El último día que estuvimos de
cocina nos tocó preparar de primero un puré de calabacín. Pero, dada la
circunstancia de que a una hermana le ha salido en los análisis que tiene
colesterol (y alguna que otra cosa más), decidimos hacer un puré sano.
"Pero si el calabacín es
sanísimo", pensarás... y es verdad, pero normalmente nos gusta añadirle al
puré otros condimentos que mejoran su sabor (y hasta disimulan la verdura) para
que todas lo comamos a gusto, pero que son poco recomendables para el
colesterol y demás.
Mientras lo preparábamos, yo
sólo hacía que mirar la olla pensando "¿Qué más le puedo echar para que
les sepa rico?" Pero nada... salvo cebolla y alguna patata, todo lo demás
se salía de los alimentos recomendados por el médico.
Sin embargo, dando vueltas con
la cuchara de palo a aquella olla, vi claro que muchas veces yo pretendo hacer
lo mismo con mi vida. Pretendo llegar a todos, caer bien a todos, y mostrar una
imagen de perfección, igual que ese puré tan condimentado que casi ni sabe a
calabacín. Y, sin embargo, al dejarme llevar por esa corriente, me olvido de
mirar realmente por las personas, me olvido del que tiene colesterol.
Cristo me mostró que no tengo
que llenar mi vida de cosas, sino sólo de Él, que ya se ocupará de hacer de mi
vida alimento, no para todos, sino para que el que lo esté necesitando. Que no
tengo que cambiar para que Él me ame, sino que Él es el auténtico ingrediente
de mi vida, el que da nombre a la receta. Y que sólo así podré mirar a las
personas uno a uno, y detenerme ante el que Él me ponga.
Hoy el reto del Amor es mirar
por una persona. Hoy entrégale al Señor tu tiempo y pídele ojos para ver a qué
persona quiere que se lo dediques. Él sabrá mostrarte lo que quiere que hagas.
Quizá no llegarás a todo, pero estarás feliz porque habrás hecho lo que el
Señor realmente quería para ti en este día.
VIVE DE CRISTO
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