Para el nuevo proyecto que el
Señor nos ha puesto, tenemos que limpiar una parte del Noviciado que tiene la
función de almacén. Te puedes imaginar la de cosas que había ahí.
Nos pusimos a hacer limpieza a
fondo y llegamos a la hora de comer agotadas. Así que quedamos en que por la
tarde nos merecíamos una película, para descansar y poder continuar al día
siguiente. Sin embargo, justo antes de ir a la siesta, Lety dijo:
-Me acaban de pedir un favor:
que hagamos unas cruces para un retiro, así que esta tarde como locas a hacer
cruces.
Yo me fui a la siesta
repitiendo constantemente: "El Señor bendice la entrega, el Señor bendice
la entrega"... ¡pero cómo me costaba renunciar a una tarde libre! Al final
se lo entregué al Señor: "Esas personas lo necesitan más que yo".
Cuando subimos de rezar Nona,
nos pusimos a sacar las cruces, el cordón, las bolas... ya había soltado el
control de la tarde. Pero, de repente viene Lety y dice:
-Bueno, ¿qué, vemos la peli?
Yo no podía estar más contenta,
¡el Señor sí que bendice la entrega! En el momento en el que había soltado, el
Señor me lo regaló. Debimos de entendernos mal, y en realidad el Señor nos
tenía preparada una tarde de descanso.
Puede que hoy te pase igual,
que te cambien los planes, que estés agotado y te pidan algo más en el trabajo,
o en casa, o tu familia, "ayúdame a tender", "a ver si puedes
terminarme esto"... y tú tenías pensando descansar un poco.
Cristo hoy te pide que le dejes
a Él actuar. Su vida fue una vida entregada, esa entrega le llevó a amar a las
personas con un amor sin límites, "hasta el extremo", como dice el
Evangelista: les lavó los pies, les enseñaba... Ese amor hacia nosotros incluso
le llevó a la Cruz, donde entregó lo último que le quedaba: su propia vida. Y
me imagino a Jesús muchas veces cansado, agotado de andar de un lado para
otro... Seguro que alguna vez hubiese preferido quedarse en casa con María, su
madre, con la cena en la mesa y tan a gusto.
Pero Él no dejaba de
entregarse, porque a Cristo le hace feliz entregarse a ti. Y Él encontró una
bendición en esa entrega: salvar a todos los hombres. La mayor bendición de
todas. Por eso, aunque haya veces que cueste, mira a Cristo y pídele entregarte
con alegría. Cuando sueltes tus planes, podrás hacer lo que te habían pedido
con alegría, o puede que también el Señor te sorprenda con una tarde libre.
Hoy el reto del amor es soltar,
soltar eso que tienes planeado y dejar que Cristo te sorprenda. Él no podrá
actuar hasta que no sueltes y le dejes entrar en tu libertad.
VIVE DE CRISTO
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