todo lo que pedimos es certeza moral, el tipo de certeza que tenemos cuando hemos sido bautizados o (en el sacramento de la Penitencia) absueltos. La paz de mente, la gozosa confianza que esta certeza proporciona, nos da una de las razones por las que Jesucristo instituyó una Iglesia visible.

Las gracias que nos adquirió en el Calvario podía haberlas aplicado a cada alma directamente e invisiblemente, sin recurrir a signos externos o ceremonias. Sin embargo, conociendo nuestra necesidad de visible seguridad, Jesús escogió canalizar sus gracias a través de símbolos sensibles. Instituyó los sacramentos para que pudiéramos saber cuándo, cómo y qué clase de gracia recibimos. Y unos sacramentos visibles necesitan una agencia visible en el mundo para que los custodie y distribuya. Esta agencia visible es la Iglesia instituida por Jesucristo.

La necesidad de una Iglesia no se limita, evidentemente, a la guarda de los sacramentos.

Nadie puede querer los sacramentos si no los conoce antes. Y tampoco puede nadie creer en Cristo, si antes no se le ha hablado de El. Para que la vida y muerte de Cristo no sean en vano, ha de existir una voz viva en el mundo que transmita las enseñanzas de Cristo a través de los siglos. Debe ser una voz audible, ha de haber un portavoz visible en quien todos los hombres de buena voluntad puedan reconocer la autoridad.

Consecuentemente, Jesús fundó su Iglesia no sólo para santificar a la humanidad por medio de los sacramentos, sino, y ante todo, para enseñar a los hombres las verdades que Jesucristo enseñó, las verdades necesarias para la salvación. Basta un momento de reflexión para darnos cuenta de que, si Jesús no hubiera fundado una Iglesia, incluso el nombre de Jesucristo nos sería hoy desconocido.

Pero no nos basta tener la gracia disponible en los sacramentos visibles de la Iglesia visible. No nos basta tener la verdad proclamada por la voz viva de la Iglesia docente.

Además, necesitamos saber qué debemos hacer por Dios; necesitamos un guía seguro que nos indique el camino que debemos seguir de acuerdo con la verdad que conocemos y las gracias que recibimos. De igual manera que sería inútil para los ciudadanos de un país tener una Constitución si no hubiera un gobierno para interpretarla y hacerla observar con la legislación pertinente, el conjunto de la Revelación cristiana necesita ser interpretada de modo apropiado. ¿Cómo hacerse miembro de la Iglesia y cómo permanecer en ella? ¿Quién puede recibir este o aquel sacramento, cuándo y cómo? Cuando la Iglesia promulga sus leyes, responde a preguntas como las anteriores, cumpliendo bajo Cristo su tercer deber, además de los de enseñar y santificar: gobernar.

Conocemos la definición de la Iglesia: «la congregación de todos los bautizados, unidos en la misma fe verdadera, el mismo sacrificio y los mismos sacramentos, bajo la autoridad del Sumo Pontífice y los obispos en comunión con él». Una persona se hace miembro de la Iglesia al recibir el sacramento del Bautismo, y continúa siéndolo mientras no se segregue por cisma (negación o contestación de la autoridad papal), por herejía (negación de una o más verdades de fe proclamadas por la Iglesia) o por excomunión (exclusión de la Iglesia por ciertos pecados graves no contritos). Pero estas personas, si han sido bautizadas válidamente, permanecen básicamente súbditos de la Iglesia, y están obligadas por sus leyes, a no ser que se les dispense de ellas específicamente.

Al decir todo esto, ya vemos que consideramos la Iglesia desde fuera exclusivamente. Del mismo modo que un hombre es más que su cuerpo físico, visible, la Iglesia es infinitamente más que la mera visible organización exterior. Es el alma lo que constituye al hombre en ser humano. Y es el alma de la Iglesia lo que la hace, además de una organización, un organismo vivo. Igual que la inhabitación de las tres Personas divinas da al alma la vida sobrenatural que llamamos gracia santificante, la inhabitación de la Santísima Trinidad da a la Iglesia su vida inextinguible, su perenne vitalidad. Ya que la tarea de santificarnos (que es propia del Amor divino) se adscribe al Espíritu Santo por apropiación, es a El a quien designamos el alma de la Iglesia, de esta Iglesia cuya Cabeza es Cristo.

Leo G. Terese

(Cont)

Evangelho e comentário

Tempo do Avento


Evangelho: Lc 3, 10-18

10 E as multidões perguntavam-lhe: «Que devemos, então, fazer?» 11 Respondia-lhes: «Quem tem duas túnicas reparta com quem não tem nenhuma, e quem tem mantimentos faça o mesmo.» 12 Vieram também alguns cobradores de impostos, para serem baptizados e disseram-lhe: «Mestre, que havemos de fazer?» 13 Respondeu-lhes: «Nada exijais além do que vos foi estabelecido.» 14 Por sua vez, os soldados perguntavam-lhe: «E nós, que devemos fazer?» Respondeu-lhes: «Não exerçais violência sobre ninguém, não denuncieis injustamente e contentai-vos com o vosso soldo.» 15 Estando o povo na expectativa e pensando intimamente se ele não seria o Messias, 16 João disse a todos: «Eu baptizo-vos em água, mas vai chegar alguém mais forte do que eu, a quem não sou digno de desatar a correia das sandálias. Ele há-de baptizar-vos no Espírito Santo e no fogo. 17 Tem na mão a pá de joeirar, para limpar a sua eira e recolher o trigo no seu celeiro; mas queimará a palha num fogo inextinguível.» 18 E, com estas e muitas outras exortações, anunciava a Boa-Nova ao povo.

Comentário:

São Lucas escreve uma página do Evangelho a falar de João Baptista?
Não deveria cingir-se a Jesus Cristo e à Sua vida entre nós?

De facto não se pode dissociar a figura do Percursor da Pessoa do Salvador. Estão intimamente ligadas de tal forma que João é a principal e mais importante testemunha de Jesus Cristo, da Sua missão, realeza, divindade.

João existe por Jesus, a sua vida é toda dedicada a preparar a Sua vinda, o seu papel é, antes de mais, levar os homens ao encontro do Messias.


(ama, comentário sobre Lc 3, 10-18, 2015.12.12) 



Temas para reflectir e meditar

Cristão



Cristo, que pelo poder do Espírito Santo foi concebido da Virgem, constitui-Se como princípio de uma humanidade nova, de uma nova forma de existência. 

Ser cristão significa ser incorporado neste novo gérmen; ser cristão é mais que aderir a ideias novas, a uma ética nova, a uma sociedade nova. 


(Bento XVI, Deus próximo de nós, Edições Tenacitas 2005, pg. 30)

Pequena agenda do cristão

DOMINGO



(Coisas muito simples, curtas, objectivas)



Propósito:
Viver a família.

Senhor, que a minha família seja um espelho da Tua Família em Nazareth, que cada um, absolutamente, contribua para a união de todos pondo de lado diferenças, azedumes, queixas que afastam e escurecem o ambiente. Que os lares de cada um sejam luminosos e alegres.

Lembrar-me:
Cultivar a Fé

São Tomé, prostrado a Teus pés, disse-te: Meu Senhor e meu Deus!
Não tenho pena nem inveja de não ter estado presente. Tu mesmo disseste: Bem-aventurados os que crêem sem terem visto.
E eu creio, Senhor.
Creio firmemente que Tu és o Cristo Redentor que me salvou para a vida eterna, o meu Deus e Senhor a quem quero amar com todas as minhas forças e, a quem ofereço a minha vida. Sou bem pouca coisa, não sei sequer para que me queres mas, se me crias-te é porque tens planos para mim. Quero cumpri-los com todo o meu coração.

Pequeno exame:

Cumpri o propósito que me propus ontem?