Tenía que
hacer patatas fritas para comer. Preparé las patatas, dos sartenes y... ¡a
ello!
Las patatas de
una sartén cogieron un delicioso color dorado. En cambio, las de la otra, sólo
se pusieron un poco más blandas.
-¿Cómo es
posible? He puesto las dos a la vez...
Minutos más
tarde, unas patatas estaban fritas... y las otras estaban cocidas.
-¡Esta sartén
está pidiendo la jubilación! -suspiré.
Saqué las
patatas fritas. Comencé a calcular cómo cambiar de sartén las patatas cocidas,
¡la suya no funcionaba! Pero, de pronto, el Señor me hizo entender: no era
problema de la sartén, ¡era cuestión del fuego!
Sí, las dos
sartenes estaban a fuego máximo, ¡pero uno era grande y el otro pequeño!
En cuanto puse
la sartén en el fuego adecuado, ¡las patatas se hicieron estupendamente!
¡Qué fácil es
echar la culpa a la sartén! Es sencillo decir que esa persona no trabaja bien,
que este hijo es rebelde, que a aquel compañero no hay quien le entienda,
pero... ¿le has puesto en el fuego adecuado? A veces, lo único que necesitamos
es un poco más de calor: confianza, cariño...
Cristo apuesta
siempre por nosotros: por ti, y por esa persona que parece una sartén
estropeada. Él jamás se plantea dejar a nadie de lado, ¡confía en realizar con
nosotros obras maravillosas!
Hoy el reto
del amor es usar el fuego más grande. ¡Sí, ése sólo puede ser Cristo! Te invito
a que hoy, en tu oración, le pidas que caliente tu corazón al máximo, para que
puedas trasmitir su Amor en tus gestos. Y, si tienes alguna "sartén"
que parece no funcionar... ¡no te olvides de orar por ella! Pídele a Cristo que
te dé las palabras adecuadas para acercarte a ella, que pueda sentirse querida.
Hoy, cuando te encuentres con él o ella, ¡dale los buenos días con una sonrisa!
¡Feliz día!
VIVE DE CRISTO
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