Ayer por la mañana tuve una gran aventura en la que
me acordé muchísimo de los primerizos... o de los que coordinan proyectos sin
pringarse las manos. Te cuento.
Por las mañanas, Sión es la encargada del perro:
darle de comer, sacarle a hacer sus cosas y limpiar la sala de abajo, que es
donde duerme. Y, cuando Sión no puede, como a todas les encanta estar con el
perro, dejo que Celia, Israel o Joane se encarguen. Ellas tan contentas. Así,
el perro lleva ya tres meses con nosotras... y yo ningún día me he visto
envuelta en ese lío.
Pero ayer, no sé cómo, nadie podía hacerse cargo de
Jubi. Yo, muy decidida, les dije:
-Tranquilas, que yo doy de desayunar al perro, le
saco, limpio todo... ¡en diez minutos acabo!
Tenía el plan perfectamente diseñado. Todo bajo
control. Bajo a donde el perro, entro y... como me he retrasado un rato, Jubi
no podía más. Te puedes imaginar el charco que me ha montado en mitad de la habitación...
Nada más verme sólo quería jugar. Yo no sabía si
sacarle, si darle el desayuno o limpiar. Opté por empezar a limpiar, pero mi
sorpresa fue que no encontraba el papel con que lo hacen. Además, lo curioso
fue que me habían dicho: "Usa el spray para limpiar bien"... y en el
armario había un montón y todos distintos: uno para lavarle en seco; otro,
ambientador; en otro me pareció leer colonia...
Total, que al final encuentro el que es y, con todo
lo limpio, le abro la puerta... y el perro no quiere salir a la huerta, quiere
desayunar. Vale...
Le preparo el desayuno. Me habían dicho que, entre
las bolitas, tenía que picarle un poco de salchicha. En ello estaba cuando, en
un segundo que me despisté, Jubi tiró del mantel, el paquete de salchichas cayó
al suelo, lo pilló... y me dejó a cuadros. Se ha comido el paquete y sólo podía
darle media salchicha. Total, que me senté en el suelo sintiéndome, a pesar de
los tres meses de convivencia, una primeriza. El Señor me ha mostrado que,
cuando hay algo nuevo, me tengo que implicar, que no puedo dejarlo para los
demás. Que siempre hay un momento para comenzar.
Hoy el reto del amor es no dejar que la vida te
atropelle. No seas primerizo, pringarte en lo que tienes entre manos,
involúcrate, verás cómo la vida se ve de otra manera.
Hoy seguro que vas a vivir o vas a pasar junto a
algo que todos los días intentas esquivar. Hoy es el día de afrontarlo, no
tengas miedo, sé que te supera y que prefieres dejarlo para mañana. Hoy mira a
Cristo y pídele que te dé su fuerza para empezar de nuevo, para luchar con eso
que tienes clavado en el corazón. Sé valiente y no te rindas. La vida es para
vivirla y vivirla en plenitud.
VIVE
DE CRISTO
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