Qué dice Carlos
Aguiar, el nuevo cardenal mexicano, sobre el fin del mundo y las calamidades?
El día del Señor, para Ustedes, los que temen al Señor,
les traerá la salvación.
En los últimos domingos del año litúrgico, se consideran
estos textos de la Sagrada Escritura, que hablan de la inquietud siempre
presente en la humanidad: ¿Cuándo será el fin del mundo?
El primer texto del profeta Malaquías aclara, que será
muy distinto el fin del mundo, para
quienes han sido fieles al Señor y han creído en Él, será un día glorioso. No
será un día catastrófico, sino un día glorioso porque Jesús, el Señor de la
Historia, traerá la salvación.
Advierte el profeta, que para los soberbios y malvados,
será terrible, no quedará nada porque los consumirá como en un horno la paja.
Sin dejarles ni raíz ni rama.
En el Evangelio, cuando le preguntan a Jesús, acerca del
día del fin del mundo. Jesús advierte e invita a que no se dejen engañar. A lo
largo de los siglos siempre habrá, quien quiera ver señales del fin del mundo.
Dice el texto: cuídense de que nadie los
engañe, porque muchos vendrán usurpando mi nombre, y dirán: Yo soy el Mesías,
el tiempo ha llegado, pero no les hagan caso.
Las advertencias sobre el fin del mundo, nunca deben ser
instrumento para amedrentar. Quienes tenemos fe en Jesucristo, nunca debemos
tener miedo al fin del mundo, ya que será glorioso, como dice el profeta
Malaquías.
Por eso Jesús continúa su discurso, advirtiendo que
ciertamente a lo largo de la historia, habrá guerras, se levantarán unas
naciones contra otras, habrá terremotos, tragedias, epidemias, hambre, habrá
persecución para la Iglesia, para sus discípulos. Pero no tengan miedo,
manténganse firmes.
Una y otra vez, en el ciclo de la historia, se
presentarán situaciones desfavorables, así cuando suceden catástrofes son parte
de el ritmo que tienen las leyes naturales. Las epidemias y el hambre son
consecuencia combinada de las leyes de la naturaleza y del ser humano. La
persecuciones contra la Iglesia y sus fieles son consecuencia de
enfrentamientos ideológicos.
Si se revisa la historia de estos XXI siglos después de
Jesucristo, esos eventos lamentables, han acontecido una y otra vez. Después
vienen tiempos de reconciliación y de paz, dependiendo de nosotros, de las generaciones que nos toca convivir y compartir
el mismo tiempo.
Jesús llama a evitar la confusión: las adversidades, las
catástrofes, las epidemias, las persecusiones, no son signo ni señal del fin
del mundo.
Por eso la advertencia del Apóstol Pablo a la comunidad
de Tesalónica, que creyendo que el fin del mundo era inminente dejaron de
trabajar, pensando que, si mañana se acabaría todo, que caso tenía trabajar,
construir y edificar.
Pablo es durísimo, cuando manifiesta a la comunidad, que
esas personas son unos holgazanes, que se entrometen en todo y no hacen nada: les suplicamos a esos tales, de parte del
Señor Jesús, que se pongan a trabajar.
Mientras se tenga vida, condiciones de salud y de
servicio a los demás, habrá quehaceres. Ésa es la tarea, nos tenemos que ayudar
unos a otros, para caminar como comunidad hay que poner lo que se tiene y lo
que se es. Así se construye la fraternidad de los discípulos de Cristo, en el
servicio a la misma Iglesia y a la sociedad.
En el servicio hay que incluir a todos, aún aquellos, que
por diversas circunstancias están distantes de la Iglesia, sean católicos o no,
e incluso a quienes han optado por alguna otra confesión de fe o rechazado
creer en Dios.
Nosotros, como discípulos de Cristo, tenemos que seguir
el ejemplo del Maestro. Acercarnos a todos para mostrar la misericordia del
Padre que nos ha creado y que pacientemente espera, que lleguemos a la casa que
nos tiene prometida.
cardenal carlos aguiar retes
Arzobispo de Tlalnepantla