Haciendo alusión a la lectura del Evangelio
dominical de San Mateo, que narra la Parábola del Sembrador, el Santo Padre
señaló que Jesús es el sembrador y que con esta imagen nos da a entender que Él
no se impone, sino que propone: “no nos atrae conquistándonos sino
entregándose”.
Tal y como recoge Radio Vaticano, el Santo Padre
indicó que “Él derrama con paciencia y generosidad su Palabra”, continuó
diciendo Francisco, “que no es una jaula o una trampa, sino una semilla que
puede dar fruto”, siempre y cuando nosotros estemos dispuestos a recibirlo.
En referencia a los “tipos de tierra” donde el
Sembrador realiza su labor, el sucesor de Pedro indicó que el “terreno bueno”
es el camino que hay que seguir. No obstante, el Pontífice puso en guardia
sobre otros dos tipos de terrenos que pueden crecer en el corazón impidiendo
que la "semilla de Jesús dé fruto": el terreno pedregoso, en el cual
la semilla germina pero no llega a dar raíces profundas y el terreno espinoso;
"lleno de espinos que sofocan a las buenas plantas", espinos que
podemos comparar con las preocupaciones del mundo y la seducción de la riqueza.
"Cada uno de nosotros puede reconocer estos
grandes o pequeños espinos que habitan en su corazón", dijo Francisco,
“estos arbustos más o menos enraizados que no agradan a Dios y nos impiden
tener un corazón limpio”. Por último, el Santo Padre, destacó que es posible
"sanear el terreno" de nuestro corazón, llevando al Señor a través de
la confesión y la oración, "nuestras piedras y espinos".
"Preguntémonos si nuestro corazón está abierto
para acoger con fe la semilla de la Palabra de Dios", dijo el Obispo de
Roma. "Preguntémonos si en nosotros las rocas de la pereza son todavía
muchas y grandes; identifiquemos y llamemos por nombre a los espinos de los
vicios".
"Que la Madre de Dios, a quien recordamos hoy
bajo el título de Bienaventurada Virgen del Monte Carmelo, insuperable en la
acogida de la Palabra de Dios y en su puesta en práctica (cf. Lc 8,21), nos
ayude a purificar el corazón y a custodiar en él la presencia del Señor",
concluyó el Papa.
REL
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