QUE NO TE ENGAÑEN! HOMBRE O MUJER
CAPÍTULO V
SOBRE EL MATRIMONIO, LA FAMILIA, LA MATERNIDAD Y LA EUTANASIA.
LA MATERNIDAD
Resulta increíble que en la ideología de género la figura de la madre
constituye la cumbre de la sumisión y de la represión sexual que no debe
existir. Es necesario liberar a la mujer
de la maternidad por medio
de los anticonceptivos y del aborto. El
lesbianismo se presenta como una relación ideal por no involucrar dominio del hombre sobre
la mujer, ni posibilitar la procreación.
La ideología de género es una concepción totalitaria que no respeta los derechos de las personas. Ya hemos
visto como se intenta negar a los homosexuales
el intentar salir
de la homosexualidad. Simone de Beauvoir nos dice: “No debe permitirse a ninguna
mujer quedarse en casa para criar a sus hijos”, lo que ciertamente supone una
intromisión intolerable en la vida privada de las personas. Lo que se trata de conseguir es la total igualdad de los
sexos, y para ello las mujeres deben
comportarse como varones.
Desde luego somos iguales en
dignidad y derechos, pero nuestras diferencias no son sólo educativas, que se podrían
solucionar con una educación unisex,
sino que son también biológicas.
Pero como es necesario que la especie no se acabe, puede
haber relaciones sexuales esporádicas que no impliquen sumisión al varón,
pero sobre todo, las técnicas de reproducción artificial, constituirían el remedio
y para el futuro, tal vez se logre derribar las fronteras de la especie
o lograr híbridos
de hombre y máquina.
Afortunadamente la Biología no parece muy dispuesta a
plegarse a la ideología de género y nos dicta comportamientos para los que
estamos diseñados desde siempre: la conservación de la especie. Además hay
experiencias realizadas en niños muy pequeños, antes que entre
la educación, que prueban cómo
chicos y chicas tenemos intereses y gustos muy
diversos. Hay una frase que considero muy apropiada: “Hombres y mujeres
somos iguales, y en lo que somos iguales,
somos complementarios”.
Para la ideología de género la maternidad es la lacra que
impide la igualdad. No importa que sea algo biológico: hay que acabar con ella.
Desgraciadamente esa gente tiene mucho poder y mucho dinero público detrás,
como nos hemos podido dar cuenta al ver qué organizaciones están detrás. Están
empeñados en subvertir el orden natural
destruyendo los valores no digo cristianos, sino
simplemente humanos, fomentando a tope la homosexualidad y luchando contra la
heterosexualidad. Especialmente hay que erradicar las palabras padre y madre,
o papá y mamá.
Ahora bien, si preguntamos cuáles son las necesidades
básicas del ser humano, casi todo el mundo nos responderá: cariño y comida.
La Naturaleza, o si queremos
ser más exactos, Dios, ha dispuesto que el entorno más adecuado para la crianza
y educación de un niño sea la familia, a ser
posible una familia monógama, estable y donde el padre y la madre se
quieran. El niño necesita un entorno de cariño y percibe el afecto que sus padres
le tienen. El enorme cariño que una madre normal siente por su hijo
creo que es sencillamente evidente y en cuanto
a los padres, recuerdo lo que me decía uno: “los padres también nos entregamos
totalmente a nuestros hijos, pero lo hacemos de otro modo y se percibe menos”.
En consecuencia las primeras palabras que un niño educado en un ambiente normal
aprende a decir son mamá y papá, desde luego no progenitor A ni progenitor B.
Cuando pienso en la maternidad y en la ideología de género, no puedo
sino acordarme de Golda Meir, que fue Primera Ministra de Israel, quien declaró sobre la revolución sexual y el feminismo radical
en una entrevista a Oriana Fallaci:
«¿Se refiere a esas locas que queman
los sostenes y andan por ahí
desquiciadas y odian a los hombres? Son locas, locas. ¿Cómo se puede
aceptar a locas como ésas, para quienes quedar encintas es una desgracia y
tener hijos es una catástrofe? ¡Si es el privilegio mayor
que nosotras las mujeres
tenemos sobre los hombres!».
LA EUTANASIA
Cuando estas líneas
vean la luz, seguramente la eutanasia estará
legalizada en España con los votos de todos los Partidos,
salvo el PP y UPN. ¿Qué pensar
y también qué dice la Iglesia?
He aquí una breve síntesis:
Concilio Vaticano II. “Cuanto atenta contra la vida – homicidios
de cualquier clase, genocidios, aborto, eutanasia y el mismo suicidio deliberado -
… deshonran más a sus autores que a sus víctimas y son totalmente contrarias al honor debido al Creador” [i].
Catecismo de la Iglesia Católica: “(la eutanasia) es
moralmente inaceptable… es un acto homicida, que se ha de rechazar y excluir siempre” [ii] y “la eutanasia voluntaria, cualesquiera que sean sus formas
y motivos, constituye un homicidio. Es gravemente contraria a la dignidad de la persona humana y al respeto del Dios vivo, su Creador”
Encíclica “Evangelium Vitae” de san Juan Pablo II: “[iii]. De acuerdo con el Magisterio de mis Predecesores y en
comunión con los Obispos de la Iglesia católica, confirmo
que la eutanasia es una grave violación de la Ley de
Dios, en cuanto eliminación deliberada y moralmente inaceptable de una persona humana.
Esta doctrina se fundamenta en la ley natural y en la Palabra
de Dios escrita; es transmitida por la Tradición de la Iglesia
y enseñada por el
Magisterio ordinario y universal.
Semejante práctica conlleva, según las circunstancias, la malicia propia del suicidio o del homicidio.
66. Ahora bien, el suicidio
es siempre moralmente inaceptable, al igual que el homicidio. La tradición de la
Iglesia siempre lo ha rechazado como decisión gravemente mala… Compartir la
intención suicida de otro y ayudarle a realizarla mediante el llamado
« suicidio asistido » significa hacerse colaborador, y algunas veces
autor en primera persona, de una injusticia
que nunca tiene justificación, ni siquiera cuando es solicitada. La
eutanasia, aunque no esté motivada por el rechazo
egoísta de hacerse
cargo de la existencia del que sufre, debe
considerarse como una falsa piedad, más aún, como una preocupante « perversión » de la misma. En efecto, la verdadera « compasión » hace solidarios con el dolor
de los demás, y no elimina a la persona cuyo sufrimiento no se puede soportar.
El gesto de la eutanasia aparece aún más
perverso si es realizado por quienes —como
los familiares— deberían asistir
con paciencia y amor a su allegado,
o por cuantos —como los médicos—, por su profesión específica, deberían cuidar
al enfermo incluso
en las condiciones terminales más penosas.
La opción de la eutanasia es más grave cuando se
configura como un homicidio que otros
practican en una persona que no la pidió de ningún modo y que nunca dio su
consentimiento. Se llega además al colmo del arbitrio y de la injusticia cuando
algunos, médicos o legisladores, se arrogan el poder de decidir sobre quién debe
vivir o morir… De este modo, la vida del más
débil queda en manos del más fuerte;
se pierde el sentido de la justicia
en la sociedad y se mina en su misma raíz la confianza recíproca, fundamento de toda relación auténtica entre las personas”.
Papa Francisco, Exhortación Apostólica “Amoris Laetitia” [iv]: “La eutanasia y el suicidio asistido son graves amenazas para las familias
de todo el mundo. Su práctica es legal en muchos
países. La Iglesia, mientras se opone
firmemente a estas prácticas, siente
el deber de ayudar a las familias que cuidan de sus
miembros ancianos y enfermos.
Para mí el problema está en que “donde ya no se adora a
Dios, donde Él ya no es reconocido como el Señor
de la vida y de la muerte,
otros usurpan su lugar y ponen
en peligro la dignidad humana” [v]. Esto lo entendí cuando en cierta ocasión una mujer me
dijo: “soy sin religión, pero como el ser humano necesita creer en algo, yo en
lo que creo es en los horóscopos”. No pude por menos de pensar que cambiar Jesucristo
por los horóscopos, no es precisamente una opción afortunada. Y es que, como decía Chesterton, cuando se deja de creer
en Dios, enseguida se cree en cualquier cosa.
Pero la falta
de sentido común
y, con frecuencia, como consecuencia la presencia de la maldad, no es sólo a nivel individual, sino también colectivo. Así vemos como en nuestra
Sociedad la ideología relativista no distingue el Bien del Mal, la Verdad de la Mentira, a la que llamamos post-verdad y nos quedamos tan anchos; lo que ayer era malo,
hoy puede ser bueno y al revés.
Al fin y al cabo no hay ningún Ser Supremo por encima del hombre y quien
determina lo que ha de hacerse es el Poder.
Ya en las tentaciones de Jesucristo
una de ellas es la del Poder [vi], tentación que actualmente se expresa cuando se lo busca a través del Partido y estamos
dispuestos a obedecerle incluso cuando
nos pide algo
inmoral que va contra la conciencia y el sentido común, como sucede actualmente y no una vez sino muchas.
En una Nota del 21 de Mayo de este año, nuestros Obispos
de la Subcomisión de Familia
y Vida dicen:
“nadie es dueño
absoluto de la vida. No existe un derecho a disponer arbitrariamente de la propia vida. Por otro lado, no es posible entender la eutanasia
y el suicidio asistido como algo que se refiera exclusivamente a la autonomía
del individuo, ya que tales acciones implican la participación de otros, en
este caso, del personal sanitario. Ya el juramento hipocrático afirma: “no daré
ninguna droga letal a nadie, aunque me la pidan, ni sugeriré un tal uso”. La
eutanasia es ajena al ejercicio de la Medicina
y a las profesiones sanitarias, que siempre se rigen por el axioma de
“curar, al menos aliviar y siempre acompañar
y consolar”. El artículo 36.3 del
Código de Ética y Deontología Médica de la Organización Médica Colegial
española afirma que “el médico
nunca provocará intencionadamente la muerte de ningún
paciente, ni siquiera en caso de petición expresa
por parte de éste”.
Aunque la eutanasia
en sí es ya un homicidio, la situación se agrava si tenemos en cuenta que en los países
donde ya es legal, con frecuencia se practica, como es el caso holandés, con
personas que no la desean e incluso están en contra de ella. El decirnos que va
a estar sujeta a controles estrictísimos, es una milonga que no se la cree
nadie, y menos teniendo en cuenta los precedentes. Donde se aprueba
la eutanasia, la vida de las personas mayores en los hospitales corre
serio peligro.
Aquí en España
puede pasarnos, mejor
dicho, nos va a pasar lo mismo. Si voy a un hospital de la
Seguridad Social, quiero estar seguro que se va a intentar curarme, no matarme.
Si esta ley se aprueba y con la tendencia que hay al deslizamiento estoy seguro
que, en poco tiempo, estaremos como en Holanda. Y no tengo ninguna gana de
tener que llevar en mi cartera, como tantos ancianos holandeses, un documento
que diga que en caso de enfermedad, no me lleven a un hospital.
Personalmente lucharé con todas mis fuerzas contra la eutanasia y no tendré
reparo en llamar
presuntos criminales a todos
los políticos que voten a favor de la eutanasia, porque aunque ellos
digan que no es lo que pretenden, de hecho están favoreciendo objetivamente
y dando facilidades a mi asesinato
y al de los demás
ancianos.
Es indiscutible que si se da soporte legal a la eutanasia, los legisladores que contribuyen a aprobarla, son también responsables
de los homicidios que se cometen. Por supuesto estoy en contra
de la eutanasia, que es un acto criminal
y homicida, pero si se hace además en contra de la voluntad del paciente, se
trata de algo todavía peor.
El crimen es crimen, se haga físicamente o desde un sillón parlamentario, o desde un
despacho, como hacía Henrich Himmler, siendo
por cierto los nazis pioneros
en la eutanasia. La experiencia de los países donde es legal, como Holanda, nos
indica además que se llega pronto a la eutanasia sin e incluso contra la
voluntad del paciente. Como soy persona mayor,
quiero que cuando
vaya al hospital
se intente curarme
o, en el peor de
los casos, darme cuidados paliativos, pero nunca matarme. Tengo muy claro que los responsables de las
muertes por eutanasia son los médicos que la practican y los legisladores que favorecen estos
crímenes.
Por cierto, Jesucristo llama hijos del diablo a quienes
no creen en Él, son homicidas y no hay verdad en ellos [vii]. ¿Les suena alguien
que cumpla las tres condiciones?
Para terminar una palabra de esperanza. En la lucha entre
el Bien y el Mal, la batalla decisiva se ha librado ya y se ha ganado, gracias
a la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Como decimos en el Credo: “Creo
en el perdón de los pecados, en la resurrección de la carne
y en la vida eterna”. Dios ha venido al mundo, para que nuestro
máximo deseo: ser felices siempre,
sea realizable.
Pedro Trevijano
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