¿Me van a decir que cuando una madre gestante hace la ecografía para
saber el sexo del bebé y pregunta al médico si el bebé será niño o niña está
siendo homofóbica?
No aceptar la ideología de género no es discriminación, no es ser
intolerante ni homofóbico.
Una cosa no tiene nada que ver con la otra.
Cuando los fetos se forman, poseen dos cromosomas sexuales, XX o XY
según sean niña (XX) o niño (XY). Los genes contenidos en estos cromosomas
determinan el desarrollo físico de los fetos. Así, los embriones desarrollan
diferentes órganos según el sexo.
En la pubertad, se producen una serie de hormonas, testosterona si es
varón o estrógeno y progesterona si es mujer, que influencian no sólo la forma
física como la persona se desarrolla, sino una serie de características
afectivas, psicológicas, etc.
Esto no es discriminación, es simple biología. Esto no es homofobia,
pues, que yo sepa, todos los seres humanos mantenemos el derecho de meter a
quien nos dé la gana en nuestra cama.
El hecho de nacer como hombres o mujeres no es un hecho cultural, es
biológico. ¿O me van a decir que cuando una madre gestante hace la ecografía
para saber el sexo del bebé y pregunta al médico si el bebé será niño o niña
está siendo homofóbica? ¡Por favor! Las cosas como son.
La ideología del género no promueve la igualdad entre los sexos, la
ideología del género promueve la asexualización del ser humano.
Esta ideología, que es eso mismo, una corriente de pensamiento, no una
teoría científica ni mucho menos una evidencia científica, sostiene que los
seres humanos somos “neutros” cuando nacemos, y podemos escoger si ser hombres,
mujeres, o una combinación de ambos cuando crecemos.
Dejemos una cosa clara, el sentimiento no se sobrepone a la naturaleza.
Yo no puedo cambiarme a voluntad. Si un día decido ser un gato, ese
sentimiento no va a hacer que me salga pelo y me crezca una cola. Nací como
mujer y por eso, tengo una serie de órganos propios: útero, ovarios, vagina,
vulva. ¡Yo no tengo “derecho” a tener una próstata!
Las personas que nacen con un sexo determinado y luego sienten que no
tienen el sexo adecuado -una mujer que se siente hombre o un hombre que se
siente mujer- sufren de un síndrome conocido como “disforia de género”. No es
la regla, es la excepción. No voy entrar aquí en casuísticas, basta decir que
estas personas tienen que ser respetadas, queridas y acompañadas.
Hay quien defienda la ideología de género diciendo que ésta va a
disminuir la violencia contra la mujer o los abusos sexuales. No es haciendo a
los seres humanos “neutros” que defendemos los derechos de la mujer.
¡No es perdiendo nuestra identidad de mujeres que vamos a hacer que
los hombres nos respeten! Estamos luchando en el sitio equivocado.
¿Quieren disminuir el abuso sexual de mujeres? Primero, ¡apoyen más a
las familias! La mayoría de violadores vienen de familias rotas, donde el padre
muchas veces está ausente o es abusivo. Segundo, ¡no fomenten que se use a la
mujer como objeto en los medios sociales, en los periódicos, en la publicidad!
Tercero, den más apoyo a las mujeres que sufren este tipo de violencia, que los
agentes del orden cumplan efectivamente su deber de protegerlas.
Por ejemplo, muchos años tuvimos una señora trabajando en mi casa, su
esposo le pegaba y cada vez que iba a la comisaría a denunciarlo, la policía no
hacía nada porque el hombre era mecánico y les arreglaba las patrullas gratis.
¿Qué es lo que hemos conseguido tratando de hacer a la mujer igual al
hombre? ¿Que trabajemos las mismas horas, que si salimos embarazadas nos
despidan o no nos den trabajo si tenemos hijos pequeños? ¡Eso no es igualdad!
Pongamos otro ejemplo, para las que quieren ser madres o tener una
familia, igualdad es dar a esas mujeres la oportunidad de trabajar a medio
tiempo, si así lo deciden, para poder pasar más tiempo en casa con los niños.
Que no se nos penalice en el mercado laboral por querer ser madres.
Eso es no discriminar a la mujer.
La mujer posee características únicas en comparación con el hombre:
nuestra capacidad para hacer varias cosas al mismo tiempo, atención a los
detalles, capacidad de entrega, etc.
La igualdad no se alcanza negando nuestras diferencias sexuales, la
igualdad se alcanza respetando las diferencias de cada sexo y lo que cada sexo
aporta a la sociedad.
[i] Pamela Puppo es doctora en Biodiversidad, Genética y
Evolución por la Universidad de Oporto, máster en Biología por la Universidad
de St Louis (Missouri) y licenciada en Biología por la Universidad Nacional
Agraria La Molina de Perú.
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