Ayer por la tarde dedicamos un
rato a la huerta. Lety e Israel estuvieron preparando la tierra y plantando
tomates; Sión, instalando un sistema de riego a lo largo del jardín de plantas
medicinales; y yo aproveché para hacer cremas con las plantas que habíamos
recogido.
Romero, menta... aceite y cera
convivían en un recipiente que se calentaba al baño maría. Me quedé mirando al
preparado: plantas diferentes llegarían a ser una crema curativa, reparadora.
Pero primero debían fusionarse al calor del fuego: la cera, derretirse para
unirse al aceite; el aceite, dejar que la cera se una y acoger las propiedades
del resto de las plantas.
¿El resultado? La cera ya no
vuelve a ser cera, sino que se ablanda, dando la textura cremosa; el aceite
tampoco se queda en su estado, y las plantas dan de sí lo que no se ve,
sustancia prácticamente inapreciable a los sentidos, pero indispensable para
que el preparado tenga las propiedades deseadas.
Así nos encontramos muchas
veces: duros como la cera, "antisociales" como el aceite,
aparentemente sin mucho que aportar como las verdes plantas... y con dos
caminos ante nosotros:
Un camino es lanzarnos a la
cazuela del día que empieza con el fuego apagado, y dejar que cada uno flote a
sus anchas sin querer saber mucho del otro. ¿Lo visualizas? Sin calor, ni
aceite, ni cera, ni sustancia se mezclan entre sí: el preparado no tiene
sentido, ¿verdad? Todo flotando sin rumbo. Los demás molestan o son
indiferentes para ti.
Otro camino es lanzarte a la
cazuela con el fuego encendido, y dejar que, a su calor, cada ingrediente
aporte al otro hasta el punto de que todos lleguen a ser uno, porque no viven para
ellos, sino que dan lo mejor de sí para llegar a la meta: hacer la crema.
Cristo es el fuego, el fuego
que hace que tu cera se ablande, el fuego que abre el corazón del aceite para
que acoja al resto, el fuego que saca lo mejor de ti. Cristo hace que pueda
salir la crema, que no te quedes en ti, que tu vida sea entrega. Cristo te
regala hermanos, no enemigos. Qué diferente es vivir el día desde Su calor,
disfrutando de los dones de los demás, viéndoles como un regalo, como
"compañeros de cazuela"... para llegar a ser bálsamo, crema que cura,
que alivia a otros.
Hoy el reto del amor es que
acojas a dos ingredientes que hoy te pondrá el Señor en tu camino para hacer
contigo "la crema": al becario que te da una idea, a la persona que
te dice otra manera de hacer lo que tienes entre manos, al que te ofrece su
ayuda en algo concreto... Experimentarás que la comunidad es un don y, cuantos
más ingradientes entren en tu día... ¡mejor! Hoy no intentes hacer en frío y
solo la crema, ya sabes que así no sale, ¡y cuánto nos empeñamos! Deja que al
calor de Cristo todo se construya desde la comunidad y desde el Amor. Sed uno
en Cristo.
VIVE DE CRISTO
Sem comentários:
Enviar um comentário
Nota: só um membro deste blogue pode publicar um comentário.