QUE NO TE ENGAÑEN!
HOMBRE O MUJER
Todo sobre la ideología de género
Pedro Trevijano
PRÓLOGO
No hace mucho oí en una conferencia decir que los dos
grandes problemas de España
eran el Relativismo y la Ideología de Género. Cuando
a fines del 2015
publiqué un libro
titulado “Relativismo e Ideología de Género”
me uní, aunque ya había
publicado varios artículos
sobre el tema,
a una serie de personas que en nuestro país y en muchos otros han
elevado su voz de alarma ante lo que se nos avecina. Pienso que sigue
siendo válido lo que escribí en aquel entonces: “Desde hace
algún tiempo, considero que el tema del relativismo y una de sus consecuencias,
la ideología de género, son de los problemas
más graves de nuestra Sociedad. Suelo preguntar sobre
la ideología de género
a sacerdotes, médicos,
profesionales y otros,
y me estoy encontrando
con una ignorancia supina”. Hoy, dos años y medio
más tarde, es indiscutible
que el número de personas
que se han enterado de qué va la fiesta,
ha crecido, aunque sigan siendo una relativamente pequeña
minoría. Pero hay cosas que me preocupan enormemente y que están
desgraciadamente en auge, como el
miedo. Quienes apoyan la ideología
de género son muy poderosos y la gente les tiene miedo. No es que sea una
situación de terror como la que pinta la novela “Patria” en Vascongadas en los años de máximo
apogeo de los tiros en la
nuca, pero sí es una situación de miedo. ¿Miedo
a qué? Veamos el texto
de la Ley "Protección integral contra la LGTBIfobia y la
discriminación por razón de orientación e identidad sexual en la Comunidad de
Madrid ", aprobada por los cuatro grandes
Partidos y lo entenderemos porque
en ella se hacen
afirmaciones de este
calibre: “Artículo 70.
Son infracciones muy graves:
c) La promoción y realización de terapias de aversión o
conversión con la finalidad de modificar la orientación sexual o identidad de género
de una persona. Para la comisión de esta infracción será irrelevante el consentimiento
prestado por la persona sometida a tales terapias.
Artículo 72.- Sanciones. 3.- Las infracciones muy graves
serán sancionadas con multa de 20.001 hasta 45.000 euros y además podrá
imponerse alguna o algunas de las sanciones accesorias siguientes: a)
Prohibición de acceder a cualquier tipo de ayuda pública de la Comunidad Autónoma
de Madrid por un período de hasta tres años. b) Inhabilitación temporal por un periodo
de hasta tres años para ser titular,
la persona física
o jurídica, de centros
o servicios dedicados a las prestación de servicios públicos.
c) Prohibición de contratar con
la Administración, sus
organismos autónomos o entes
públicos por un periodo de hasta tres
años.” Es una Ley que recorta los derechos de los médicos,
impidiéndoles ejercer su profesión, y de los homosexuales, a quienes no se
permite recurrir a tratamientos que están teniendo éxito en otros países. Un
amigo mío médico de Madrid me cuenta que cuando habla de este asunto con sus
colegas, sencillamente no le creen, por lo que dice: “No discuto con ellos,
simplemente les pido el email y les
envío la Ley”. Personalmente me pasó algo parecido con un compañero de
bachiller. Me dijo que iba a mandar
la Ley a un cuñado
suyo, buen abogado. A los pocos días
recibí la impresión de ese cuñado.
Se resumía en una palabra: “Inaudito”. ¿Ahora bien es
imaginable que en un país democrático y libre, una Ley como ésta de Madrid haya
podido pasar, prácticamente por unanimidad? Lo peor es que no sólo ha pasado,
sino que la Ley que ha presentado Podemos al Parlamente español, estas disposiciones
antidemocráticas y aberrantes las mantiene y pueden ser Ley para todo el
territorio nacional. Este Proyecto de Ley se llama así: “Proposición de Ley
contra la discriminación por orientación sexual, identidad o expresión de
género y características sexuales, y de igualdad social de lesbianas, gais,
bisexuales, transexuales, transgénero e intersexuales”. Esta Ley la presenta
Podemos; Ciudadanos y PSOE están
de acuerdo y el PP pensaba dejar
libertad de voto y por tanto es fácil se apruebe, aunque afortunadamente
parece hay bastantes artículos claramente anticonstitucionales. La respuesta del por qué la
gente no se atreve a oponerse para
mí es sencilla: en España
hay mucho miedo, y entre los parlamentarios mucho
más, porque el que se mueve no sale en la foto ni va en las próximas listas.
Y es que como la gente no quiere líos ni problemas
se calla, porque
en boca cerrada no entran moscas. ¿Para qué me voy a meter en jaleos si puedo pedir otra de gambas?
De eso tuve una demostración práctica hace unos días,
cuando me quejé a unos sacerdotes que no hablasen
y me contestaron que ése no era asunto de ellos, sino de los padres.
Mucho me temo que los unos por los otros la casa sin barrer.
La nueva Ley señala
que cualquier discrepancia sobre esa concepción de la persona
se convierte en algo sancionable y perseguible por constituir vejación
o
discriminación hacia aquellas personas en las cuales el “sexo sentido” no
coincida con el genético y morfológico. No nos queda sino preguntarnos donde
queda la libertad de opinión y de expresión, derechos humanos fundamentales recogidos
en la Constitución. Pero no nos quejemos
porque la verdad es que no hemos sabido defender la libertad y la democracia.
Como Vds. han podido notar, no he tocado para nada otro
de los grandes atropellos, la Educación, en donde se está intentando que sea el
Estado y no los padres, los principales educadores. Pero, por supuesto, también
hay que hablar de ello.
Pedro
Trevijano.
CAPÍTULO I
PROGENITOR A: EL RELATIVISMO.
La Ideología de Género, como es lógico, no surge de la nada, sino que tiene
antecedentes que le van preparando el terreno. Podemos decir que es hija de otras dos ideologías: el relativismo y
el marxismo. Pero como no quiero problemas por llamar
a una ideología madre y a la otra padre,
voy a emplear el
lenguaje, que a los de esta ideología les gusta: Progenitor A y Progenitor B.
Me voy a referir ahora al Relativismo. Sabemos que los
relativistas generalmente no creen en Dios o por lo menos son agnósticos, y en
consecuencia tampoco en la Ley ni en el Derecho
Natural. En consecuencia la Verdad y el Bien no son algo objetivo, sino que, llegado un
momento dado, son perfectamente modificables: lo que ayer era malo,
hoy puede ser bueno y al revés. En esta ideología no se piensa
que contra el hecho no valen argumentos, sino que en un conflicto entre mi
ideología y la realidad es la realidad la que debe adaptarse a mi ideología, y no al revés.
El relativismo intenta
crear un nuevo
tipo de ciudadanos, buscando liberar al
hombre de sus ataduras más profundas, incluso las ligadas con la propia
naturaleza humana. Se trata de realizar una libertad sin constricciones. El
eslogan de esta corriente es “la Libertad
os hará verdaderos”, que contradice al de Jesucristo “la Verdad os hará
libres” [i]. Don José Luis Rodríguez
Zapatero, decía así en unas declaraciones publicadas en el 2006: “La idea de
una ley natural por encima
de las leyes que se dan los hombres es una reliquia ideológica frente a la realidad social
y a lo que ha sido su evolución. Una idea
respetable, pero no deja ser un vestigio
del pasado”. Es decir, en su concepción relativista, como Dios no existe, el orden social
no se ve como reposando en las leyes
de Dios o de la naturaleza, sino como resultado de las elecciones
libres del individuo y del
pueblo soberano. A nivel individual
nos encontramos con el subjetivismo, el hecho que no hay ningún ser superior a mí y en consecuencia la no existencia de reglas
generales. De la legítima pluralidad de posiciones
se da el paso a un pluralismo indiferenciado, basado en el convencimiento de que todas las
posiciones son igualmente
válidas. Esto es
en teoría, porque como en la práctica
se te ocurra discrepar de ellos, pueden caerte sanciones
como las que hemos
visto.
A nivel colectivo
quien debe decidir
en la concepción relativista es el pueblo
soberano, quien se expresa a través de la mayoría parlamentaria. Pero como
existe una realidad
llamada disciplina de Partido,
quien decide lo que está bien y
lo que está mal es la autoridad política
del momento. Pero como los creyentes hemos de seguir
ante todo la Ley de Dios, está claro que hemos de saber
distinguir entre lo legal, que es lo que dice la legislación,
y lo moral, que es lo que está
de acuerdo con la Ley divina. Un caso claro de esta
diferencia es el aborto:
para la legislación civil es un
derecho, para el católico un crimen abominable.
Por ello, el gran problema en torno a la Verdad es: ¿Existe una
Verdad Objetiva, sí o no? Ante esta pregunta
hay una doble
respuesta. Mientras unos pensamos que por supuesto hay una
Verdad Objetiva, que el Bien y el Mal son claramente diferentes, que existen
una serie de valores eternos e inmutables, los otros, por el contrario,
defienden que no hay verdades objetivas o reglas
universalmente válidas, que todo es opinable y depende del punto de vista desde
el que se mire, y que ni siquiera
los valores que nosotros
decimos son esenciales, como la libertad, la vida, la justicia, el amor, la paz, son objetivos e inamovibles.
Otro gran problema es cuál es el fundamento de la
dignidad humana. Todos reconocemos que el ser humano posee una dignidad intrínseca,
pero
¿cuál es su fundamento? Los creyentes afirmamos que hemos
no sólo sido creados por Dios [ii], sino que Él quiere que seamos sus hijos [iii] y que la Fe llena
de sentido nuestras
vidas. Los relativistas, al no aceptar a Dios como fundamento, no
encuentran nada más sólido que las leyes estatales y el Estado. Pero si es el
Estado el que me concede los derechos, el
Estado también puede quitármelos, con lo que dejamos la puerta abierta
a los totalitarismos. No nos olvidemos, además, que para ellos todo termina con la
muerte.
El ideal democrático consiste en proteger y respetar los
derechos humanos que posee el hombre por su dignidad intrínseca. Al acabar la Segunda Guerra
Mundial y como
consecuencia de sus horrores, pudo
lograrse el acuerdo sobre cuáles eran los derechos humanos fundamentales
y así se redactó la Declaración Universal de Derechos Humanos, promulgada por
la ONU en 1948, si bien no pudo llegarse al acuerdo sobre cuál era el
fundamento último de estos derechos, por lo que esta dignidad y estos derechos
quedan en la cuerda floja con el Relativismo. Los que creemos en ellos y en
Dios como su último fundamento pensamos que muchos de estos derechos son “valores fundamentales, como el respeto
y la defensa de la vida
humana, desde su concepción hasta su fin natural, la familia fundada en el
matrimonio entre hombre y mujer, la libertad de educación de los hijos y la promoción
del bien común en todas sus formas. Estos valores no son negociables” [iv]. Actuar contra ellos es negar la democracia. No basta
con hablar de democracia, hay que practicarla. Una democracia sin valores es un
totalitarismo visible o encubierto. Pero, desgraciadamente, con el paso del
tiempo, vuelven a adquirir fuerza
el relativismo y el positivismo y se nos
habla de una nueva
generación de derechos, basados en la real o parlamentaria gana, estando muchos de ellos en franca
contradicción con los derechos basados
en la Ley Natural.
Además como la mejor defensa es un buen ataque los
laicistas han constituido en España una Asociación llamada Europa laica, para
darnos a conocer sus ideas por medio de manifiestos o de artículos en los periódicos. A mí lo que más me ha llamado
la atención es lo siguiente: “Europa laica es una
asociación laicista española que asume el laicismo como condición indispensable
de cualquier verdadero sistema democrático y que defiende el pluralismo ideológico en pie de igualdad
como regla fundamental del Estado de Derecho
y el establecimiento de un marco jurídico adecuado y efectivo
que lo garantice y lo proteja
frente a toda interferencia de instituciones religiosas que implique ventajas o
privilegios”. Cuando leo cosas como “el laicismo como condición indispensable de cualquier verdadero sistema democrático”,
se me está diciendo que o pienso lo mismo que ellos o no soy demócrata,
pues cualquier opinión u opción que no sea la relativista laicista supone
intolerancia. En pocas
palabras: para ser demócrata hay que ser laicista y todo
lo que no sea laicismo
no es democrático. Unamuno lo expresó con una frase genial: “En Francia no se puede
pensar libremente, hay
que ser librepensador”.
Sem comentários:
Enviar um comentário
Nota: só um membro deste blogue pode publicar um comentário.