En estos días en que el catarro
parecía querer acabar conmigo, me han mandado un par de noches antes a la cama
(¡es la mejor medicina!).
Una de esas veces, al bajar a
la mañana siguiente a la sala de abajo, me la encontré con las luces
encendidas. ¡Claro, generalmente soy yo la que se encarga por las noches de
asegurarse de que están apagadas! Entre unas cosas y otras, se les había pasado...
Lo mejor es que, desde ese
momento, el Señor me ha regalado ver todo lo que tengo cada día, y que no hago
yo: la ropa sucia ha vuelto a mi celda lavada y doblada, sin que yo me haya
encargado de nada; cada mañana me encuentro mi vaso limpio sin que yo lo haya
fregado y el café preparado sin yo haber preparado la cafetera... Y es que cada
una tenemos nuestras pequeñas tareas, ¡que hacen que todo funcione como un
reloj!
A lo largo de los días puede
que no nos percatemos de la labor que hacen las demás... pero, ahora que los
virus mandan a alguna a la cama... ¡descubres más que nunca todas las cosas que
hace cada hermana!
Como dice san Pablo, somos un
Cuerpo, cada miembro con una misión diferente, pero trabajando todos para
todos, unidos a nuestra cabeza: Cristo. Somos un cuerpo unido por el Amor.
Hoy el reto del amor es vivir
en acción de gracias. Te invito a que le pidas a Cristo en tu oración poder
descubrir todas las cosas que recibes por el trabajo de los demás. Pídele poder
ver a las personas que hay detrás de tu comida, de tu sitio de trabajo, del
vehículo que te lleva... y da gracias por cada uno de ellos. Y, a lo largo del
día, haz que este reloj funcione aún mejor: hoy ayuda a una persona sin que se
lo espere. Pídele a Cristo ver a la persona que te necesita. ¡Sorprende amando,
sorprende ayudando! ¡Feliz día!
VIVE DE CRISTO
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