Segundo a edição de 1562
PRÓLOGO
CAPÍTULO 36
21.
Porque ya creo tengo dicho algo de esto, no digo aquí más de cómo esta vez me
mostró rigor y sólo me dijo que en ninguna manera tomase renta y que por qué no
quería tomar su consejo, y desapareció luego.
Yo
quedé espantada, y luego otro día dije al caballero - que era a quien en todo
acudía como el que más en ello hacía- lo que pasaba, y que no se concertase en
ninguna manera tener renta, sino que fuese adelante el pleito. El estaba en
esto mucho más fuerte que yo, y holgóse mucho; después me dijo cuán de mala gana
hablaba en el concierto.
22.
Después se tornó a levantar otra persona, y sierva de Dios harto, y con buen
celo; ya que estaba en buenos términos, decía se pusiese en manos de letrados.
Aquí tuve hartos desasosiegos, porque algunos de los que me ayudaban venían en
esto, y fue esta maraña que hizo el demonio, de la más mala digestión de todas.
En todo me ayudó el Señor, que así dicho en suma no se puede bien dar a
entender lo que se pasó en dos años que se estuvo comenzada esta casa, hasta
que se acabó. Este medio postrero y lo primero fue lo más trabajoso.
23.
Pues aplacada ya algo la ciudad, diose tan buena maña el Padre Presentado
Dominico que nos ayudaba, aunque no estaba presente, mas habíale traído el
Señor a un tiempo que nos hizo harto bien y pareció haberle Su Majestad para
solo este fin traído, que me dijo él después que no había tenido para qué
venir, sino que acaso lo había sabido. Estuvo lo que fue menester. Tornado a ir,
procuró por algunas vías que nos diese licencia nuestro Padre Provincial para
venir yo a esta casa con otras algunas conmigo, (que parecía casi imposible
darla tan en breve), para hacer el oficio y enseñar a las que estaban. Fue
grandísimo consuelo para mí el día que vinimos.
24.
Estando haciendo oración en la iglesia antes que entrase en el monasterio,
estando casi en arrobamiento, vi a Cristo que con grande amor me pareció me
recibía y ponía una corona y agradeciéndome lo que había hecho por su Madre.
Otra
vez, estando todas en el coro en oración después de Completas, vi a nuestra
Señora con grandísima gloria, con manto blanco, y debajo de él parecía ampararnos
a todas; entendí cuán alto grado de gloria daría el Señor a las de esta casa.
25.
Comenzado a hacer el oficio, era mucha la devoción que el pueblo comenzó a
tener con esta casa. Tomáronse más monjas, y comenzó el Señor a mover a los que
más nos habían perseguido para que mucho nos favoreciesen e hiciesen limosna; y
así aprobaban lo que tanto habían reprobado, y poco a poco se dejaran del
pleito y decían que ya entendían ser obra de Dios, pues con tanta contracción
Su Majestad había querido fuese adelante. Y no hay al presente nadie que le parezca
fuera acertado dejarse de hacer, y así tienen tanta cuenta con proveernos de
limosna, que sin haber demanda ni pedir a nadie, los despierta el Señor para
que nos la envíen, y pasamos sin que nos falte lo necesario, y espero en el
Señor será así siempre; que, como son pocas, si hacen lo que deben como Su
Majestad ahora les da gracia para hacerlo, segura estoy que no les faltará ni
habrán menester ser cansosas, ni importunar a nadie, que el Señor se tendrá
cuidado como hasta aquí. [26] Que es para mí grandísimo consuelo de verme aquí metida
con almas tan desasidas. Su trato es entender cómo irán
adelante
en el servicio de Dios. La soledad es su consuelo, y pensar de ver a nadie que
no sea para ayudarlas a encender más el amor de su Esposo, les es trabajo,
aunque sean muy deudos; y así no viene nadie a esta casa, sino quien trata de
esto, porque ni las contenta ni los contenta. No es su lenguaje otro sino
hablar de Dios, y así no entienden ni las entiende sino quien habla el mismo.
Guardamos
la Regla de nuestra Señora del Carmen, y cumplida ésta sin relajación, sino
como la ordenó fray Hugo, Cardenal de Santa Sabina, que fue dada a 1248 años,
en el año quinto del Pontificado del Papa Inocencio IV.
27.
Me parece serán bien empleados todos los trabajos que se han pasado. Ahora,
aunque tiene algún rigor, porque no se come jamás carne sin necesidad y ayuno
de ocho meses y otras cosas, como se ve en la misma primera Regla, en muchas
aun se les hace poco a las hermanas y guardan otras cosas que para cumplir ésta
con más perfección nos han parecido necesarias. Y espero en el Señor ha de ir
muy delante lo comenzado, como Su Majestad me lo ha dicho.
28.
La otra casa que la beata que dije procuraba hacer, también la favoreció el
Señor, y está hecha en Alcalá, y no le faltó harta contradicción ni dejó de
pasar trabajos grandes. Sé que se guarda en ella toda religión, conforme a esta
primera Regla nuestra. Plega al Señor sea todo para gloria y alabanza suya y de
la gloriosa Virgen María, cuyo hábitotraemos, amén.
29.
Creo se enfadará vuestra merced de la larga relación que he dado de este
monasterio, y va muy corta para los muchos trabajos y maravillas que el Señor
en esto ha obrado, que hay de ello muchos testigos que lo podrán jurar, y así
pido yo a vuestra merced por amor de Dios, que si le pareciere romper lo demás
que aquí va escrito, lo que toca a este monasterio vuestra merced lo guarde y, muerta
yo, lo dé a las hermanas que aquí estuvieren, que animará mucho para servir a
Dios las que vinieren, y a procurar no caiga lo comenzado, sino que vaya
siempre adelante, cuando vean lo mucho que puso Su Majestad en hacerla por
medio de cosa tan ruin y baja como yo.
Y
pues el Señor tan particularmente se ha querido mostrar en favorecer para que
se hiciese, paréceme a mí que hará mucho mal y será muy castigada de Dios la
que comenzare a relajar la perfección que aquí el Señor ha comenzado y
favorecido para que se lleve con tanta suavidad, que se ve muy bien es
tolerable y se puede llevar con descanso, y el gran aparejo que hay para vivir siempre
en él las que a solas quisieren gozar de su esposo Cristo; que esto es siempre
lo que han de pretender, y solas con El solo, y no ser más de trece; porque
esto tengo por muchos pareceres sabido que conviene, y visto por experiencia,
que para llevar el espíritu que se lleva y vivir de limosna y sin demanda, que
no se sufre más. Y siempre crean más a quien con trabajos muchos y oración de
muchas personas procuró lo que sería mejor; y en el gran contento y alegría y
poco trabajo que en estos años que ha estamos en esta casa vemos tener todas, y
con mucha más salud que solían, se verá ser esto lo que conviene. Y quien le pareciere
áspero, eche la culpa a su falta de espíritu y no a lo que aquí se guarda, pues
personas delicadas y no sanas, porque le tienen, con tanta suavidad lo pueden
llevar, y váyanse a otro monasterio, adonde se salvarán conforme a su espíritu.
SANTA TERESA DE JESÚS O DE ÁVILA
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