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26/05/2018

Evangelho e comentário

Tempo Comum

São Filipe de Néri

Evangelho: Mc 10, 13-16

13 Apresentaram-lhe uns pequeninos para que Ele os tocasse; mas os discípulos repreenderam os que os haviam trazido. 14 Vendo isto, Jesus indignou-se e disse-lhes: «Deixai vir a mim os pequeninos e não os afasteis, porque o Reino de Deus pertence aos que são como eles. 15 Em verdade vos digo: quem não receber o Reino de Deus como um pequenino, não entrará nele.» 16 Depois, tomou-os nos braços e abençoou-os, impondo-lhes as mãos.

Comentário:

O Evangelho é sempre actual!
Esta passagem de São Marcos reflecte muitíssimo bem o que Jesus Cristo estabelece sobre o matrimónio.
Doutrina da Igreja é clara neste candente assunto.

O Papa, o Magistério, estão atentos e debruçam-se com empenho na procura de orientações simples mas seguras que permitam aos cristãos viver como Deus quer que vivam.

É estrita obrigação de todos rezar intensamente ao Espírito Santo para que ilumine e guie a Igreja.

(ama, comentário sobre Mc 10, 13-16, 25.05.2013)


Temas para reflectir e meditar

Família

Os pais, se interferirem em matérias que não são plena e exclusivamente da sua incumbência – como, por exemplo, a vida espiritual dos filhos – podem causar efeitos desastrosos. 
Assim, obrigar os filhos a frequentar os sacramentos, pode dar lugar a que se cometam sacrilégios; proibi-los de os receber, pode conduzir a que os filhos pequem opor falta de alimento interior e de energias; pode ser extremamente prejudicial impor um confessor ou proibir a confissão com determinado sacerdote. 
Não se pode ir mais longe que o que a Igreja determina. 
Os pais têm o dever de vigiar, fomentar e ajudar os filhos desenvolver a sua vida de piedade, sobretudo durante a infância, mas não devem ultrapassar o limiar da consciência; os filhos podem confiar-se livremente aos pais, mas estes não devem e esquecer que, nos assuntos da alma, quem tem graça de estado, é o sacerdote e, nesta zona, os filhos devem manter a sua independência, pois não dependem dos pais mas de Deus, que foi Quem criou as suas almas sem ajuda de ninguém.

(Federico SuarezA Virgem Nossa Senhora, Éfeso, 1967, pg. 154 – 155)  

Leitura espiritual


LIBRO DE LA VIDA 


Segundo a edição de 1562



PRÓLOGO


CAPÍTULO 28/29

14. Mi confesor, como digo - que era un padre bien santo de la Compañía de Jesús -, respondía esto mismo según yo supe. Era muy discreto y de gran humildad, y esta humildad tan grande me acarreó a mí hartos trabajos; porque, con ser de mucha oración y letrado, no se fiaba de sí, como el Señor no le llevaba por este camino. Pasólos harto grandes conmigo de muchas maneras. Supe que le decían que se guardase de mí, no le engañase el demonio con creerme algo de lo que le decía. Traíanle ejemplos de otras personas. Todo esto me fatigaba a mí. Temía que no había de haber con quién me confesar, sino que todos habían de huir de mí.

No hacía sino llorar.

15. Fue providencia de Dios querer él durar en oírme, sino que era tan gran siervo de Dios, que a todo se pusiera por El. Y así me decía que no ofendiese yo a Dios ni saliese de lo que él me decía; que no hubiese miedo me faltase. Siempre me animaba y sosegaba. Mandábame siempre que no le callase ninguna cosa. Yo así lo hacía. El me decía que haciendo yo esto, que aunque fuese demonio, no me haría daño, antes sacaría el Señor bien del mal que él quería hacer a mi alma. Procuraba perfeccionarla en todo lo que él podía. Yo, como traía tanto miedo, obedecíale en todo, aunque imperfectamente, que harto pasó conmigo tres años y más, que me confesó, con estos trabajos; porque en grandes persecuciones que tuve, y cosas hartas que permitía el Señor me juzgasen mal, y muchas estando sin culpa, con todo venían a él y era culpado por mí, estando él sin ninguna culpa.

16. Fuera imposible, si no tuviera tanta santidad -y el Señor que leanimaba- poder sufrir tanto, porque había de respondera los que les
parecía iba perdida, y no le creían; y por otra parte, habíame de sosegar a mí y de curar el miedo que yo traía, poniéndomele mayor.

Me había por otra parte de asegurar, porque a cada visión, siendo cosa nueva, permitía Dios me quedasen después grandes temores.

Todo me procedía de ser tan pecadora yo y haberlo sido. El me consolaba con mucha piedad y, si él se creyera a sí mismo, no padeciera yo tanto; que Dios le daba a entender la verdad en todo, porque el mismo Sacramento le daba luz, a lo que yo creo.

17. Los siervos de Dios, que no se aseguraban, tratábanme mucho.

Yo, como hablaba con descuido algunas cosas que ellos tomaban por diferente intención (yo quería mucho al uno de ellos, porque le debía infinito mi alma y era muy santo; yo sentía infinito de que veía no me entendía, y él deseaba en gran manera mi aprovechamiento y que el Señor me diese luz), y así lo que yo decía - como digo – sin mirar en ello, parecíales poca humildad. En viéndome alguna falta - que verían muchas -, luego era todo condenado. Preguntábanme algunas cosas; yo respondía con llaneza y descuido. Luego les parecía los quería enseñar, y que me tenía por sabia. Todo iba a mi confesor, porque, cierto, ellos deseaban mi provecho. El a reñirme.

18. Duró esto harto tiempo, afligida por muchas partes, y con las mercedes que me hacía el Señor todo lo pasaba.

Digo esto para que se entienda el gran trabajo que es no haber quien tenga experiencia en este camino espiritual, que a no me favorecer tanto el Señor, no sé qué fuera de mí. Bastantes cosas había para quitarme el juicio, y algunas veces me veía en términos que no sabía qué hacer, sino alzar los ojos al Señor. Porque contradicción de buenos a una mujercilla ruin y flaca como yo y temerosa, no parece nada así dicho, y con haber yo pasado en la vida grandísimos trabajos, es éste de los mayores.

Plega al Señor que yo haya servido a Su Majestad algo en esto; que de que le servían los que me condenaban y argüían, bien cierta estoy, y que era todo para gran bien mío.


CAPÍTULO 29



l. Mucho he salido del propósito, porque trataba de decir las causas que hay para ver que no es imaginación; porque ¿cómo podríamos representar con estudio la Humanidad de Cristo y ordenando con la imaginación su gran hermosura? Y no era menester poco tiempo, si en algo se había de parecer a ella. Bien la puede representar delante de su imaginación y estarla mirando algún espacio, y las figuras que tiene y la blancura, y poco a poco irla más perfeccionando y encomendando a la memoria aquella imagen.

Esto ¿quién se lo quita, pues con el entendimiento la pudo fabricar?

En lo que tratamos, ningún remedio hay de esto, sino que la hemos de mirar cuando el Señor lo quiere representar y como quiere y lo que quiere. Y no hay quitar ni poner, ni modo para ello aunque más hagamos, ni para verlo cuando queremos, ni para dejarlo de ver; en
queriendo mirar alguna cosa particular, luego se pierde Cristo.

2. Dos años y medio me duró que muy ordinario me hacía Dios esta
merced. Habrá más de tres que tan continuo me la quitó de este modo, con otra cosa más subida -como quizá diré después-; y con ver que me estaba hablando y yo mirando aquella gran hermosura y la suavidad con que habla aquellas palabras por aquella hermosísima y divina boca, y otras veces con rigor, y desear yo en extremo entender el color de sus ojos o del tamaño que era, para que lo supiese decir, jamás lo he merecido ver, ni me basta procurarlo, antes se me pierde la visión del todo. Bien que algunas veces veo mirarme con piedad; mas tiene tanta fuerza esta vista, que el alma no la puede sufrir, y queda en tan subido arrobamiento que, para más gozarlo todo, pierde esta hermosa vista. Así que aquí no hay que querer y no querer. Claro se ve quiere el Señor que no haya sino humildad y confusión, y tomar lo que nos dieren y alabar a quien lo da.

3. Esto es en todas las visiones, sin quedar ninguna, que ninguna cosa se puede, ni para ver menos ni más, hace ni deshace nuestra diligencia. Quiere el Señor que veamos muy claro no es ésta obra nuestra, sino de Su Majestad; porque muy menos podemos tener soberbia, antes nos hace estar muy humildes y temerosos, viendo que, como el Señor nos quita el poder para ver lo que queremos, nos puede quitar estas mercedes y la gracia, y quedar perdidos del todo; y que siempre andemos con miedo, mientras en este destierro vivimos.

4. Casi siempre se me representaba el Señor así resucitado, y en la Hostia lo mismo, si no eran algunas veces para esforzarme, si estaba en tribulación, que me mostraba las llagas; algunas veces en la cruz y en el Huerto; y con la corona de espinas, pocas; y llevando la cruz también algunas veces, para -como digonecesidades mías y de otras personas, mas siempre la carne glorificada.

Hartas afrentas y trabajos he pasado en decirlo, y hartos temores y hartas persecuciones. Tan cierto les parecía que tenía demonio, que me querían conjurar algunas personas. De esto poco se me daba a mí: más sentía cuando veía yo que temían los confesores de confesarme, o cuando sabía les decían algo. Con todo, jamás me podía pesar de haber visto estas visiones celestiales, y por todos los bienes y deleites del mundo sola una vez no lo trocara.

Siempre lo tenía por gran merced del Señor, y me parece un grandísimo tesoro, y el mismo Señor me aseguraba muchas veces.

Yo me veía crecer en amarle muy mucho; íbame a quejar a El de todos estos trabajos; siempre salía consolada de la oración y con nuevas fuerzas. A ellos no los osaba yo contradecir, porque veía era todo peor, que les parecía poca humildad. Con mi confesor trataba; él siempre me consolaba mucho, cuando me veía fatigada.

5. Como las visiones fueron creciendo, uno de ellos que antes me ayudaba (que era con quien me confesaba algunas veces que no podía el ministro), comenzó a decir que claro era demonio.

Mándanme que, ya que no había remedio de resistir, que siempre me santiguase cuando alguna visión viese, y diese higas, porque tuviese por cierto era demonio, y con esto no vendría; y que no hubiese miedo, que Dios me guardaría y me lo quitaría. A mí me era esto gran pena; porque, como yo no podía creer sino que era Dios, era cosa terrible para mí. Y tampoco podía -como he dicho- desear se me quitase; mas, en fin, hacía cuanto me mandaban. Suplicaba mucho a Dios que me librase de ser engañada. Esto siempre lo hacía y con hartas lágrimas, y a San Pedro y a San Pablo, que me dijo el Señor, como fue la primera vez que me apareció en su día, que ellos me guardarían no fuese engañada; y así muchas veces los veía al lado izquierdo muy claramente, aunque no con visión imaginaria. Eran estos gloriosos Santos muy mis señores.

SANTA TERESA DE JESÚS O DE ÁVILA


El reto del amor




VIVE DE CRISTO®Dominicas de Lerma

Publicações em 26 Maio

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Publicações em 26 de Maio 2018:




    Pequena agenda do cristão

    SÁBADO



    (Coisas muito simples, curtas, objectivas)



    Propósito:
    Honrar a Santíssima Virgem.

    A minha alma glorifica o Senhor e o meu espírito se alegra em Deus meu Salvador, porque pôs os olhos na humildade da Sua serva, de hoje em diante me chamarão bem-aventurada todas as gerações. O Todo-Poderoso fez em mim maravilhas, santo é o Seu nome. O Seu Amor se estende de geração em geração sobre os que O temem. Manifestou o poder do Seu braço, derrubou os poderosos do seu trono e exaltou os humildes, aos famintos encheu de bens e aos ricos despediu de mãos vazias. Acolheu a Israel Seu servo, lembrado da Sua misericórdia, como tinha prometido a Abraão e à sua descendência para sempre.

    Lembrar-me:

    Santíssima Virgem Mãe de Deus e minha Mãe.

    Minha querida Mãe: Hoje queria oferecer-te um presente que te fosse agradável e que, de algum modo, significasse o amor e o carinho que sinto pela tua excelsa pessoa.
    Não encontro, pobre de mim, nada mais que isto: O desejo profundo e sincero de me entregar nas tuas mãos de Mãe para que me leves a Teu Divino Filho Jesus. Sim, protegido pelo teu manto protector, guiado pela tua mão providencial, não me desviarei no caminho da salvação.

    Pequeno exame:

    Cumpri o propósito que me propus ontem?