Gracias a Dios, tenemos una
preciosa y enorme huerta de la que todas disfrutamos. En ella crecen árboles de
muchas clases, también tenemos un trocito de huerto cultivado... y mucha
"mala hierba".
Hace unos días, un amigo nos
mandó a un experto para tomar muestras de la tierra y ver qué componentes le
hacen falta, y su comentario me encantó: "No os preocupéis, porque la
hierba, podrá ser mala, pero, si crece, eso significa que la tierra tiene
vida".
Las malas hierbas crecen con
una facilidad... justo al contrario de las plantas que realmente nos gustaría
que se dieran. En algunas zonas ajardinadas, pasamos la cortacésped sobre las
malas hierbas para dejarlo bonito y transitable, pero en las eras esto es
imposible. Tan sólo dejamos que crezcan y después llamamos a una persona que
nos pasa el tractor "peinando" las eras, y así tira de las hierbas y
las va arrancando de la tierra.
Y algo parecido me pasa en mi
vida. Cuánto me gustaría que no me salieran "malas hierbas": que si
una mala contestación, que si un rato de mal humor, que si me he olvidado de
hacer esto... Muchas veces pensé que lo mejor sería eliminar por completo eso
de mi día a día, y, de hecho, alguna vez lo he intentado hacer en mis fuerzas.
Y, sí, es verdad, quizá desaparecían exteriormente estas cosas, pero, poco a
poco, me daba cuenta de que me quedaba sin vida. Para matar las malas hierbas,
se acababa por matar también las buenas.
Y cuando te quedas sin vida eres
como inmutable, parece que nada te afecta y, si intentas entregarte, parece
como que no tienes nada que dar a los demás.
Realmente merece la pena dejar
que crezcan las malas hierbas junto a las buenas, porque así, al verlas, tienes
la oportunidad de sacarlas de raíz, o de ir dándoles forma para que muestren el
camino de belleza que el Señor va haciendo dentro de ti.
Jesús no buscó unos seguidores
impecables, lo que quería de ellos era que tuvieran el corazón activado, vivo y
abierto a recibir Vida. Conocía muy bien el corazón humano y, conociéndolo, lo
amó hasta el extremo. Si Jesús me ama así, quiero pedirle el don de amarme yo
también a mí misma así: pobre, sencilla, como una tierra que se deja hacer.
Hoy el reto del Amor es amar tu
tierra. Hoy deja que Cristo active tu corazón, deja que Él te muestre que
tienes mucha vida que dar. Y, cuando surja una complicación y las malas hierbas
aparezcan, Él te quitará el miedo a pedir perdón y a seguir adelante.
VIVE DE CRISTO
Sem comentários:
Enviar um comentário
Nota: só um membro deste blogue pode publicar um comentário.