Ayer, durante la cena, una de
las mayores tuvo que salir antes del refectorio. Se dirigió hacia la puerta y,
como si de un niño se tratase, dejó un beso en su mano que luego pasó a los
pies de una imagen de la Virgen que hay justo a la salida.
Después, en el recreo, fuimos a
pasear por la huerta y vimos que, a los pies de todas las imágenes de la
Virgen, alguien había dejado pequeños ramos de flores.
Me impresiona ver esos y otros
detalles de cariño en nuestras mayores hacia María.
¿Y tú? ¿Te acuerdas de detalles
que tenías cuando eras pequeño? ¿Qué te encendía el corazón?
Seguro que tienes recuerdos
entrañables de alguna canción que cantabas con tu madre, con la abuela; de una
ermita a la que llevabas flores, de una imagen a la que lanzabas besos.
Nos hacemos mayores, y esos detalles de niño
van desapareciendo; los razonamos y vamos cerrando el corazón.
La fe de un niño es una fe
vivida, es desde el corazón. Con el tiempo, los respetos humanos, el hacernos
mayores... nos impiden soltar el corazón.
Se acaba el mes de mayo, el mes
de María. Si aún no te has vuelto niño para quererla... ¡todavía estás a
tiempo!
Hoy el reto del amor es que tengas
un detalle de los que tenías cuando eras pequeño con María. Deja la razón y
suelta el corazón. Hoy ama como un niño.
VIVE DE CRISTO
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