Segundo a edição de 1562
PRÓLOGO
CAPÍTULO 24/25
5.
Este Padre me comenzó a poner en más perfección. Decíame que para del todo
contentar a Dios no había de dejar nada por hacer; también con harta maña y
blandura, porque no estaba aún mi alma nada fuerte, sino muy tierna, en
especial en dejar algunas amistades que tenía. Aunque no ofendía a Dios con
ellas, era mucha afición, y parecíame a mí era ingratitud dejarlas, y así le decía
que, pues no ofendía a Dios, que por qué había de ser desagradecida. El me dijo
que lo encomendase a Dios unos días y rezase el himno de Veni, Creator, porque
me diese luz de cuál era lo mejor. Habiendo estado un día mucho en oración y
suplicando al Señor me ayudase a contentarle en todo, comencé el himno, y estándole
diciendo, vínome un arrebatamiento tan súbito que casi me sacó de mí, cosa que
yo no pude dudar, porque fue muy conocido. Fue la primera vez que el Señor me
hizo esta merced de arrobamientos. Entendí estas palabras: Ya no quiero que
tengas conversación con hombres, sino con ángeles. A mí me hizo mucho espanto,
porque el movimiento del ánima fue grande, y muy en el espíritu se me dijeron
estas palabras, y así me hizo temor, aunque por otra parte gran consuelo, que
en quitándoseme el temor que – a mi parecer - causó la novedad, me quedó.
6.
Ello se ha cumplido bien, que nunca más yo he podido asentar en amistad ni
tener consolación ni amor particular sino a personas que entiendo le tienen a
Dios y le procuran servir, ni ha sido en mi mano, ni me hace el caso ser deudos
ni amigos. Si no entiendo esto o es persona que trata de oración, esme cruz
penosa tratar con nadie. Esto es así, a todo mi parecer, sin ninguna falta.
7.
Desde aquel día yo quedé tan animosa para dejarlo todo por Dios como quien
había querido en aquel momento -que no me parece fue más- dejar otra a su
sierva. Así que no fue menester mandármelo más; que como me veía el confesor
tan asida en esto, no había osado determinadamente decir que lo hiciese. Debía aguardar
a que el Señor obrase, como lo hizo. Ni yo pensé salir con ello, porque ya yo
misma lo había procurado, y era tanta la penaque me daba, que como cosa que me
parecía no era inconveniente, lo dejaba; ya aquí me dio el Señor libertad y
fuerza para ponerlo por obra. Así se lo dije al confesor y lo dejé todo
conforme a como me lo mandó. Hizo harto provecho a quien yo trataba ver en mí
esta determinación.
8.
Sea Dios bendito por siempre, que en un punto me dio la libertad que yo, con
todas cuantas diligencias había hecho muchos años había, no pude alcanzar
conmigo, haciendo hartas veces tan gran fuerza,
que me costaba harto de mi salud. Como fue hecho de quien es poderoso y Señor
verdadero de todo, ninguna pena me dio.
CAPÍTULO 25
1.
Paréceme será bien declarar cómo es este hablar que hace Dios al alma y lo que
ella siente, para que vuestra merced lo entienda.
Porque
desde esta vez que he dicho que el Señor me hizo esta merced, es muy ordinario
hasta ahora, como se verá en lo que está por decir.
Son
unas palabras muy formadas, mas con los oídos corporales no se oyen, sino
entiéndense muy más claro que si se oyesen; y dejarlo de entender, aunque mucho
se resista, es por demás.
Porque
cuando acá no queremos oír, podemos tapar los oídos o advertir a otra cosa, de
manera que, aunque se oiga, no se entienda. En esta plática que hace Dios al
alma no hay remedio ninguno, sino que aunque me pese, me hacen escuchar y estar
el entendimiento tan entero para entender lo que Dios quiere entendamos, que no
basta querer ni no querer. Porque el que todo lo puede, quiere que entendamos
se ha de hacer lo que quiere y se muestra señor verdadero de nosotros. Esto
tengo muy experimentado, porque me duró casi dos años el resistir, con el gran
miedo que traía, y ahora lo pruebo algunas veces, mas poco me aprovecha.
2.
Yo querría declarar los engaños que puede haber aquí (aunque a quien tiene
mucha experiencia paréceme será poco o ninguno, mas ha de ser mucha la
experiencia) y la diferencia que hay cuando es espíritu bueno o cuando es malo,
o cómo puede también ser aprensión del mismo entendimiento -que podría acaecer-
o hablar el mismo espíritu a sí mismo. Esto no sé yo si puede ser, mas aún hoy me
ha parecido que sí.
Cuando
es de Dios, tengo muy probado en muchas cosas que se me decían dos o tres años
antes, y todas se han cumplido, y hasta ahora ninguna ha salido mentira, y
otras cosas adonde se ve claro ser espíritu de Dios, como después se dirá.
3.
Paréceme a mí que podría una persona, estando encomendando una cosa a Dios con
gran afecto y aprensión, parecerle entiende alguna cosa si se hará o no, y es
muy posible; aunque a quien ha entendido de estotra suerte, verá claro lo que
es, porque es mucha la diferencia, y si es cosa que el entendimiento fabrica,
por delegado que vaya, entiende que ordena él algo y que habla; que no es otra
cosa sino ordenar uno la plática, o escuchar lo que otro le dice; y verá el
entendimiento que entonces no escucha, pues que obra; y las palabras que él
fabrica son como cosa sorda, fantaseada, y no con la claridad que estotras. Y
aquí está en nuestra mano divertirnos, como callar cuando hablamos; en estotro no
hay términos.
Y
otra señal más que todas: que no hace operación. Porque estotra que habla el
Señor es palabras y obras; y aunque las palabras no sean de devoción, sino de
reprensión, a la primera disponen un alma, y la habilita y enternece y da luz y
regala y quieta; y si estaba con sequedad o alboroto y desasosiego de alma,
como con la mano se le quita, y aun mejor, que parece quiere el Señor se
entienda que es poderoso y que sus palabras son obras.
4.
Paréceme que hay la diferencia que si nosotros hablásemos u oyésemos, ni más ni
menos. Porque lo que hablo, como he dicho, voy ordenando con el entendimiento
lo que digo. Mas si me hablan, no hago más de oír sin ningún trabajo.
Lo
uno va como una cosa que no nos podemos bien determinar si es, como uno que
está medio dormido; estotro es voz tan clara que no se pierde una sílaba de lo
que se dice. Y acaece ser a tiempos que está el entendimiento y alma tan
alborotada y distraída, que no acertaría a concertar una buena razón, y halla
guisadas grandes sentencias que le dicen, que ella, aun estando muy recogida,
no pudiera alcanzar, y a la primera palabra, como digo, la mudan toda.
En
especial si está en arrobamiento, que las potencias están suspendidas, ¿cómo se
entenderán cosas que no habían venido a la memoria aun antes? ¿Cómo vendrán
entonces, que no obra casi, y la imaginación está como embobada?
5.
Entiéndase que cuando se ven visiones o se entienden estas palabras, a mi
parecer, nunca es en tiempo que está unida el alma en el mismo arrobamiento;
que en este tiempo -como ya dejo declarado, creo en la segunda agua- del todo
se pierden todas las potencias y a mi parecer allí ni se puede ver ni entender
ni oír: está en otro poder toda, y en este tiempo, que es muy breve, no me parece
la deja el Señor para nada libertad. Pasado este breve tiempo, que se queda aún
en el arrobamiento el alma, es esto que digo; porque quedan las potencias de
manera que, aunque no están perdidas, casi nada obran; están como absortas y no
hábiles para concertar razones. Hay tantas para entender la diferencia, que si una
vez se engañase, no serán muchas.
6.
Y digo que si es alma ejercitada y está sobre aviso, lo verá muy claro; porque
dejadas otras cosas por donde se ve lo que he dicho, ningún efecto hace, ni el
alma lo admite (porque estotro, mal que nos pese), y no se da crédito, antes se
entiende que es devanear del entendimiento, casi como no se haría caso de una
persona que sabéis tiene frenesí.
Estotro
es como si lo oyésemos a una persona muy santa o letrada y de gran autoridad,
que sabemos no nos ha de mentir. Y aun es baja comparación, porque traen
algunas veces una majestad consigo estas palabras, que, sin acordarnos quién
las dicen, si son de reprensión hacen temblar, y si son de amor, hacen
deshacerse en amar. Y son cosas, como he dicho, que estaban bien lejos de la memoria,
y dícense tan de presto sentencias tan grandes, que era menester mucho tiempo
para haberlas de ordenar, y en ninguna manera me parece se puede entonces
ignorar no ser cosa fabricada de nosotros.
Así
que en esto no hay que me detener, que por maravilla me parece puede haber
engaño en persona ejercitada, si ella misma de advertencia no se quiere
engañar.
7.
Acaecídome ha muchas veces, si tengo alguna duda, no creer lo que me dicen, y
pensar si se me antojó (esto después de pasado, que entonces es imposible), y
verlo cumplido desde a mucho tiempo; porque hace el Señor que quede en la
memoria, que no se puede olvidar. Y lo que es del entendimiento es como primer movimiento
del pensamiento, que pasa y se olvida. Estotro es como obra que, aunque se
olvide algo y pase tiempo, no tan del todo que se pierda la memoria de que, en
fin, se dijo, salvo si no ha mucho tiempo o son palabras de favor o doctrina;
mas de profecía no hay olvidarse, a mi parecer, al menos a mí, aunque tengo
poca memoria.
SANTA TERESA DE JESÚS O DE ÁVILA