Ha llegado hasta nosotras una
preciosa historia que sucede cada siete días en nuestro monasterio. Se trata de
una persona que viene desde lejos un día a la semana a celebrar la Eucaristía a
las 8 de la mañana.
Nosotras habíamos notado que
algo sucedía porque, o bien esperaba a comulgar y después se iba rápido, o bien
se marchaba sin comulgar.
Hace unos días nos compartieron
lo que ocurría: es una persona que trabaja en el instituto del pueblo y sus
clases comienzan a las 8:30. Al vivir lejos, comparte transporte con otras
personas, excepto un día a la semana. Ese día, viene en su coche y puede
acercarse antes para llegar a Misa. Fue entonces cuando comprendí su prisa al
dar su hora de empezar a trabajar.
Esta semana, he de reconocer
que le miraba con un cariño diferente. Y me veía pendiente de que no se le
hiciera la hora, de que le diera tiempo a comulgar, de que no tuviera que
llegar tarde... y pasaban los minutos, y ya casi eran y media y no habíamos
comulgado aún.
Pensé: "Se va a marchar
sin poder comulgar", pero estaba tranquilo. Cuando llegó el momento, se
acercó a comulgar y después, con un profundo respeto, se marchó rápidamente. Ya
habían tocado y media.
Inmediatamente recordé algo que
me había sucedido hace unos años.
En el colegio en el que
estudié, los jueves nos invitaban a ir libremente a misa durante el recreo. Una
de las veces que fui, no sé qué ocurrió (porque ahí sí que estaba el tiempo muy
medido) pero se nos fue la hora y llegué tarde a la siguiente clase. Cuando
entré, la profesora me dijo:
-Llegas tarde. Te quedas fuera.
¿Dónde estabas?
-Estaba en Misa.
Su cara se transformó y su
gesto hacia mí cambió completamente.
-Vale, si es por eso, entonces
no te preocupes, puedes sentarte.
Al recordar todo sentí la
certeza de que esa persona iba a estar bien, que el Señor es su defensa y que,
apostando por Él como lo hacía, todo le iba a reportar en bien.
Hoy el reto del Amor es apostar
por el Señor. Si el Señor llena tu vida, si Él es tu Paz, tu descanso, tu
alegría... no tengas miedo en salir por Él delante de los hombres. Tu gesto te
abrirá los ojos para poder ver que Él siempre está a tu lado, que Él te cuida.
VIVE DE CRISTO
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