QUE NO TE ENGAÑEN! HOMBRE O MUJER
CAPÍTULO II
EL ABORTO
¿VIDA HUMANA ANTES DE NACER?
La Moral de la Ideología de Género es muy fácil conocerla
para un católico. Es la misma que nosotros tenemos,
pero al revés. Salvo en el caso de
violación, y para bastantes también los vientres de alquiler, en lo que
coincidimos, en todo lo demás el Mal es el Bien y el Bien es el Mal. Voy a
intentar seguir el orden cronológico de los problemas y por ello empiezo en
nuestra discrepancia ya antes de nacer, es decir con el aborto, o, como ellos
dicen, interrupción voluntaria del embarazo, aunque
da la casualidad que esta interrupción es siempre definitiva.
En España el aborto es un derecho regulado por la Ley
Orgánica 2/2010, de 3 de marzo, de salud sexual y reproductiva y de la interrupción
voluntaria del embarazo, más conocida como la Ley del Aborto,
En cuanto a la
nueva Ley Orgánica 11/2015, de 21 de septiembre, es tan solo una modificación mínima
de la Ley anterior, requiriendo la nueva Ley la necesidad
de consentimiento expreso de los representantes legales de la menor que desea
abortar. Todo el resto de la Ley anterior permanece sin modificaciones.
El primer problema con el que nos enfrentamos en esta
cuestión es si el
aborto destruye o no una vida humana. Si lo que se destruye es un ser humano, estamos
ante un crimen; si lo que se destruye no es un ser humano,
sino un conjunto
de células, como cuando voy al peluquero o me corto las uñas, eso no es
crimen. Como es
una cuestión fundamentalmente médica, ¿qué nos dice la Medicina?
Desde hace unos cuantos años, la Medicina está
realizando enormes progresos en el conocimiento de lo que sucede antes del nacimiento. Los avances
científicos, como las ecografías, confirman cada vez más que el aborto
es un crimen. Algunos de estos
avances son claros
hasta para un profano
en la materia: muchos padres y abuelos
llevan en sus móviles
la foto de la ecografía
de sus hijos y
nietos a los que les falta todavía
bastante para nacer.
Pero no es sólo
por las ecografías. Los avances
científicos médicos van todos
en la misma dirección.
En el Manifiesto
de Madrid del 2009, encabezado
por científicos de la talla de
Nicolás Jouve y César Nombela, varios miles
de intelectuales españoles se pronunciaron sobre el aborto. Copio el párrafo que me han parecido más interesantes: “a) Existe sobrada
evidencia científica de que la vida empieza en el momento de la fecundación.
Los conocimientos más actuales así lo demuestran: la Genética señala que la
fecundación es el momento en que se constituye la identidad genética singular;
la Biología Celular explica que los seres
pluricelulares se constituyen a partir de una única célula inicial, el cigoto,
en cuyo núcleo se encuentra la información genética que se conserva en todas las
células y es la que determina la diferenciación celular; la Embriología describe
el desarrollo”. Y es que el nuevo
ser tiene una propiedad fundamental de los
organismos vivos: un predecible, estable y consistente proceso de desarrollo, para lo que posee un patrimonio genético, es decir un ADN, distinto del de sus progenitores.
La Ley sobre
el Aborto del 3 de Marzo de 2010, afirma
nada menos que cinco
veces que hay que proteger
la vida prenatal.
No me extrañó por ello que
una señora me dijese que había leído
la Ley y que ésta estaba a favor de la vida. Pero estas afirmaciones
rimbombantes no valen para nada por el artículo 3 párrafo 2 que dice: “Se
reconoce el derecho a la maternidad libremente decidida”. Se consagra así que
el aborto es un derecho, aunque
signifique matar a un ser humano. A mí en Derecho me enseñaron que los derechos
de uno terminan cuando
chocan con un derecho prevalente de otro. Me gustaría
que me explicasen qué derecho
es más prevalente que el derecho a la vida de
un ser humano, y para colmo, inocente.
También me gustaría
saber, fuera de la
edad de las víctimas, cuál
es la diferencia entre un campo de exterminio nazi y un centro médico abortivo (me
niego a llamarle clínica), pues en ambos el objetivo es matar a seres humanos. Pero nuestros parlamentarios han decidido que
para ellos el aborto es un derecho.
Desde el punto de vista católico el libro de Hechos de
los Apóstoles afirma rotundamente: “Hay que obedecer a Dios antes que a los
hombre” [i]. El Concilio
Vaticano II dice, de acuerdo
con toda la tradición de la Iglesia: “El aborto y el infanticidio son crímenes abominables” [ii]. San Juan Pablo II nos dice: “La gravedad moral del aborto
procurado se manifiesta en toda su
verdad si se reconoce que se trata de un homicidio” [iii], del que “la responsabilidad implica también
a los legisladores que han promovido y aprobado
leyes que amparan el aborto”
[iv], porque “una ley intrínsecamente
injusta, como es la que admite el
aborto, nunca es lícito someterse a
ella, ni participar en una campaña
de opinión a favor de una
ley semejante, ni darle el sufragio
del propio voto”[v], ya que “si las leyes no son el único instrumento para defender la vida humana, sin
embargo desempeñan un papel muy
importante y a veces determinante en la promoción de una mentalidad y de unas costumbres”
[vi].
Benedicto XVI en su Exhortación
Apostólica “Sacramentum Caritatis” de
Febrero del 2007 nº 83 dice
así: “Coherencia eucarística. El culto agradable
a Dios nunca es un acto meramente privado, sin
consecuencias en nuestras relaciones sociales: al contrario exige el
testimonio público de la propia fe. Obviamente, esto vale para
todos los bautizados, pero tiene
una importancia particular para quienes, por
la posición social o política
que ocupan, han de tomar decisiones sobre valores fundamentales, como el respeto y la defensa de la vida
humana, desde su concepción hasta su fin natural,
la familia fundada
en el matrimonio entre hombre y
mujer, la libertad de educación de
los hijos
y la promoción del bien común en
todas sus formas. Estos valores no son negociables… Los Obispos han de llamar constantemente la atención
sobre estos valores. Ello es parte de su responsabilidad para con la grey que
les ha sido confiada”.
¿Y qué dice el Papa Francisco? En la Exhortación
Apostólica Evangelii Gaudium, escribe: “Entre los débiles, que la Iglesia
quiere cuidar con predilección, están también
los niños por nacer, que son los más indefensos e inocentes de todos,
a quienes hoy se les quiere negar su dignidad
humana en orden a hacer con
ellos lo que se quiera, quitándoles la vida y promoviendo legislaciones para
que nadie pueda impedirlo” [vii].
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