Ayer teníamos una visita en el
locutorio y, al ir a despedirnos, pidieron sacarnos juntos una foto. Nos dimos
la vuelta, ellos se pusieron detrás, moví el brazo y..."plof".
-Oh, oh...
Les habíamos regalado una taza
que, con mucho cariño, habíamos personalizado con sus nombres y habían recibido
con gran ilusión. Y ese sonido inconfundible...
"¡La taza, he tirado la
taza con el brazo!", pensé alarmada.
No me atrevía ni a mirar al suelo,
y la cara de Diana estaba desfigurada del disgusto... uno de esos momentos en
los que te gustaría retroceder en el tiempo. Finalmente miré al suelo y,
efectivamente, ya no era una taza. ¡Qué calor de repente! ¿Qué solución podría
haber? ¿Pegarla? Imposible.
Todas a una, nos pusimos a
hacer una nueva taza en tiempo récord, desapareciendo el disgusto por completo.
Cuántas cosas en nuestra vida
nos hacen plantearos:
-Si pudiese retroceder...
Si pudiese retirar esa palabra
hiriente, si pudiese hacer lo que no hice, si no hubiese tomado esta decisión,
si...
Y así intentamos arreglar con
pegamento las tazas que se rompen en nuestra vida. Recogemos corriendo los
trocitos, los escondemos... y las heridas quedan en nuestro corazón.
Cristo no quiere que arregles
esas tazas rotas, ni echa pegamento sobre tus heridas; Cristo siempre te da una
taza nueva, ¡una nueva oportunidad!
Hoy el reto del Amor es que,
cada vez que pienses en algo de ti que te haga sentir herido o roto por dentro,
no te quedes en ti, sino que lleves tu taza a Cristo. Deja que Él te sane, que
Él te restaure.
VIVE DE CRISTO
Sem comentários:
Enviar um comentário
Nota: só um membro deste blogue pode publicar um comentário.