30/12/2017

Hoy el reto del Amor es no dejarte llevar por tu propia visión de ti mismo.

RECETA PARA ENDULZARSE



"Trabajo comunitario: ¡hoy, entre todas, vamos a hacer membrillo!" Éste fue el saludo con el que nos sorprendió la Madre Priora el otro día.


Y allí nos reunimos todas, prepararon una sala con toda clase de utensilios necesarios para 'deshuesar' los frutos y trocearlos... También habían sacado unas enormes cazuelas para hacer la mezcla y los otros ingredientes.


Era la primera vez que cogía un membrillo en mis manos. Es un fruto parecido a la manzana, sólo que más grande. Está bastante duro, y, por ello, es peligroso partirlo, ya que fácilmente te puedes cortar.


Me entró la curiosidad y me llevé un trozo a la boca para averiguar cómo sabía, y... bueno... la verdad es que es bastante áspero y duro, y, por supuesto, no sería capaz de comerme muchos más trozos seguidos. 


Según estaba troceando, me di cuenta de cuántas veces sentimos nuestro corazón así, áspero con los demás, duro con uno mismo...


Con el membrillo entre mis manos, sentí como que me entraba misericordia por él. Si en esos momentos nos dejáramos en las manos de nuestro Hacedor, cómo cambia Él las cosas...


Y fui orando, recorriendo todo el proceso de esta receta por todos los pasos hasta llegar al riquísimo dulce de membrillo:


Tras trocear el membrillo, se echa en la cazuela, añadiendo un poco de manzana para suavizar y mucho azúcar para endulzar. Estos ingredientes son los hermanos que el Señor nos pone en el camino. Son los que hacen vida contigo, los que te quieren de verdad, los que Cristo añade a la cazuela de tu vida para sacar Vida nueva cada día.


Pero, si sólo se quedasen así, en la cazuela, no cambiaría nada; simplemente sería estar juntos. Todavía no se ha dado la transformación total. Para ello es fundamental el fuego, que es el Amor de Cristo. Sólo este fuego es capaz de ablandar hasta al más duro de los frutos, y de derretir el azúcar para que envuelva todo.


Ahí, sobre el fuego, pasan mucho tiempo, no hay prisa. El Amor de Cristo te acerca a los otros de manera que lo convierte en parte de ti, y a ti en parte de ellos, ya no serías el mismo sin ellos, ni ellos sin ti.


Y, ¿cuál es el resultado? Un dulce exquisito, que, además, es muy beneficioso para la salud.


Así es como podrás dejar que tu entorno se vuelva dulce, pacífico, y podrás vivir desde el Amor. ¿Quién diría que de ese fruto duro y áspero podría salir un dulce tan rico?


Hoy el reto del Amor es no dejarte llevar por tu propia visión de ti mismo. Hoy no tengas miedo a tu pobreza, simplemente prueba a mirar hacia las personas que el Señor te regala a tu alrededor y descubre todo lo que os une. Potencia esa unión, ya sea con un diálogo, con un detalle, con un gesto de cariño...


El Señor ha encendido ya el fuego, ¿añadirás tu ingrediente?



VIVE DE CRISTO

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