Hay momentos en la vida en que
te sientes "en tu propia piel"; es decir, que recibes como una luz o
una gracia que te muestra la obra que Dios va haciendo en ti, o la felicidad de
vivir junto a Él, para Él y conocerle. Entonces te deshaces en gratitud y alabas
al Señor, le das gracias por todo lo que has vivido, pues te ha traído hasta
aquí. Y te encajan las luchas, sufrimientos, dolores, etc. porque comprendes
que eso ha sido y es la trama donde se gesta tu plenitud, que siempre, siempre
es regalo, gracia, don, que es para lo que estamos hechos.
¡Cuántos días me toca rezar el
Oficio así, rezando, cantando los salmos, escuchando las lecturas, con sueño y
cansancio (que a todos nos pasa, también a las monjas), y, sin embargo, hoy, no
sé por qué, una chispa salta en mi ser y me hace sentir que para esto es mi
vida, que es lo mejor que puedo hacer, el sitio donde mejor puedo estar, que
soy tan privilegiada, que sólo por este momento vale la pena todo,
absolutamente todo lo que tenga que vivir, que estoy en mi propia piel. Es tan
sencillo y sublime a la vez... es Jesucristo que me manifiesta un rayo de lo
que es, de lo que me quiere, de lo que me ofrece.
No, no penséis que esto es sólo
para monjas; es para todos, porque Cristo es el horizonte de cada vida, porque
Él sale a tu encuentro, te acompaña y te ofrece eso que añoras en tu corazón y
que ni el mundo en que vives, ni las cosas que tengas, ni las técnicas que
sepas te pueden dar.
¿Los éxtasis que oímos de los
santos? Bueno, pues sí, pero sin aparatosidad. Porque éxtasis es 'salir de uno
mismo' y, entonces, Dios puede entrar en ti y mostrarse a ti. Como Él es... tan
por encima de nuestra capacidad, tu humanidad se desvanece, se siente
desbordada, se sobrecoge ante Su Amor. Dios se hizo hombre para, desde nuestra
condición, mostrarse; se metió en nuestra propia piel y lo hace día a día
viviendo cada detalle en nosotros, mostrándonos su cariño, iluminando la
realidad con su Amor.
El reto de hoy es que no te
bajes del tren de la Vida ante las dificultades o luchas; porque todo, todo,
concurre al bien de los que Dios ama y, con Él, en este viaje, siempre sale el
Sol.
VIVE DE CRSITO
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