02/02/2011

Programa eleitoral de Jesus Cristo, em oito pontos


Duc in altum






Defino así el mensaje de las Bienaventuranzas porque es realmente lo que Jesucristo promete a quienes acepten su gobierno (reinado), otorgándole el voto (promesas).










Mario Ortega
Es un programa, un programa de vida; es decir, que afecta a todas las esferas de la vida, personal y social, material y espiritual, terrena y eterna. Es electoral, porque se trata de una elección personal: la que Dios ha hecho previamente de cada uno de nosotros y la que cada uno de nosotros hacemos de Él, confiando en su Palabra. Y se trata de votarle, ya que voto – en sentido religioso – no se refiere sólo a la profesión de la pobreza, castidad y obediencia según el modo canónico de la vida consagrada, sino que es una “ofrenda o promesa que se hace a Dios” – definición de la RAE – Damos, pues, nuestro voto a Dios cuando libremente elegimos su programa electoral en ocho puntos, que son las Bienaventuranzas.
Pero, ¡qué diferente programa electoral del que nos ofrecen los políticos!. Éstos prometen bienestar material, una vida próspera en la que el ciudadano disfrutará de muchas ventajas con muy pocos esfuerzos. Estos esfuerzos los asumen los sacrificados políticos, por supuesto. El fin a alcanzar es el bienestar en esta vida.
El programa electoral de Jesús va en sentido opuesto: quien le vote, ha de ser pobre de espíritu; llorar, porque será sensible al dolor que sufre cada persona; sufrir él mismo, pacientemente, con Cristo; ser hambriento de justicia, misericordioso, limpio de corazón, pacífico y pacificador... y como consecuencia de todo eso, padecer la persecución del mundo contrario a esta opción de libertad y de paz que, sólo con vivirla, resulta inevitablemente contagiosa al resto de la sociedad. El fin a alcanzar es el bien eterno. ¡Por eso es atractivo el plan de Dios! Porque es el único que responde a nuestros más profundos deseos, los de vivir felices eternamente. Los cristianos no despreciamos todo lo bueno que hay en el mundo, porque todo lo bueno que hay en el mundo es obra de Dios. Disfrutamos de ello, manteniéndonos fieles a Jesús, a sus mandatos, pero poniendo siempre nuestra esperanza en la vida eterna.
El programa electoral de Jesucristo es muy atractivo... cuando se conoce. Y se conoce cuando conoces a personas que lo han votado y que lo viven con coherencia. Por eso, la “oposición” a Dios y a su programa quiere a toda costa borrar del mapa social a estas personas tan “raras”, que viven con paciencia, que ejercen la caridad, que no se dejan llevar por las modas, sino que son fieles a la Verdad de Dios... Para eliminar su influencia pública, nada mejor que burlarse de ellas, tacharlas de retrógradas y de radicales. Son una secta asquerosa y repugnante... contrarias a una pretendida modernidad... que consiste en volver a lo más primitivo.
Vendrá inevitablemente la persecución para el cristiano que vive con coherencia el espíritu de las Bienaventuranzas. Esto siempre ha sido, es y será así. Y Jesucristo no nos lo oculta. Resumiendo, Cristo dice: “Pobre (pero dichoso, rico para Dios), el que cumple las Bienaventuranzas”. El mundo, por su parte, dirá: “Pobre del que cumpla las Bienaventuranzas”. ¡Uhmm...! Me quedo con lo que dice Dios, que para eso le he votado.
Las Bienaventuranzas son un reto para todo el que quiere encontrar a Dios. Son el camino hacia Él. Para no olvidar este camino ni salirse de él, nada mejor que recordar todos los días las Bienaventuranzas, rezar frecuentemente con ellas. Son la síntesis del Evangelio; será como tomar una píldora vitamínica para el alma con todos los ingredientes para mantenerse sano, para seguir votando a Dios y – por qué no decirlo –seguir botando (con B) de alegría y paz cada día.
Supongo que muchos sabéis la antigua regla nemotécnica para recordar las Bienaventuranzas. Yo la aprendí de niño. Es una palabra muy rara compuesta de las iniciales de la palabra clave en cada Bienaventuranza: POMANLLOHAMILIPAPE.

PO (pobres de espíritu), MAN (mansos, sufridos), LLO (los que lloran) HAM (hambrientos), MI (misericordiosos), LI (limpios de corazón), PA (pacíficos y pacificadores), PE (perseguidos por llevar un camino de santidad, que eso significa justicia en sentido bíblico).

Con María.


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