¿Quién de pequeño no ha ido en
el mes de mayo a la iglesia a llevar flores a María?
El domingo, la Madre Priora nos
regaló a cada una un tiesto con flores; nos dijo que era para que la Virgen
estuviese bien adornada. Y es verdad; ahora, en este mes, todo el monasterio
está lleno de imágenes de María: por los pasillos, rincones, claustros... Y
ahora, junto a cada imagen, descubres el tiesto lleno de flores, que, cuando
pasas, llama aún más la atención, como invitándote a decirle a María un piropo
o lanzarle un beso.
Recuerdo que, cuando apenas era
una jovencita, iba en el mes de mayo a la iglesia y me sentaba a los pies de la
imagen que había de María. Siempre le llevaba flores: si tenía dinero, llevaba
rosas; si no, claveles; si no tenía suficiente ni para claveles, compraba bocas
de dragón. Pero alguna vez no tenía dinero... entonces me pasaba por los
jardines públicos... y cortaba alguna
rosa. Cuando llegaba a la iglesia le decía a María: "Tú no mires su
procedencia, sino mira el cariño con que te las traigo..."
Recuerdo hablar un rato con
ella, compartirle lo que me inquietaba y lo que me daba alegría. Siempre le
pedía que me cuidase. Esas conversaciones nunca las olvidaré, porque nadie me
enseñó a orar así: me brotaba del corazón.
Hoy el reto del amor es comprar
una flor y llevársela a María a la iglesia, sentarte a sus pies y pasar cinco
minutos con Ella. Descarga tu corazón en su corazón, Ella es tu Madre y te
entiende, te está esperando para cubrirte de besos.
VIVE DE CRISTO
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