09/10/2017

Fátima: Centenário - Oração diária

Senhora de Fátima:

Neste ano do Centenário da tua vinda ao nosso País, cheios de confiança vimos pedir-te que continues a olhar com maternal cuidado por todos os portugueses.
No íntimo dos nossos corações instala-se alguma apreensão e incerteza em relação a este nosso País.

Sabes bem que nos referimos às diferenças de opinião que se transformam em desavenças, desunião e afastamento; aos casais desfeitos com todas as graves consequências; à falta de fé e de prática da fé; ao excessivo apego a coisas passageiras deixando de lado o essencial; aos respeitos humanos que se traduzem em indiferença e falta de coragem para arrepiar caminho; às doenças graves que se arrastam e causam tanto sofrimento.
Faz com que todos, sem excepção, nos comportemos como autênticos filhos teus e com a sinceridade, o espírito de compreensão e a humildade necessárias para, com respeito de uns pelos outros, sermos, de facto, unidos na Fé, santos e exemplo para o mundo.

Que nenhum de nós se perca para a salvação eterna.

Como Paulo VI, aqui mesmo em 1967, te repetimos:

Monstra te esse Matrem”, Mostra que és Mãe.

Isto te pedimos, invocando, uma vez mais, ao teu Dulcíssimo Coração, a tua protecção e amparo.


AMA, Fevereiro, 2017

Liszt, músico genial, amigo de Wagner y del Papa, rodeado de amantes y elogios, murió unido a Dios

Franz Liszt, a pesar de sus devaneos amorosos, nunca perdió la fe y vistió en sus últimos años el hábito religioso.


Franz Liszt (1811-1886) es, con Anton Bruckner (1824-1896), el más católico de los compositores del Romanticismo decimonónico. Desde su infancia, marcada por un cuerpo débil y su incipiente virtuosismo como pianista, dio indicios de una temprana vocación religiosa, que solamente se materializará hacia el final de sus días, porque la vida mundana, estimulada por su condición de mujeriego, virtuoso y director de orquesta, cuyas giras de conciertos van a abarcar a casi toda Europa, lo va a absorber por un buen tiempo.

Pero nunca perderá su fe, es más, la va a expresar cada vez más profundamente en una obra de muy rica interioridad espiritual, de unos alcances que sólo llegarán a ser conocidos por la posteridad. Puede decirse que apenas en las últimas décadas se ha podido llegar a tener una idea bien definida de la magnitud de su obra y, particularmente, de la religiosidad que comporta. Siempre, después de su muerte y hasta hoy, ha habido campo en los programas de los conciertos y recitales para obras de Liszt. Pero un buen número de ellas permanecieron y permanecen ignoradas, en el ostracismo.

Le recibían de rodillas
Una razón primordial de ese ostracismo estriba en la voluntad del propio compositor. Se ocupó tanto de difundir la obra de otros compositores, de apoyarlos con todo fervor, especialmente a Richard Wagner (1813-1883), con quien lo unió una muy entrañable amistad, que quizá subestimó el valor de su propia producción. Otra razón es que fue un pedagogo insigne, dejó una huella indeleble en la formación de otros pianistas y compositores.

Fue el primer virtuoso del piano (después de la saga de Niccolò Paganini [1782-1840] como violinista, a quien incluso superó en popularidad) que tuvo una resonancia masiva. Multitudes lo acompañaron y vitorearon. Uno de sus biógrafos cuenta que, al llegar a una de tantas ciudades visitadas en sus giras, algunos parroquianos lo recibieron de rodillas. Este mismo cuenta cómo había mujeres que se exhibían desnudas en los balcones de las habitaciones de hoteles donde Liszt pernoctaba y las recibía; era un orgullo para ellas haber estado con el afamado pianista.

Dos amantes
Esa mundanidad cobró aliento gracias a la relación que Liszt tuvo con su primera amante, la condesa Marie D’ Agoult. Tuvieron tres hijos, Blandina, Daniel y Cósima. Los dos primeros murieron jóvenes, sólo Cósima, la futura segunda esposa de Wagner, los sobrevivió. Liszt recibió también por entonces la influencia del abate Felicité de Lamennais, a quien la Iglesia prohibió a fin de cuentas actuar como tal y fue condenado a prisión por su actividad en pro de un supuesto paraíso en la tierra, una revolución de origen cristiano, pero a la larga demasiado laicista.

Liszt se separó de la condesa y en Weimar, como director musical de la corte, convivió con Carolina de Sayn-Wittgenstein, noble polaca. Los dos se hicieron cada vez más fervientes católicos, a pesar de que ella era una mujer casada, no con el compositor. Su matrimonio fracasó por diversos motivos. Los dos se dirigieron a la Santa Sede, solicitando inútilmente por un buen tiempo la anulación de ese matrimonio, para proceder religiosamente al muy anhelado entre ellos. La larga espera hizo que Carolina, mujer inteligente, de una gran perspicacia y sensibilidad a toda prueba –amaba la música y creía más en Liszt como compositor que como virtuoso- meditara a fondo sobre la necesidad de que, en determinados casos, y así era el suyo, se agilizara el proceso de las anulaciones, decisión que, como sabemos, ya adoptó el Papa Francisco. Escribió un extenso memorial en ese sentido, aunado a otras reflexiones sobre la Iglesia, en general, y lo envió al Vaticano.

Cuando falleció el marido de Carolina, cuando todo estaba dado para su matrimonio con Liszt, cuando el ferviente anhelo se hizo casi realidad, las circunstancias empezaron a cambiar. Liszt estaba cada vez más arrobado por su religiosidad, más consagrado a su obra y su pedagogía. Pasaba temporadas en Roma, en el convento de Santa Francisca Romana; se hizo buen amigo del Papa Nono, hoy beato, con quien sostuvo largas conversaciones. Le dedicó el Himno del Papa.
Alternaba la permanencia en la Ciudad Eterna con nuevas estadías en Weimar y Budapest; aunque era húngaro por origen familiar, no hablaba el idioma, pues había nacido en un territorio del imperio de los Habsburgo en que se hablaba alemán. Amaba su patria, le dedicó composiciones importantes, entre ellas la Misa Húngara de la Coronación, que se interpreta solemnemente con frecuencia en la celebración litúrgica del 15 de agosto, día del fallecimiento de San Esteban, el primer rey de Hungría, que se hizo bautizar, la cual tiene lugar en la vieja catedral restaurada de Buda, la ciudad vieja de Budapest. Se conmemora entonces el nacimiento como tal del Estado húngaro, celebración que ni el comunismo pudo acallar.
Liszt, como Sören Kierkegaard a su prometida Regina, terminó renunciando a la unión conyugal con Carolina. Se mostró inflexible en su oposición al divorcio de Cósima con su primer marido, Hans von Bülow, su pupilo y el de Wagner, con quien ella se unió en segundas nupcias. Por esa razón, Cósima no tratará luego a su padre de la mejor manera. El compositor optó por hacer los primeros votos en la Orden Franciscana; desde entonces fue el padre Liszt; vistió la sotana hasta su muerte.

Leslie Howard: una vida consagrada a Liszt
En 1999, el pianista Leslie Howard acaba la primera grabación mundial en serie de discos unitarios de la obra pianística completa de Liszt. Son noventa y nueve discos compactos (Hyperion; edición completa de 2011), ciento veinte horas de música, récord Guinness por horas de permanencia en un estudio de grabación y cantidad de material grabado.


Howard ha dedicado una parte considerable de su vida a investigar sobre la obra de Liszt; por primera vez salen a relucir primeras, segundas y hasta terceras versiones de varias obras, así como se dan a conocer algunas por primera vez.

Una nota, en medio de tantas notas, es sobresaliente: la cantidad y calidad de las composiciones religiosas; Ave María (varias y distintas versiones), Ave Maris Stella, Rosario, Magnificat (Liszt es un compositor muy mariano),  San Francisco, Excelsior!, las célebres Armonías poéticas y religiosas, Árbol de Navidad, y otras tantas. Nadie le impuso al compositor la autoría de la mayor parte de esas obras. Las compuso con toda libertad, por propia iniciativa. Se sabía ya que tenía obras pianísticas de carácter religioso, que habían sido interpretadas ya por grandes pianistas, pero Howard revela hasta qué punto lo son y cómo eran algunas, incluso para los lisztómanos más apasionados, ilustres desconocidas.

Howard, que se ha convertido así en la mayor autoridad del mundo en la materia de la obra para piano del compositor húngaro (también conoce muy bien su obra orquestal y vocal), ha escrito: “La mayor parte de las grabaciones se efectuó en iglesias (por lo demás, de excelente acústica), lo que me proporcionó siempre un placer muy particular, porque muchas de las obras de Liszt están estrechamente ligadas a su fe”.

Leslie Howard, pianista y compositor australiano nacido en 1948, es el mayor estudioso del mundo en la obra de Franz Liszt.

Howard, al igual que otros melómanos, cree que la obra magna de Liszt es el oratorio Cristo, muy raramente interpretado, pues requiere para ello de un suntuoso aparato vocal e instrumental.  Una obra de fe radiante y majestuosa que el compositor dividió en tres partes, Navidad, Después de la Epifanía, y Pasión y Resurrección.

Un oratorio que rivaliza seriamente con las Pasiones de Johann Sebastian Bach, el Mesías y demás oratorios de Georg Friedrich Händel y Joseph Haydn, también ferviente católico. Una obra de ternura y arrobamiento místico, una auténtica profesión de fe.

Liszt resumió así la historia de su oratorio: “El plan se remonta tan lejos como a los comienzos de la década del cincuenta.  Junto con Wagner hablamos al respecto con gran detalle en 1853, en Zurich. Realmente, comencé a trabajar en mi idea en 1864 en Santa Francisca Romana y el Monte Mario, pero tuve grandes dificultades al tratar de avanzar en ella.  En 1866, sin embargo, la composición fue completada”.

Un esfuerzo que valió la pena. Lástima que sus resultados sean tan poco conocidos hasta el momento.

Aclamado y solo, pero en compañía de Dios
Liszt, hombre de vastísima cultura, tomaba muy a pecho la calidad de su obra, pero, luego de haber experimentado hasta la saciedad el orgullo de ser admirado por multitudes, supo valorar inmensamente la vida interior y contemplativa. Hombre de intensa oración –ante un altar doméstico que tenía en Weimar, por ejemplo, le pidió a Dios que lo iluminara para saber si debía dirigir o no el estreno del Lohengrin de Wagner, a quien acababa de conocer-, experimentó vivamente lo que es la soledad en la única compañía de Dios. La soledad de la contemplación sanjuanista (San Juan de la Cruz) puede llegar a ser la auténtica medida de la fe, según Kierkegaard.

Howard dice: “Fue un hombre que pasó una gran parte de su vida rodeado de numerosos acólitos, pero que se volvió a encontrar de nuevo sin el menor amigo próximo en su vida”. De nuevo porque en su infancia no tuvo prácticamente amigos. Tal vez todo quede bien resumido en el título de una de sus Armonías poéticas y religiosas, tomado de un poema de Lamartine: La bendición de Dios en la soledad. Y, como buen creyente, muy seguramente se veía a sí mismo como un siervo inútil del Todopoderoso.


REL - Juan Diego Caicedo González

Pequena agenda do cristão

SeGUNDa-Feira



(Coisas muito simples, curtas, objectivas)



Propósito:
Sorrir; ser amável; prestar serviço.

Senhor que eu faça ‘boa cara’, que seja alegre e transmita aos outros, principalmente em minha casa, boa disposição.

Senhor que eu sirva sem reserva de intenção de ser recompensado; servir com naturalidade; prestar pequenos ou grandes serviços a todos mesmo àqueles que nada me são. Servir fazendo o que devo sem olhar à minha pretensa “dignidade” ou “importância” “feridas” em serviço discreto ou desprovido de relevo, dando graças pela oportunidade de ser útil.

Lembrar-me:
Papa, Bispos, Sacerdotes.

Que o Senhor assista e vivifique o Papa, santificando-o na terra e não consinta que seja vencido pelos seus inimigos.

Que os Bispos se mantenham firmes na Fé, apascentando a Igreja na fortaleza do Senhor.

Que os Sacerdotes sejam fiéis à sua vocação e guias seguros do Povo de Deus.

Pequeno exame:

Cumpri o propósito que me propus ontem?




O optimismo cristão

Temos de ser optimistas, mas com um optimismo que nasce da fé no poder de Deus.
O optimismo cristão não é um optimismo adocicado, nem tão pouco uma confiança humana em que tudo correrá bem.

É um optimismo que mergulha as suas raízes na consciência da liberdade e na segurança do poder da graça; um optimismo que leva a exigirmo-nos a nós próprios, a esforçarmo-nos por corresponder em cada instante aos chamamentos de Deus. (Forja, 659)

Tarefa do cristão: afogar o mal em abundância de bem. Nada de fazer campanhas negativas, nem de ser anti-nada. Pelo contrário: viver de afirmação, cheios de optimismo, com juventude, alegria e paz; olhar para todos com compreensão: os que seguem Cristo e os que O abandonam ou não O conhecem.

Compreensão, porém, não significa abstencionismo, nem indiferença, mas actividade. (Sulco, 864)

O Senhor – repito – deu-nos o mundo por herança. Temos de ter a alma e a inteligência despertas; temos de ser realistas, sem derrotismos. Só uma consciência cauterizada, só a insensibilidade produzida pela rotina, só o estouvamento frívolo podem permitir que se contemple o mundo sem ver o mal, a ofensa a Deus, o dano por vezes irreparável para as almas. É preciso sermos optimistas, mas com um optimismo que nasça da fé no poder de Deus – Deus não perde batalhas – com um optimismo que não proceda da satisfação humana, duma complacência néscia e presunçosa. (Cristo que passa, 123)

A alegria, o optimismo sobrenatural e humano, são compatíveis com o cansaço físico, com a dor, com as lágrimas – porque temos coração –, com as dificuldades na nossa vida interior ou na tarefa apostólica.

Ele, «perfectus Deus, perfectus homo», perfeito Deus e perfeito homem, que tinha toda a felicidade do Céu, quis experimentar a fadiga e o cansaço, o pranto e a dor..., para que percebermos que para ser sobrenaturais temos de ser muito humanos. (Forja, 290)

Nosso Senhor quis que os seus filhos, que recebemos o dom da fé, manifestemos a visão optimista original da criação, o «amor ao mundo» que palpita no cristianismo.

Portanto, não deve faltar nunca entusiasmo no teu trabalho profissional nem no teu empenho por construir a cidade temporal. (Forja, 703)

Esse desalento, porquê? Pelas tuas misérias? Pelas tuas derrotas, às vezes contínuas? Por uma queda grande, grande, que não esperavas?

Sê simples. Abre o coração. Olha que não está tudo perdido. Ainda podes continuar, e com mais amor, com mais carinho, com mais fortaleza.

Refugia-te na filiação divina: Deus é teu Pai amantíssimo. Esta é a tua segurança, o ancoradouro onde lançar a âncora, aconteça o que acontecer na superfície deste mar da vida. E encontrarás alegria, força, optimismo, vitória! (Via Sacra, 7, 2)


Dantes eras pessimista, indeciso e apático. Agora, estás totalmente transformado: sentes-te audaz, optimista, seguro de ti mesmo..., porque finalmente te decidiste a buscar o teu apoio só em Deus. (Sulco, 426)

Diálogos apostólicos

Diálogos apostólicos II Parte

Fim do Mundo – 5

Pergunto:

E a conversão dos judeus?

Respondo:


Em Rom 11, 26-27, fala-se de que chegará um momento futuro em que "todo Israel se salve", mas esta afirmação não vai unida ao fim do mundo. 

A conversão terá lugar, mas o fim de mundo pode ser muito posterior.

Bento XVI – Pensamentos espirituais 159

A tentação


Para realizar a vida em plena liberdade é preciso superar a prova que a própria liberdade comporta, ou seja, a tentação.

Somente liberta da escravidão da mentira e do pecado, e graças à obediência da fé que a abre à verdade, a pessoa humana consegue encontrar o pleno sentido da sua existência e atingir a paz, o amor e a alegria.

Angelus, (5.Mar.06)

(in “Bento XVI, Pensamentos Espirituais”, Lucerna 2006)

Evangelho e comentário

Tempo Comum


Evangelho: Lc 10, 25-37

25 Levantou-se, então, um doutor da Lei e perguntou-lhe, para o experimentar: «Mestre, que hei-de fazer para possuir a vida eterna?» 26 Disse-lhe Jesus: «Que está escrito na Lei? Como lês?» 27 O outro respondeu: «Amarás ao Senhor, teu Deus, com todo o teu coração, com toda a tua alma, com todas as tuas forças e com todo o teu entendimento, e ao teu próximo como a ti mesmo.» 28 Disse-lhe Jesus: «Respondeste bem; faz isso e viverás.» 29 Mas ele, querendo justificar a pergunta feita, disse a Jesus: «E quem é o meu próximo?» 30 Tomando a palavra, Jesus respondeu: «Certo homem descia de Jerusalém para Jericó e caiu nas mãos dos salteadores que, depois de o despojarem e encherem de pancadas, o abandonaram, deixando-o meio morto. 31 Por coincidência, descia por aquele caminho um sacerdote que, ao vê-lo, passou ao largo. 32 Do mesmo modo, também um levita passou por aquele lugar e, ao vê-lo, passou adiante. 33 Mas um samaritano, que ia de viagem, chegou ao pé dele e, vendo-o, encheu-se de compaixão. 34 Aproximou-se, ligou-lhe as feridas, deitando nelas azeite e vinho, colocou-o sobre a sua própria montada, levou-o para uma estalagem e cuidou dele. 35 No dia seguinte, tirando dois denários, deu-os ao estalajadeiro, dizendo: ‘Trata bem dele e, o que gastares a mais, pagar-to-ei quando voltar.’ 36 Qual destes três te parece ter sido o próximo daquele homem que caiu nas mãos dos salteadores?» 37Respondeu: «O que usou de misericórdia para com ele.» Jesus retorquiu: «Vai e faz tu também o mesmo.»

Comentário:

Ficará para sempre gravada nos homens esta parábola do Samaritano que São Lucas com magistral descrição converte no paradigma da solidariedade humana.

Como se vê, não está dirigida nem a cristãos ou a outros quaisquer em especial, mas a todos os homens.

A solidariedade e, sem dúvida, um dos mais nobres sentimentos humanos, mas, não ser trata de algo frio, “técnico”, previdente.
Precisa de algo mais, da compaixão concreta e realista que assegura a pureza das intenções e completa a necessidades do outro.

O samaritano não se limitou a tratar da vítima dos ladrões, assegurou que ficaria bem entregue, mas mãos do estalajadeiro enquanto prosseguia a sua viajem.

Não deixou incompleta a sua acção, fez tudo quanto estava ao seu alcance fazer.


(AMA, comentário sobre Lc 10, 25-37, 14.07.2013)