Hay quien dice que, para
conocer a una mujer, basta con ver qué lleva en su bolso. ¡Es que cabe de todo!
Las monjas no empleamos este socorrido complemento... ¡pero damos uso a los
bolsillos!
En invierno, debajo del hábito,
llevamos un "refajo" (una falda de lana). Es muy, muy elástico... así
que, desde hace ya mucho tiempo, mis bolsillos han pasado a la categoría de
alforjas. El problema está en que, con tanto peso, ¡se me ha dado de sí la goma
que sujeta el refajo a la cintura!
He querido quitar cosas para
aligerar la carga, pero ya no hay remedio: se me sigue cayendo. La goma no ha
vuelto a su ser, ¡y tampoco los bolsillos! Pero ahora que están (casi) vacíos,
se nota todavía más lo amplios que se han hecho; ¡son enormes!
Y de pronto me he dado cuenta...
¡así actúa Cristo en nuestro corazón! Cada vez que estamos un rato con Él,
Cristo derrama unas gotitas (o un chorro) de amor en nuestro corazón. Puede que
no nos demos cuenta, como yo, que me iba guardando cosas en los bolsillos sin
pensarlo... pero, gota a gota, ¡le hace crecer, para que pueda amar más!
Hoy el reto del amor es dejar
que Cristo haga más amplio tu bolsillo. Es lunes y puede que, un día como hoy,
haya alguna persona o situación que se te haga cuesta arriba: no puedes amar,
no te cabe en el corazón. No pienses que las cosas son así y no hay remedio...
en Cristo siempre hay esperanza. Cristo está deseando que te pongas en sus
manos para llevarte a donde tú no puedes llegar. Por ello, hoy te invito a que,
en tu oración, presentes a esa persona al Señor. Ora por él o ella... Deja que
Cristo llene tu corazón, ¡que sea Él quien lo ensanche! ¡Hoy ama con el amor de
Cristo! ¡Feliz día!
VIVE DE CRISTO
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