Después de las Navidades, todavía teníamos todo lleno de
figuras del Niño Jesús, árboles de Navidad, Belenes, decorados... y lo
podríamos haber tenido así hasta el año que viene (siempre hay cosas más
urgentes que hacer), pero nos decidimos y cada una se puso a recoger una parte.
Cuando iba quitando bolas de los árboles, luces y demás, pensaba en la
nostalgia con la que solemos recordar los días de Navidad, en lo que cuesta
volver a entrar en la vida cotidiana. Pero, esta vez, quitábamos todo rápido
para empezar con lo siguiente que nos ponía el Señor entre manos, no hubo
tiempo para contemplaciones.
Puede que te haya costado volver a la vida cotidiana
(incluso después de tantos días), te da pereza ir a trabajar, a clase, a volver
con lo de todos los días. Y es que el Señor no nos quiere anclados en el
pasado: si han sido unos días buenos, dale gracias por cada regalo; si no han
sido tan buenos, pídele que te saque de la tristeza. Pero en el día de hoy
Cristo te regala un día nuevo, un día para ser feliz.
El Señor quiere verte feliz, no quiere que pienses en el
pasado, entrégaselo para poder vivir el presente. A nosotras no nos dejó ni un
minuto para pensárnoslo, Él está vivo y enseguida nos puso nuevos proyectos
para anunciarle.
¿Tú te crees que está vivo? Los apóstoles no dejaron de
anunciarle, no terminaban en una ciudad, que ya estaban en otra. Lo mismo
estaban bautizando, que partiendo el pan, que ayudando a las personas... cuando
te agarras a Él, empiezas a vivir entregado. Cada día Él nos pone una misión,
atrévete a buscar la tuya.
Hoy el reto del amor es preguntarle al Señor cuál es tu
misión para el día. Te aseguro que Él te pondrá una situación en la que le vas
a ver, le vas a sentir. ¡Fíate! Puede que no llegues a lo que te habías
planeado para hoy pero la alegría que Él grabará en tu corazón no se podrá
comparar con nada.
VIVE DE CRISTO
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