Ayer, paseando por la huerta, me encontré unos paquetitos
en el suelo. Me agaché y los recogí. Eran cuatro.
Hace ya tiempo, alguna persona empezó a lanzar monedas
por encima de la tapia del convento, justo por la zona del jardín del
Noviciado. Más tarde comenzó a lanzarlas pegadas en un papel de la primitiva de
esa semana que, por supuesto, no le había tocado. Ahora envuelve las monedas
con el papel y lo cierra con pegamento como si fuese un pequeño paquete. Y eso
fue lo que encontré. Cuatro pequeños paquetes.
Al principio esto me hacia gracia, pero, según pasaba el
tiempo, comenzó a gustarme menos: me recordaba a esas fuentes en que echas una
moneda para tener buena suerte, o algo así. Mi cabeza empezó a interpretar,
tratando de averiguar por qué lanzaban esos céntimos a la huerta, y me metí en
juicios pensando de todo...
Quería saber la razón, pero me di cuenta de que no
encontraba respuestas... y que el interpretar sólo me hacía daño. Sentí en mi
corazón que el Señor con eso me estaba diciendo que nunca me faltaría su
Providencia, que Él cuidaba de mí. Por otro lado, siempre que encuentro las
monedillas, rezo por esa persona. Y pregunté al Señor: "Jesús, ¿tú qué
harías?"
Y, descubrí en el Evangelio que Él se dejaba cuidar por
Zaqueo, o por las mujeres... y también cambiaba las situaciones: siempre veía
lo bueno de todo. Le pedían que les curase, y Jesús les preguntaba por su fe.
Poco después, al comentarlo, una hermana me dijo:
-Guarda todo lo que te encuentres en un bote y, cuando
tengas suficiente, ofrece una Misa por la persona que lo lanza.
A mí se me quedó una cara de asombro... ¡No se me había
ocurrido! Yo estaba enredada en mis razones... y ahora salgo a la huerta y,
cuando me encuentro algún paquete, vuelvo feliz al bote de Jesús para poder
llenarlo y poder regalar a esa persona lo más grande que tenemos en la Tierra,
que es una Eucaristía.
Hoy el reto del amor es dejar en Cristo esa situación que
no entiendes, que te está metiendo en interpretaciones que acaban en juicios:
al final el que sufre es tu corazón. Entrégaselo a Cristo para que Él muera por
ello y resucite, y a ti te lo devuelva resucitado. Pídele ojos nuevos para que
te dé su mirada para encontrar sentido a la situación y poder ser feliz en
ello. Hoy cambia tu actitud ante esa situación que tienes en tu corazón: deja
de razonar, primero Ora y después Ama. El amor es creativo... Ora, y verás cómo
SÍ que lo transforma. Pero, cuando lo transforme, no pienses que es casualidad,
es el Señor, que está vivo y se hace presente en tu vida.
VIVE DE CRSTO
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