18/02/2019

Temas para reflectir e meditar


QUE NO TE ENGAÑEN! HOMBRE O MUJER 

CAPÍTULO I

PROGENITOR B: EL MARXISMO

La otra gran ideología en la que se apoya la ideología de género es el marxismo. El marxismo se presenta como una concepción del mundo, como una visión de conjunto de la naturaleza y del hombre, como una doctrina que lleva a una acción, pues no se conforma con interpretar el mundo, sino lo que quiere es transformarlo. Por ello es preciso crear una nueva ética, que busca en lo real el fundamento de la evaluación moral, y como lo que quiere es transformar el mundo, necesita valor, sentido de la responsabilidad, entusiasmo y conocimientos para tener comprensión de la situación y lucidez en sus acciones.
Para Marx toda la Historia es una lucha de clases, de opresor contra oprimido, que se resolverá sólo cuando los oprimidos se percaten de su situación e impongan una dictadura de los oprimidos. Pero es Engels en su libro “El origen de la familia, la propiedad y el Estado” quien señala: “El primer antagonismo de clases de la historia coincide con el desarrollo del antagonismo entre el hombre y la mujer unidos en matrimonio monógamo, y la primera opresión de una clase por otra, con la del sexo femenino por el masculino”. En el propio “Manifiesto del Partido Comunista” leemos: “No; los comunistas no tienen que molestarse en implantar lo que ha existido siempre o casi siempre en la sociedad… A lo sumo, podría reprocharse a los comunistas el pretender sustituir este hipócrita y recatado régimen colectivo de hoy por una colectivización oficial, franca y abierta, de la mujer”.
Todo esto es verdad, como lo es también que fue la Rusia comunista en 1920 el primer país en legalizar el aborto y que la ideología que ha realizado más crímenes en el siglo XX ha sido la comunista. Pero también encontramos cosas buenas. Por ejemplo Lenin en lo referente a la Educación dice a los jóvenes comunistas que su tarea revolucionaria puede reducirse a una sola palabra: aprender. Pero aprender ¿qué y cómo? Nos responde: “No podemos edificar el comunismo si no es a partir de la suma de conocimientos, organizaciones e instituciones, con el acervo de medios y fuerzas humanas que hemos heredado de la vieja sociedad”. E incluso en lo referente a sexualidad juvenil muchas veces, como luego veremos, he leído a mis alumnos textos suyos que podría firmar tranquilamente cualquier Papa.
Pero desgraciadamente no es sobre una base moderada que se va a asentar la interpretación neomarxista de la ideología de género, sino con una postura mucho más radical. Para la ideología de género el marxismo fracasa, así como la propia lucha de clases, porque se concentran en soluciones económicas sin atacar directamente ni la desigualdad entre hombres y mujeres, ni la familia, que son la verdadera causa de las clases. Y así como la meta final de la revolución socialista era no sólo acabar con los privilegios de las clase dominante, sino con la distinción misma de clases, la meta definitiva de la revolución feminista es no simplemente acabar con el privilegio masculino, sino con la distinción de sexos misma: las diferencias genitales entre los seres humanos no tendrán ya una importancia cultural. Es necesario abolir las propias identidades masculina y femenina, subordinadas al sexo biológico, a fin que las personas puedan dejarse llevar por sus múltiples y variables orientaciones sexuales.


HISTORIA DE LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO

La ideología de género con respecto al sexo se basa en la famosa frase de Simone de Beauvoir, en “Le deuxième sexe”: “Una no nace mujer, la hacen mujer”, completada poco después con la afirmación: “uno no nace varón, le hacen varón”. Los antecedentes de esta ideología hay que buscarlos en el feminismo radical y en los primeros grupos organizados a favor de una cultura en la que prima la despersonalización absoluta de la sexualidad. Este primer germen cobró cuerpo con la interpretación sociológica de la sexualidad llevada a cabo por el informe Kinsey, en los años cincuenta del siglo pasado. Después, a partir de los años sesenta, y como uno de los frutos de Mayo de 1968, fue alentado por el influjo de un cierto marxismo que interpreta la relación entre hombre y mujer en forma de lucha de clases, y así se ha extendido ampliamente en ciertos ámbitos culturales. El proceso de ‘deconstrucción’ de la persona, del matrimonio y de la familia, ha venido después propiciado por filosofías inspiradas en el individualismo liberal, así como por el constructivismo y las corrientes freudo-marxistas, en particular las teorías de
W. Reich y H. Marcuse.

La autora feminista radical Amelia Valcárcel distingue tres olas feministas: la primera consistió en la teorización de la igualdad entre los sexos; la segunda se manifiesta en la conquista de determinadas libertades públicas y privadas: el derecho al voto y a la participación política, la libertad de elección de estado y el derecho al acceso a la educación superior. En la tercera ola, los temas son el poder y el sexo: ésta es la fase en la que el feminismo radical se convierte en ideología de género, una ideología de corte totalitario y basada en el odio.
Pero, desgraciadamente, en la actualidad es este feminismo radical el que se ha adueñado del movimiento feminista. Sus defensores, como W. Reich, Simone de Beauvoir, H. Kentler, M. Sanger, G. Greer, K. Millet, S. Firestone y
H. Marcuse, intentan llevar la libertad sexual al máximo. Para ellos no hay ningún criterio discriminante entre lo lícito y lo ilícito, lo normal y lo anormal, siendo, por tanto, permisibles y moralmente iguales todas las relaciones sexuales voluntarias, significando para ellos el ser responsable tan sólo el tomar precauciones contraceptivas a fin de evitar embarazos no deseados y siendo la obtención del placer el principal objetivo de la sexualidad, que cada uno puede tratar de alcanzar según le venga en gana. La permisividad absoluta, el rechazo de toda moral que no identifique bien con placer y el naturalismo biológico son el denominador común de este tipo de corrientes. Empieza a desarrollarse esta ideología, sobre todo en las Universidades de Estados Unidos entre 1967 y 1975, amparándose en la concepción marxista, pero sustituyendo la lucha de clases por la lucha de sexos y siendo la destrucción de la familia el objetivo principal a conseguir.
¿Cuáles son las consecuencias prácticas de esta ideología? La mayor parte de los psiquiatras te dirán que sus consultas están llenas de «liberados sexuales». ¿Qué podemos esperar de unos chicos y chicas que a los trece años ya se han acostado juntos y que están constantemente cambiando de pareja en la cama? ¿Es que nos podemos creer que de los adolescentes y jóvenes promiscuos puede salir algo? Y que conste que este último interrogante- afirmación no es mío, sino de Lenin.
Pero de este desastre tampoco se han librado muchos de los teóricos de esta ideología. Nietzsche terminó sus días en un psiquiátrico, W. Reich murió en una penitenciaría psiquiátrica, diagnosticado de paranoia y esquizofrenia progresiva, Kinsey era sadomasoquista y pedófilo, Althuser estranguló a s esposa, Bataille fue partidario del satanismo orgiástico, Foucault tuvo varios intentos de suicidio, era politoxicómano y padecía una grave enfermedad del sistema nervioso, Margaret Sanger terminó internada en una clínica con delirio alcohólico, K. Millet era una enferma mental con tendencias suicidas, Shulamit Firestone pasó varios años en una clínica psiquiátrica, E. Fischer, M. Drago y E. Frankfurt se suicidaron. Y es que la naturaleza no perdona.


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