Nos tocaba lavar la ropa y la verdad es que estos días
hace un sol estupendo, así que, en lugar de tender dentro, tendimos fuera. El
tendedero es una zona asfaltada de la huerta que tiene unas seis cuerdas fijas.
Una vez tendida la primera lavadora fuimos a desayunar y,
al rato, tocaba tender la segunda. Sacamos el cubo fuera. Para llegar al otro
lado de las cuerdas tenía que pasar por
debajo de la ropa ya tendida. De repente, "plof", me choqué con algo
que me golpeó en la cara. Era duro como si de un cartón se tratase.
Miré a ver qué me había golpeado, pero no pude descubrir
el arma del delito. ¡Sólo había ropa tendida! ¡La tela no golpea! Con la mano
aparté la bata que estaba tendida a mi altura y... ¡estaba congelada! ¡Como una
piedra! Hacia sol... pero no calor. Me había golpeado una bata dura, una bata
congelada.
En muchos momentos estamos así: parece que el sol brilla
a nuestro alrededor, que todo es óptimo para que estemos bien. Sin embargo, a
medida que nos vamos encontrando con unos y otros, sentimos que golpeamos como
a la bata tendida le ocurrió. Nos gustaría ser suaves al tacto, blandos en el
carácter, pero el corazón parece congelado.
Tantos momentos en que las personas pasan por nuestro
tendedero y les golpeamos con una mala contestación, con una ironía, con una
respuesta que les reduce... Y cuántas veces nos duele vernos congelados, ver
que no hemos abierto el corazón en actitud de acogida y comprensión. ¡Queremos
ser "buenos" pero no podemos!
¿Sabes qué pasó al cabo de unas horas? Volvimos, y la
bata ondeaba al aire completamente seca, suave y blanda. Así puede haber muchos
momentos en los que sientes no cambiar, ser el mismo. Pero no, Cristo está
brillando para ti. Sólo tienes que presentarle ese punto de tu carácter que te
hace caer, que te hace sentirte "congelado"... que, en su momento,
ondearas completamente seco. No te rindas, el sol brilla todo el día.
Hoy el reto del amor es que, cuando metas la pata en
alguna contestación o actuación, no vayas contra ti. Mira al Señor, ponte al
Sol y dile que derrita el hielo con el que a veces golpeas. Y de Su Mano... ¡a
seguir caminando!
VIVE DE CRISTO
Año del Señor 2017, Lerma,4 de enero
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