Toda la ignominia que ha rodeado la muerte de Rita
Barberá [1],
empezando por ese grotesco minuto de silencio que le dedicaron (o se negaron a
dedicarle) quienes antes la habían empujado a la muerte se explica porque
España es una cáscara vacía que se ha quedado sin Dios.
Afirmaba Foxá que los minutos de silencio son “la cáscara
vacía de la oración”; o sea, una oración que se ha quedado sin su meollo, sin
su dulce amado centro, que es Dios. Toda la ignominia que ha rodeado la muerte
de Rita Barberá, empezando por ese grotesco minuto de silencio que le dedicaron
(o se negaron a dedicarle) quienes antes la habían empujado a la muerte se
explica porque España es una cáscara vacía que se ha quedado sin Dios. Decía
ingenuamente el Kirilov de Dostoievski que “si Dios no existe, todo está permitido”;
pero lo que en realidad ocurre es que, si Dios no existe, nada puede ser
perdonado. En las sociedades que se han quedado sin Dios hay muchas cosas que
no están admitidas (en general, todas las cosas nobles y buenas), pero nadie
puede perdonarnos, porque el Dios misericordioso ha sido suplantado por unos
diosecillos puritanos que, como el doctor Pedro Recio de Tirteafuera hacía con
Sancho, nos apuntan con su varilla cada vez que cometemos un pecado, negándonos
el perdón. Sólo en un mundo lleno de Dios fluye la vida de tal modo que haya
pecado y perdón; pero allí donde falta Dios los pecados nunca se perdonan y la
vida se coagula en la acusación y el reproche, porque los diosecillos puritanos
nunca dejan de señalar nuestras culpas. Y como en un mundo sin Dios tampoco hay
vida de ultratumba, los diosecillos puritanos que señalan los pecados del
prójimo extienden su jurisdicción incluso más allá de la muerte. Por eso Pablo
Iglesias, cual Pedro Recio de Tirteafuera que administra una severa dieta moral
al prójimo, considera que nada puede ser perdonado, ni siquiera en esa otra
vida donde antaño Dios era único juez, y se niega a guardar un minuto de
silencio en homenaje a la difunta Rita Barberá.
La impiedad de Pablo Iglesias resulta, sin embargo,
irreprochablemente lógica en un mundo sin Dios, en el que no puede haber
perdón. En una sociedad religiosa, ante un cadáver se detiene el ansia
justiciera, se aplaca la cólera, enmudecen los reproches; porque “la muerte
todo lo calla”. Pero esta lección elemental de antropología no vale para las
sociedades sin Dios, donde el puritanismo no deja de acusar ni siquiera en
presencia de la muerte, donde el furor censorio de los que se creen
irreprochables no se detiene ante el sufrimiento del prójimo. Pero más patético
aún que este puritanismo rigorista de Iglesias es el puritanismo con freno y
marcha atrás de los correligionarios de Rita Barberá, que ahora se muestran muy
lloricas ante su cadáver, después de haberla abandonado a su suerte cuando aún
estaba viva, mientras los medios de comunicación carroñeros le lanzaban
dentelladas sin descanso, hasta conseguir que la depresión y la ansiedad la
convirtieron en una sombra de lo que fue, hasta conseguir que su corazón
reventara. Y estos correligionarios puritanos, después de abandonarla en vida,
pretenden que su muerte tenga un efecto lustral o amnésico sobre su vileza,
como si fuese la sangre del Cordero, lavando sus faltas de ayer mismo, cuando
la expulsaron de su partido, cuando la dejaron sola ante las dentelladas de los
carroñeros, cuando la evitaban en los pasillos, cuando no le cogían el
teléfono, cuando la trataban con displicencia y hasta con desdeñosa crueldad,
como siempre hacen los puritanos con el pecador (aunque sepan que no ha pecado,
aunque sepan que ha pecado menos que ellos). Pero la muerte de Barberá, lejos
de lavar la culpa de sus correligionarios, la hace resplandecer como una llama.
¿Y cómo piensan estos puritanos alcanzar el perdón de sus
culpas? No será, desde luego, celebrando minutos de silencio, cáscaras vacías
de donde ha desertado Dios, el único que –muerta Rita Barberá– podría
perdonarlos.
juan manuel de prada
Artículo publicado en ABC el 26 de noviembre de 2016.
[1] María Rita Barberá Nolla foi uma política
espanhola do Partido Popular. Foi a prefeita da cidade de Valência entre 1991 e
2015. Nascimento: 16 de julho de 1948, Valência, Espanha
Falecimento:
23 de novembro de 2016, Madri, Espanha
Sem comentários:
Enviar um comentário
Nota: só um membro deste blogue pode publicar um comentário.