Segundo
edição de 1562
PRÓLOGO
CAPÍTULO 15
11.
Por esto y por otras muchas cosas, avisé yo en el primer modo de oración, en la
primera agua, que es gran negoción comenzar las almas oración comenzándose a
desasir de todo género de contentos, y entrar determinadas a sólo ayudar a
llevar la cruz a Cristo, como buenos caballeros que sin sueldo quieren servir a
su rey, pues le tienen bien seguro. Los ojos en el verdadero y perpetuo reino
que pretendemos ganar. Es muy gran cosa traer esto siempre delante, en especial
en los principios; que después tanto se ve claro, que antes es menester
olvidarlo para vivir, que procurarlo: traer a la memoria lo poco que dura todo
y cómo no es todo nada y en lo nonada que se ha de estimar el descanso.
12.
Parece que esto es cosa muy baja, y así es verdad, que los que están adelante
en más perfección tendrían por afrenta y entre sí se
correrían
si pensasen que porque se han de acabar los bienes de este mundo los dejan,
sino que, aunque durasen para siempre, se alegran de dejarlos por Dios. Y
mientras más perfectos fueren, más; y mientras más duraren, más. Aquí en estos
está ya crecido el amor, y él es el que obra. Mas a los que comienzan esles
cosa importantísima, y no lo tengan por bajo, que es gran bien el que se gana,
y por eso lo aviso tanto; que les será menester, aun a los muy encumbrados en
oración, algunos tiempos que los quiere Dios probar, y parece que Su Majestad
los deja. Que, como ya he dicho y no querría esto se olvidase, en esta vida que
vivimos no crece el alma como el cuerpo, aunque decimos que sí, y de verdad
crece.
Mas
un niño, después que crece y echa gran cuerpo y ya le tiene de hombre, no torna
a descrecer y a tener pequeño cuerpo; acá quiere
el
Señor que sí, a lo que yo he visto por mí, que no lo sé por más.
Debe
ser por humillarnos para nuestro gran bien y para que no nos descuidemos
mientras estuviéremos en este destierro, pues el quemás alto estuviere, más se
ha de temer y fiar menos de sí. Vienen veces que es menester, para librarse de
ofender a Dios estos que ya están tan puesta su voluntad en la suya, que por no
hacer una imperfección se dejarían atormentar y pasarían mil muertes, que para
no hacer pecados -según se ven combatidos de tentaciones y persecuciones- sea
menester aprovecharse de las primeras armas de la oración y tornen a pensar que
todo se acaba y que hay cielo e infierno y otras cosas de esta suerte.
13.
Pues tornando a lo que decía, gran fundamento es, para librarse de los ardides
y gustos que da el demonio, el comenzar con determinación de llevar camino de
cruz desde el principio y no los desear, pues el mismo Señor mostró ese camino
de perfección diciendo: Toma tu cruz y sígueme. El es nuestro dechado; no hay que
temer quien por sólo contentarle siguiere sus consejos.
14.
En el aprovechamiento que vieren en sí entenderán que no es demonio; que,
aunque tornen a caer, queda una señal de que estuvo allí el Señor, que es
levantarse presto, y éstas que ahora diré: -cuando es espíritu de Dios, no es
menesterandar rastreando cosas para sacar humildad y confusión, porque el mismo
Señor la da de manera bien diferente de la que nosotros podemos ganar con nuestras
consideracioncillas, que no son nada en comparación de una verdadera humildad
con luz que enseña aquí el Señor, que hace una confusión que hace deshacer.
Esto es cosa muy conocida, el conocimiento que da Dios para que conozcamos que ningún
bien tenemos de nosotros, y mientras mayores mercedes, más.
-Pone
un gran deseo de ir adelante en la oración y no la dejar por ninguna cosa de
trabajo que le pudiese suceder.
-A
todo se ofrece.
-Una
seguridad, con humildad y temor, de que ha de salvarse.
-Echa
luego el temor servil del alma y pónele el fiel temor muy más crecido.
-Ve
que se le comienza un amor con Dios muy sin interés suyo.
-Desea
ratos de soledad para gozar más de aquel bien.
15.
- En fin, por no me cansar, es un principio de todos los bienes, un estar ya
las flores en término que no les falta casi nada para brotar. Y esto verá muy
claro el alma, y en ninguna manera por entonces se podrá determinar a que no
estuvo Dios con ella, hasta que se torna a ver con quiebras e imperfecciones,
que entonces todo lo teme. Y es bien que tema. Aunque almas hay que les aprovecha
más creer cierto que es Dios, que todos los temores que la puedan poner;
porque, si de suyo es amorosa y agradecida, más la hace tornar a Dios la
memoria de la merced que la hizo, que todos los castigos del infierno que la
representen. Al menos la mía, aunque tan ruin, esto me acaecía.
16.
Porque las señales del buen espíritu se irán diciendo, mas como a quien le
cuestan muchos trabajos sacarlas en limpio, no las digo ahora aquí. Creo, con
el favor de Dios, en esto atinaré algo; porque, dejado la experiencia en que he
mucho entendido, sélo de algunos letrados muy letrados y personas muy santas, a
quien es razón se dé crédito, y no anden las almas tan fatigadas, cuando
llegaren aquí por la bondad del Señor, como yo he andado.
CAPÍTULO 16
1.
Vengamos ahora a hablar de la tercera agua con que se riega esta huerta, que es
agua corriente de río o de fuente, que se riega muy a menos trabajo, aunque
alguno da el encaminar el agua.
Quiere
el Señor aquí ayudar al hortelano de manera que casi El es el hortelano y el
que lo hace todo.
Es
un sueño de las potencias, que ni del todo se pierden ni entienden cómo obran.
El gusto y suavidad y deleite es más sin comparación que lo pasado; es que da
el agua a la garganta, a esta alma, de la gracia, que no puede ya ir adelante,
ni sabe cómo, ni tornar atrás. Querría gozar de grandísima gloria. Es como uno
que está, la candela en la mano(3), que le falta poco para morir muerte que la
desea; está gozando en aquella agonía con el mayor deleite que se puede decir.
No me parece que es otra cosa sino un morir casi del todo a todas las cosas del
mundo y estar gozando de Dios.
Yo
no sé otros términos cómo lo decir ni cómo lo declarar, ni entonces sabe el
alma qué hacer; porque ni sabe si hable ni si calle, ni si ría, ni si llore. Es
un glorioso desatino, una celestial locura, adonde se deprende la verdadera
sabiduría, y es deleitosísima manera de gozar el alma.
2.
Y es así que ha que me dio el Señor en abundancia esta oracióncreo cinco y aun
seis años, muchas veces, y que ni yo la entendía ni la supiera decir; y así
tenía por mí, llegada aquí, decir muy poco o nonada. Bien entendía que no era
del todo unión de todas las potencias y que era más que la pasada, muy claro;
mas yo confieso que no podía determinar ni entender cómo era esta diferencia.
Creo
por la humildad que vuestra merced ha tenido en quererse ayudar de una simpleza
tan grande como la mía, me dio el Señor hoy, acabando de comulgar, esta
oración, sin poder ir adelante, y me puso estas comparaciones y enseñó la
manera de decirlo y lo que ha de hacer aquí el alma; que, cierto, yo me espanté
y entendí en un punto.
Muchas
veces estaba así como desatinada y embriagada en esteamor, y jamás había podido
entender cómo era. Bien entendía que
era
Dios, mas no podía entender cómo obraba aquí; porque en hecho de verdad están
casi del todo unidas las potencias, mas no tan engolfadas que no obren. Gustado
he en extremo de haberlo ahora entendido. ¡Bendito sea el Señor, que así me ha
regalado!
3.
Sólo tienen habilidad las potencias para ocuparse todas en Dios.
No
parece se osa bullir ninguna ni la podemos hacer menear, si con mucho estudio
no quisiéramos divertirnos, y aun no me parece que el todo se podría entonces
hacer. Háblanse aquí muchas palabras en alabanzas de Dios sin concierto, si el
mismo Señor no lasconcierta. Al menos el entendimiento no vale aquí nada.
Querría dar voces en alabanzas el alma, y está que no cabe en sí; un desasosiego
sabroso. Ya ya se abren las flores, ya comienzan a darolor. Aquí querría el
alma que todos la viesen y entendiesen su gloria para alabanzas de Dios, y que
la ayudasen a ella, y darles parte de su gozo, porque no puede tanto gozar.
Paréceme que es como la que dice el Evangelio que quería llamar o llamaba a sus
vecinas. Esto me parece debía sentir el admirable espíritu del real profeta
David, cuando tañía y cantaba con el arpa en alabanzas de Dios. De este
glorioso Rey soy yo muy devota y querría todos lo fuesen, en especial los que
somos pecadores.
4.
¡Oh, válgame Dios! ¡Cuál está un alma cuando está así! Toda ella querría fuese
lenguas para alabar al Señor. Dice mil desatinos santos, atinando siempre a
contentar a quien la tiene así. Yo sé persona que, con no ser poeta, que le
acaecía hacer de presto coplas muy sentidas declarando su pena bien, no hechas
de su entendimiento, sino que, para más gozar la gloria que tan sabrosa pena le
daba, se quejaba de ella a su Dios. Todo su cuerpo y alma querría se
despedazase para mostrar el gozo que con esta pena siente. ¿Qué se le pondrá
entonces delante de tormentos, que no le fuese sabroso pasarlos por su Señor?
Ve claro que no hacían nada los mártires de su parte en pasar tormentos, porque
conoce bien el alma viene de otra parte la fortaleza. Mas ¿qué sentirá de
tornar a tener seso para vivir en el mundo, y de haber de tornar a los cuidados
y cumplimientos de él?
Pues
no me parece he encarecido cosa que no quede baja en este modo de gozo que el
Señor quiere en este destierro que goce un alma. ¡Bendito seáis por siempre,
Señor! ¡Alaben os todas las cosas por siempre! ¡Quered ahora, Rey mío, suplícovoslo
yo, que, pues cuando esto escribo, no estoy fuera de esta santa locura
celestial por vuestra bondad y misericordia -que tan sin méritos míos me hacéis
esta merced-, que o estén todos los que yo tratare locos de vuestro amor, o
permitáis que no trate yo con nadie, u ordenad, Señor, cómo no tenga ya cuenta
en cosa del mundo o me sacad de él! ¡No puede ya, Dios mío, esta vuestra sierva
sufrir tantos trabajos como de verse sin Vos le vienen, que si ha de vivir, no
quiere descanso en esta vida, ni se le deis Vos! Querría ya esta alma verse
libre: el comer la mata; el dormir la congoja; ve que se le pasa el tiempo de
la vida pasar en regalos, y que nada ya la puede regalar fuera de Vos; que
parece vive contra natura, pues ya no querría vivir en sí sino en Vos.
SANTA TERESA DE JESÚS O DE ÁVILA
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