Como ya imaginarás, los regalos
que se hacen en el monasterio no saben de euros, de grandes almacenes, o
tickets de regalo para inolvidables aventuras. Todo lo que hacemos sale de la
oración y... ¡del trabajo en equipo!, poniendo todos los dones al común.
Total que, para el cumple de
Lety, hicimos una presentación utilizando temperas y, como pincel, las manos.
Fue muy divertido, ¡y un resultado impresionante!
A la hora de lavar, se iba bien
de la ropa, de las manos... pero, de las uñas... ¡imposible quitar los restos
de pintura negra!
A día de hoy, a pesar del
cepillo, jabón y todo lo que he tenido a mi alcance para intentar quitarla, ahí
sigue la pintura. He mirado las manos de las demás, y también les quedan
restos, por lo que he pensado: "¿Para qué rebelarme?"
En realidad, ahora me miro las
uñas y se me escapa una sonrisa porque, ¿qué es el amor si no deja restos?
Cada vez que amamos, (¡que nos
pringamos con pintura!), quedan restos. Restos en algunos momentos de dolor,
porque hemos amado y no ha sido correspondido; restos de alegría, ilusión, por
haberte encontrado con esa persona en lo más profundo... restos que hablan de
un corazón vivo, que late, que no deja de amar, que se implica aunque a veces
duela.
Cristo también metió las manos
en pintura, se implicó contigo, conmigo. Se sumergió por completo en la pintura
hasta el punto de llegar a vivir todo lo que tú vives, hasta el punto de pasar
por tu soledad, tus miedos, tus dificultades. ¡Se pringó del todo! Y no sólo
eso, sino que quiso cargar con todo ello. No se quedó con las manos limpias, ni
quiso quitárselo, para así sentir contigo, sentir con tu corazón.
Llega la Semana Santa, y Cristo
te dice que se pringa en tu vida, que mete las manos en la pintura para hacerte
el mayor regalo que se te pueda dar: salvarte en todo aquello que te ata, que
te duele...
Cristo no murió para generar en
ti compasión o devoción; ¡quiso pringarse al máximo! Te muestra que te
comprende en tus "cruces" y que Él puede darles sentido; que tienes
que dejar de vivir todo solo.
Hoy el reto del amor es que
mires una imagen de la Pasión que te ayude a orar y escribas todo lo que te
hace sufrir, lo que no te gusta de ti. Ten toda la semana el papel
presentándole al Señor su contenido. Deja que Cristo muera por tu sufrimiento y
pídele experimentar Su muerte y resurrección en tus problemas. Es un buen
momento para poner el corazón en la Semana Santa dejando que Cristo se pringue
por ti, dejando que muera por todo aquello que te pesa, dejándole ser
protagonista de tu dolor. No luches más desde ti, descansa en Él.
VIVE DE CRISTO
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