Hace un par de días, una de las
novicias me dijo:
-Escribirás tú el reto el
Viernes Santo, ¿no?
-¿Por qué? -la pregunta me
extrañó, ya que no llevamos orden a la hora de escribir, ni
"planificamos" los retos...
-Es que esos días son los más
difíciles -me contestó.
-¿Difíciles? ¡Para nada! ¡Son
los días más grandes!
Se ve que mi respuesta no la
convenció del todo, y esta mañana, al levantarme, he descubierto que ninguna
había orado un reto para hoy...
Sí, es cierto que estos días
nos pueden resultar difíciles. Hoy, en concreto, podemos perdernos entre
empujones, latigazos, sangre... Sin embargo, mantengo lo que dije: son los días
más sublimes. Cristo no fue a la Cruz para culpabilizarnos, sino para
salvarnos. La Cruz es motivo de asombro agradecido. San Pablo llega todavía más
lejos: ¡habla de gloriarse en la Cruz de Cristo!
Dios ha decidido salvarnos y
hacer alianza sin nuestro concurso. No preguntó ni se aconsejó con ningún
hombre para llevar a su Hijo a la muerte. No quiso salvarnos en nada de lo
nuestro, pues todas las Alianzas que se habían establecido en el Antiguo
Testamento fracasaron por la infidelidad de los hombres. El Señor sabe que
somos débiles. Pedro se apoyó en sus propias fuerzas queriendo acompañar al
Señor en su Pasión... y terminó jurando que no le conocía. No, no podemos
fiarnos de nosotros mismos.
Pero hoy celebramos que, desde
aquel día en el Calvario, la Alianza con nosotros va a asentarse en la sangre
de Jesús, su Hijo. En esa sangre se ahogan todos los pecados de los que se
acercan a ella. Y eso es lo único que se nos pide en esta nueva Alianza: que
nos dejemos salvar por Cristo.
La Cruz de Cristo es la alegría
de toda la Humanidad, es una fuente de gracias a favor nuestro. Es obra de su
amor y su honda compasión. Tomó la iniciativa y nos amó cuando éramos enemigos.
Ha decidido amarnos, cuando amarnos le suponía la muerte. ¿Quién te ha amado
así?
Cristo no te ha preguntado: lo
ha hecho. Ha muerto por ti antes de que pudieras ofrecerle ninguna respuesta.
Su amor es independiente de tu reacción, siempre permanecerá. Pero el amor
auténtico, como el suyo... siempre anhela la respuesta de la persona que ama.
Hoy el reto del amor es coger
un crucifijo en tus manos. Mírale, dale las gracias... y hoy, lleva esa Cruz a
tu lado todo el día. Puedes llevarla al cuello, en un bolsillo... permite que
su callada presencia te recuerde en cuánto te valoró Jesucristo: vales toda su
sangre. ¿Responderás a su amor?
Él muere para que tengas vida.
Hoy, más que nunca,
VIVE DE CRISTO
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