Nació en Dotnuva, Lituania septentrional, el 22 de julio de 1938.
Desde pequeña tiene un carácter fuerte y exuberante, ama y practica el deporte.
Sus padres tienen una fe viva “encarnada en virtudes como la lealtad, el valor,
la alegría, la pasión por el trabajo y la gratuidad hacia los pobres”. Le
transmiten la fe – rezan cada noche de rodillas todos juntos – que es muy difícil
de vivir abiertamente durante la ocupación soviética, pero no para Nijolė, que
va a la iglesia y no deja de santiguarse en lugares públicos.
Arresto y cárcel
El 27 de agosto de 1974 fue arrestada por el KGB en su casa: la
descubrieron mientras mecanografiaba el n. 11 de la revista clandestina
“Crónica de la Iglesia católica en Lituania”, periódico que desde unos años
estaba dando voz al movimiento popular por la libertad de conciencia y
religiosa.
Registraron su apartamento, y luego siguió el interrogatorio en la
sede del KGB para hacerle revelar los nombres de otros colaboradores de la
revista. Ella no cede y la encierran durante 17 días en una celda de
aislamiento. Pasa el tiempo rezando y cantando himnos, dando gracias a Dios por
no haber implicado a otros en su arresto. Empieza a perder peso y el pelo,
después de la independencia del país en 1990 descubriría que su celda estaba junto
a una sala con material radiactivo.
En la celda, más feliz que nunca
Después, Nijolė permaneció presa en la cárcel de Vilna durante
diez meses, que recuerda de forma sorprendente como “los más bellos de mi vida,
porque nunca había sentido a Dios tan cerca”.
Fue procesada ilegalmente y sin testigos el 16-17 de junio de
1975, renuncia a la asistencia de un abogado, y esta fue su autodefensa:
“Quiero comenzar diciendo que os amo a todos como a mis hermanos y
hermanas, y que si fuera el caso, no dudaría en dar la vida por cada uno de
vosotros (…) Este es el día más feliz de mi vida. Yo soy juzgada por la Crónica
de la Iglesia católica en Lituania, que lucha contra la tiranía física y
espiritual sobre los hombres. ¡Esto significa que hoy soy procesada a causa de
la verdad y del amor a los hombres!
Su “delito” le valió seis años de condena, tres de ellos en
Siberia, en durísimas condiciones físicas.
El milagro de Juan Pablo II
Nijolė Sadūnaitė sufrió varios trastornos a causa de esas
radiaciones, entre ellos una gravísima anemia. Pero, el 19 y 20 agosto 1989 en
Santiago de Compostela, durante la Jornada Mundial de la Juventud, el Santo
Padre Juan Pablo II– que, conociendo la historia de la mujer, quiso recibirla –
le impone las manos y la cura: los siguientes análisis muestran una sangre
totalmente regenerada, como si se los hubieran hecho a otra persona”.
Nijolė vive aún, y como relata Paola Ida Orlandi lo que más
impresiona es su mirada “libre de odio”, libre de la obsesión por el pasado y
lleno de gratitud:
“Una mirada tan abierta y profunda hace surgir la belleza en la
realidad más dura: en el enemigo sabe ver a un hermano, y en el campo de
concentración, un lugar de amistad”.
ReL11 diciembre 2016
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