Después de un tiempo casi
veraniego, al fin han llegado las lluvias, y, con ellas, un clima más fresco.
Hemos pasado de tener el invernadero abierto de par en par, a tener que
atrancar las puertas para que no se abrieran con los fuertes vientos.
El otro día tenía que llevar un
papel a una de las monjas, que estaba en el locutorio. Como este monasterio es
tan grande, muchas veces llegas antes a los sitios saliendo por la huerta y
entrando por otro lado, que andar subiendo y bajando escaleras.
Así que, toda decidida, salí
por la puerta del Noviciado que da a la huerta. Pero nada más poner el pie
fuera, me di cuenta de que iba con zapatillas de casa.
"Bueno, es un tramo
pequeñito, no pasa nada", me dije.
Sin embargo, al llegar a la
esquina, vi que había salido el sol. Estaba apretando un poco el calor y, si no
iba corriendo a abrir las puertas del invernadero, se iba a quemar todo.
En seguida mi cabeza razonó:
"Pero voy en zapatillas de casa, se me van a llenar los calcetines de
pinchitos de la hierba..."
Pero en ese instante me vino al
corazón: "¿Qué es lo que funciona, mis razones o el Amor?"
Así que me fui corriendo hacia
el invernadero, riéndome de la situación.
Aquella vez se trataba del
invernadero, pero me daba cuenta de que, la mayor parte de las veces que surge
la ocasión para amar, es en medio de la comodidad de estar en "zapatillas
de casa". Y son miles las razones que nos surgen para excusarnos de dar el
paso hacia el amor; sin embargo, sólo cuando dejas las razones atrás y apuestas
por el amor, eres feliz.
Y es que al final entiendes
aquello que dice Jesús de que "el que pierde su vida por mí, la
encontrará", porque te das cuenta de que, si lo que quieres es amar de
verdad, se te va la vida en ello. Así nos lo mostró Él, que no se reservó ni
tiempo, ni comodidad, ni se miró a sí mismo, sino que todo lo hacía por Amor,
hasta dar Su vida por nosotros.
Hoy el reto del Amor es acoger
el instante de gracia para amar. Nuestro oído sólo tiene capacidad para atender
a una voz. La voz de las razones para dejarlo estar... siempre la tendrás. ¿Por
qué no apostar por dar el paso hacia el Amor? Hoy escucha la voz de Cristo que
te llena de su Gracia para amar, aunque te pille en zapatillas de casa.
VIVE DE CRISTO
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