Hace unos días se me rompió el hábito a la altura de la
cintura. El roce del cinto hace que la tela se desgaste poco a poco, y llega un
día en que se abre. Pero lo curioso es que, hace ya unos meses, había ido con
lo mismo, y sor Puri me había zurcido el hábito. Esta vez el zurcido estaba
intacto, pero había tirado y el resto de la tela (que estaba desgastada) se
había vuelto a abrir.
Fui de nuevo donde sor Puri. Al enseñarle el hábito, ella
me propuso poner una pieza. Yo le dije que no me importaba que me hiciese un
nuevo zurzido, pero sor Puri me explicó que ahora tenía que poner una tela por
debajo, que es la que va a sostener el hilo y el nuevo zurcido. Yo no lo
entendía muy bien, pero me fié de que ella sabía lo que hacía. Me lo había
dicho muy convencida.
La verdad es que quedó fenomenal, pero, a la vuelta de un
tiempo, ¡el hábito se me ha roto en otro sitio! Esta vez le he pedido que me
ponga una tela por debajo desde el primer momento...
Mirando el hábito, el roto, el zurcido, me daba cuenta de
que muchas veces dejamos lo de fuera "arreglado por un tiempo", pero
luego, como no hemos puesto la tela por debajo, todo vuelve a romperse.
¡Cuántas veces, con las personas que tenemos junto a
nosotros, lo que hacemos es poner un apaño por encima en vez de ayudarles a
poner una tela! No acabamos de poner la confianza en el Señor, soltar nuestras
seguridades, dejar a un lado la razón y permitir que Él lleve nuestra vida. Confiamos
en nuestras fuerzas y dejamos el zurcido más o menos apañado para un tiempo.
Pero, cuando te cuelgas de Cristo y dejas que sea Él
quien sostenga tu roto, que Él sea tu seguridad, tu sostén, en ese momento,
sientes una felicidad que nunca antes habías tenido.
Hoy el reto del amor es no hacer apaños superficiales:
deja a Cristo que entre en tu vida. Párate y haz un rato de oración y, desde
esa oración, con su fuerza en tu corazón, vete a esa persona que sabes que
tiene un apaño, y ayúdale a poner la tela. Llévale al Señor. Y hoy deja que
Cristo sea el que te sostenga. No tengas miedo a sentir a veces que te rompes.
Dale la mano y verás cómo Él te quita el miedo.
VIVE DE CRISTO
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