Ayer oí por primera vez este
comentario en el monasterio:
-Me cuesta que mañana sea
domingo...- y es que, nunca pensamos en si llega el lunes, el finde... o el
famoso "jueves"; cada día pedimos al Señor que nos sorprenda, nos
dejamos sorprender y siempre lo hace.
Pero el día de ayer lo
necesitábamos. Después de estas semanas de trabajo con el libro del perdón,
pudimos parar y pasamos un día diferente, todas en la huerta preparando el
invernadero y limpiando las máquinas para que todo esté listo para la
primavera.
Por la tarde dedicamos un rato
a la formación y después nos fuimos a dar un paseo.
Toda la actividad se paró,
pasamos un día diferente. Un día de disfrutar en comunidad, de compartir juntas
al Señor y encontrarnos en Él.
A veces pensamos que parar
supone mirarse a uno mismo, no dedicarte a lo que te tienes que dedicar y, sin
embargo, reconstruye y construye. Hoy es domingo, no es un día para ir a la
deriva esperando al "temido lunes".
El Señor te regala este día
para que acabes diciendo "me cuesta que mañana sea lunes, porque lo he
vivido en plenitud, porque se lo he dedicado al Señor y a aquellos que Él me ha
puesto cerca".
Hoy el reto del amor es que
vivas el domingo. Hoy no es un día cualquiera, con Cristo ningún día es un día
cualquiera.
Vive en plenitud,
VIVE DE CRISTO
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