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18/05/2018

Leitura espiritual

LIBRO DE LA VIDA

Segundo a edição de 1562




PRÓLOGO


CAPÍTULO 23/24

14. Pues como di el libro, y hecha relación de mi vida y pecados lo mejor que pude por junto (que no confesión, por ser seglar, mas bien di a entender cuán ruin era), los dos siervos de Dios miraron con gran caridad y amor lo que me convenía.

Venida la respuesta que yo con harto temor esperaba, y habiendo encomendado a muchas personas que me encomendasen a Dios y o con harta oración aquellos días, con harta fatiga vino a mí y díjome que, a todo su parecer de entrambos, era demonio; que lo que me convenía era tratar con un padre de la Compañía de Jesús, que como yo le llamase diciendo tenía necesidad vendría, y que le diese cuenta de toda mi vida por una confesión general, y de mi condición, y todo con mucha claridad; que por la virtud del sacramento de la confesión le daría Dios más luz; que eran muy experimentados en cosas de espíritu; que no saliese de lo que me dijese en todo, porque estaba en mucho peligro si no había quien me gobernase.

15. A mí me dio tanto temor y pena, que no sabía qué me hacer.

Todo era llorar. Y estando en un oratorio muy afligida, no sabiendo qué había de ser de mí, leí en un libro -que parece el Señor me lo puso en las manos- que decía San Pablo: Que era Dios muy fiel, que nunca a los que le amaban consentía ser del demonio engañados. Esto me consoló mucho.

Comencé a tratar de mi confesión general y poner por escrito todos
los males y bienes, un discurso de mi vida lo más claramente que yo entendí y supe, sin dejar nada por decir.

Acuérdome que como vi, después que lo escribí, tantos males y casi ningún bien, que me dio una aflicción y fatiga grandísima.

También me daba pena que me viesen en casa tratar con gente tan santa como los de la Compañía de Jesús, porque temía mi ruindad y parecíame quedaba obligada más a no lo ser y quitarme de mis pasatiempos, y si esto no hacía, que era peor; y así, procuré con la sacristana y portera no lo dijesen a nadie. Aprovechóme poco, que acertó a estar a la puerta, cuando me llamaron, quien lo dijo por todo el convento. Mas ¡qué de embarazos pone el demonio y qué de temores a quien se quiere llegar a Dios!

16. Tratando con aquel siervo de Dios -que lo era harto y bien avisado- toda mi alma, como quien bien sabía este lenguaje, me declaró lo que era y me animó mucho. Dijo ser espíritu de Dios muy conocidamente, sino que era menester tornar de nuevo a la oración: porque no iba bien fundada, ni había comenzado a entender mortificación (y era así, que aun el nombre no me parece entendía), y que en ninguna manera dejase la oración, sino que me esforzase mucho, pues Dios me hacía tan particulares mercedes; que qué sabía si por mis medios quería el Señor hacer bien a muchas personas, y otras cosas (que parece profetizó lo que después el Señor ha hecho conmigo); que tendría mucha culpa si no respondía a las mercedes que Dios me hacía.

En todo me parecía hablaba en él el Espíritu Santo para curar mi alma, según se imprimía en ella.

17. Hízome gran confusión. Llevóme por medios que parecía del todo me tornaba otra. ¡Qué gran cosa es entender un alma! Díjome tuviese cada día oración en un paso de la Pasión, y que me
aprovechase de él, y que no pensase sino en la Humanidad, y que aquellos recogimientos y gustos resistiese cuanto pudiese, de manera que no los diese lugar hasta que él me dijese otra cosa.

18. Dejóme consolada y esforzada, y el Señor que me ayudó y a él para que entendiese mi condición y cómo me había de gobernar.

Quedé determinada de no salir de lo que me mandase en ninguna cosa, y así lo hice hasta hoy. Alabado sea el Señor, que me ha dado gracia para obedecer a mis confesores, aunque imperfectamente; y casi siempre han sido de estos benditos hombres de la Compañía de Jesús; aunque imperfectamente, como digo, los he seguido.

Conocida mejoría comenzó a tener mi alma, como ahora diré.


CAPÍTULO 24


1. Quedó mi alma de esta confesión tan blanda, que me parecía no hubiera cosa a que no me dispusiera; y así comencé a hacer mudanza en muchas cosas, aunque el confesor no me apretaba, antes parecía hacía poco caso de todo. Y esto me movía más, porque lo llevaba por modo de amar a Dios y como que dejaba libertad y no apremio, si yo no me le pusiese por amor.

Estuve así casi dos meses, haciendo todo mi poder en resistir los regalos y mercedes de Dios. Cuanto a lo exterior, veíase la mudanza, porque ya el Señor me comenzaba a dar ánimo para pasar por algunas cosas que decían personas que me conocían, pareciéndoles extremos, y aun en la misma casa. Y de lo que antes hacía, razón tenían, que era extremo; mas de lo que era obligada a hábito y profesión que hacía, quedaba corta.

2. Gané de este resistir gustos y regalos de Dios, enseñarme Su Majestad. Porque antes me parecía que para darme regalos en la oración era menester mucho arrinconamiento, y casi no me osaba bullir. Después vi lo poco que hacía al caso; porque cuando más procuraba divertirme, más me cubría el Señor de aquella suavidad y gloria, que me parecía toda me rodeaba y que por ninguna parte podía huir, y así era. Yo traía tanto cuidado, que me daba pena. El Señor le traía mayor a hacerme mercedes y a señalarse mucho más que solía en estos dos meses, para que yo mejor entendiese no era más en mi mano.

Comencé a tomar de nuevo amor a la sacratísima Humanidad.

Comenzóse a asentar la oración como edificio que ya llevaba cimiento, y a aficionarme a más penitencia, de que yo estaba descuidada por ser tan grandes mis enfermedades. Díjome aquel varón santo que me confesó, que algunas cosas no me podrían dañar; que por ventura me daba Dios tanto mal, porque yo no hacía penitencia, me la quería dar Su Majestad. Mandábame hacer algunas mortificaciones no muy sabrosas para mí. Todo lo hacía, porque parecíame que me lo mandaba el Señor, y dábale gracia para que me lo mandase de manera que yo le obedeciese. Iba ya sintiendo mi alma cualquiera ofensa que hiciese a Dios, por pequeña que fuese, de manera que si alguna cosa superflua traía, no podía recogerme hasta que me la quitaba. Hacía mucha oración porque el Señor me tuviese de su mano; pues trataba con sus siervos, permitiese no tornase atrás, que me parecía fuera gran delito y que habían ellos de perder crédito por mí.

3. En este tiempo vino a este lugar el padre Francisco, que era duque de Gandía y había algunos años que, dejándolo todo, había entrado en la Compañía de Jesús. Procuró mi confesor, y el caballero que he dicho también vino a mí, para que le hablase y diese cuenta de la oración que tenía, porque sabía iba adelante en ser muy favorecido y regalado de Dios, que como quien había mucho dejado por El, aun en esta vida le pagaba.

Pues después que me hubo oído, díjome que era espíritu de Dios y que le parecía que no era bien ya resistirle más, que hasta entonces estaba bien hecho, sino que siempre comenzase la oración en un paso de la Pasión, y que si después el Señor me llevase el espíritu, que no lo resistiese, sino que dejase llevarle a Su Majestad, no lo procurando yo. Como quien iba bien adelante, dio la medicina y consejo, que hace mucho en esto la experiencia. Dijo que era yerro resistir ya más.

Yo quedé muy consolada, y el caballero también holgábase mucho que dijese era de Dios, y siempre me ayudaba y daba avisos en lo que podía, que era mucho.

4. En este tiempo mudaron a mi confesor de este lugar a otro, lo que yo sentí muy mucho, porque pensé me había de tornar a ser ruin y no me parecía posible hallar otro como él. Quedó mi alma como en un desierto, muy desconsolada y temerosa. No sabía qué hacer de mí. Procuróme llevar una parienta mía a su casa, y yo procuré ir luego a procurar otro confesor en la Compañía. Fue el Señor servido que comencé a tomar amistad con una señora viuda, de mucha calidad y oración, que trataba con ellos mucho. Hízome confesar a su confesor, y estuve en su casa muchos días. Vivía cerca. Yo me holgaba por tratar mucho con ellos, que, de sólo entender la santidad de su trato, era grande el provecho que mi alma sentía.

SANTA TERESA DE JESÚS O DE ÁVILA


EUTANÁSIA - Perguntas e respostas


PERGUNTAS E RESPOSTAS SOBRE A

EUTANÁSIA

O QUE É?

A eutanásia
A eutanásia é uma acção ou omissão que, por sua natureza e nas intenções, provoca a morte com o objectivo de eliminar o sofrimento.

A ela se pode equiparar o suicídio assistido (quando não se causa directamente a morte de outrem, mas se presta auxílio ao suicídio de outrem) também com o objectivo de eliminar o sofrimento.

A obstinação terapêutica
A obstinação terapêutica (ou encarniçamento terapêutico) corresponde à aplicação de todos os métodos, diagnósticos e terapêuticos, conhecidos, mas que não proporcionam qualquer benefício ao doente. Tem como objectivo prolongar de forma artificial e inútil a sua vida.
Impede-se dessa forma, através de uma actuação, que a natureza siga o seu curso terapêutica desadequada e excessiva.
Esta abordagem é eticamente condenável, corresponde a má práctica médica e conduz à chamada distanásia.

Os cuidados paliativos
Os cuidados paliativos intervêm activamente no sofrimento, mitigando a dor e outros sintomas e proporcionando apoio espiritual e psicológico, desde o momento do diagnóstico até ao final da vida.
Servem para melhorar a qualidade de vida dos doentes e das famílias que se confrontam com doenças ameaçadoras, independentemente do diagnóstico e do tempo de vida esperado.
Os cuidados paliativos são prestados por uma equipa multidisciplinar espacializada.

É LÍCITO PROVOCAR A MORTE DE UMA PESSOA
A SEU PEDIDO?

NÃO. O direito à vida é indisponível. Não pode justificar-se a morte de uma pessoa com o sofrimento desta. O homicídio não deixa de ser homicídio por ser consentido pela vítima.
A vida é o pressuposto de todos os direitos, e também da liberdade. Não há liberdade sem a vida. Com a eutanásia e o suicídio assistido atinge-se a raiz e a fonte da liberdade, que é a vida.
Existem outros direitos humanos fundamentais indisponíveis que são a expressão do valor objectivo da dignidade da pessoa humana. Também não podem justificar-se com o consentimento da vítima a escravatura, o trabalho em condições desumanas ou um atentado à saúde.

É LÍCITO PROVOCAR A MORTE PARA ELIMINAR
O SOFRIMENTO?

NÃO. Com a eutanásia e o suicídio assistido, não se elimina o sofrimento, elimina-se a vida da pessoa que sofre. Tal como não se elimina a pobreza eliminando a vida dos pobres.
A morte provocada não é resposta para o sofrimento. O recurso à eutanásia e ao suicídio assistido é uma forma de desistir de combater e aliviar o sofrimento.
Com a legalização da eutanásia e do suicídio assistido, o Estado afirma que a vida de pessoas doentes e em sofrimento já não merece protecção, não é digna de s er vivida. E isso não é aceitável.
A dignidade de uma pessoa não se mede pela sua utilidade para a sociedade, nem diminui com o sofrimento ou a proximidade da morte.
A dignidade d avida humana não depende de circunstâncias externas e nunca se perde.

A VIDA TEM APENAS UM VALOR INDIVIDUAL?

A vida não pode ser concebida como um objecto de uso privado. Não está de forma incondicional à disposição do seu proprietário para a usar ou deitar fora de acordo com o seu estado de espírito ou determinada circunstância.
Ninguém vive para si mesmo., como também ninguém morre para si próprio.
A vida tem uma referência social associada ao amor, à responsabilidade, à interdependência e ao bem comum.

Todos temos que defender a vida humana.

QUAIS AS NECESSIDADES DO DOENTE
EM FIM DE VIDA?

Estas necessidades assentam essencialmente no alívio do sofrimento físico e psíquico e no apoio espiritual, prestados por uma equipa devidamente capacitada, e no suporte afectivo, através da família e amigos.
Uma correcta terapêutica da dor física torna-se necessária e importante para garantira melhor qualidade de vida.
O sofrimento psíquico necessita de acompanhamento e apoio adequando.
As necessidades espirituais devem ser valorizadas, para se disponibilizar o apoio devido, que garanta uma intervenção plena no sofrimento.

Devemos defender a vida humana até ao fim.
E nunca provocar a morte.

Quais as consequências da legalização da eutanásia?

Destruição da relação médico-doente.
O médico não pode mudar de posição, não pode fazer tudo para melhorar a vida do doente e, em simultâneo, agir, a pedido do doente, no sentido de lhe tirar a vida, ajudando ao suicídio.
Se admitirmos a eutanásia, é destruída a relação médico-doente, que assenta numa base de confiança, que deve ser respeitada e que é a base da medicina. A eutanásia opõe-se à medicina por ser a sua negação.

Risco de aumento generalizado da eutanásia.
É conhecida a imagem de rampa deslizante, muitas vezes evocada a este respeito.
A experiência dos Estados que legalizaram a eutanásia revela que não é possível restringir essa legalização a situações raras e excepcionais.
O número de mortes associadas à eutanásia e ao suicídio assistido aumentou nos países em que tais prácticas foram legalizadas, com é o caso da Bélgica, Holanda, Suíça e o Estado de Oregon nos Estados Unidos.
Uma vez legalizada a eutanásia, o Estado corre o risco de, por razões economicistas, privar os doentes com doenças incuráveis de receber os tratamentos adequados e com isso antecipar o momento da morte, encurtando a vida da pessoa.
Em países que legalizaram a eutanásia, a práctica desta estendeu-se a crianças recém-nascidas com deficiências graves e a adultos com grave deficiência e incapazes de exprimir a sua vontade consciente.

  
A LEGALIZAÇÃO DA EUTANÁSIA É UM PROGRESSO CIVILIZACIONAL?

Não é um progresso civilizacional, mas antes um retrocesso.
Em diversas sociedades primitivas, bem na Grécia e Roma antigas, a eutanásia era praticada.
A valorização e a defesa da vida humana em todas as suas fases foram instituídas, em grande parte, pelo cristianismo.
Uma sociedade será tanto mais moderna e avançada quanto melhor trata e cuida dos seus elementos mais vulneráveis, criando leis e normas que impeçam o mais forte de exercer o seu poder sobre o mais fraco.

A vida humana é inviolável.
(Constituição da República Portuguesa, artigo 24)


Texto elaborado com base no documento publicado pela Conferência Episcopal Portuguesa.
“Perguntas e respostas sobre a eutanásia”
www.confrenciaepiscopal.pt

Maria, Mestra de entrega sem limites


A Virgem Santa Maria, Mestra da entrega sem limites! Lembras-te? Com um louvor dirigido a Ela, Cristo afirmou: "Quem cumpre a vontade de Meu Pai, esse – essa – é Minha mãe!...". Pede a esta boa Mãe que na tua alma ganhe força – força de amor e de libertação – a sua resposta de generosidade exemplar: "Ecce ancilla Domini!", eis aqui a escrava do Senhor! (Sulco, 33)


Queres pensar – pela minha parte também farei o meu exame – se manténs imutável e firme a tua escolha da Vida? Se, ao ouvires essa voz de Deus, amabilíssima, que te estimula à santidade, respondes livremente que sim? Dirijamos o olhar para o nosso Jesus, quando falava às multidões pelas cidades e campos da Palestina. Não pretende impor-se. Se queres ser perfeito..., diz ao jovem rico. Aquele rapaz rejeitou o convite e o Evangelho conta que abiit tristis, que se retirou entristecido. Por isso, alguma vez lhe chamei a ave triste: perdeu a alegria, porque se negou a entregar a liberdade a Deus.

Consideremos agora o momento sublime em que o Arcanjo São Gabriel anuncia a Santa Maria o desígnio do Altíssimo. A nossa Mãe ouve e interroga para compreender melhor aquilo que Nosso Senhor lhe pede; depois, surge a resposta firme: Fiat! – faça-se em mim segundo a tua palavra! –, o fruto da melhor liberdade: a de se decidir por Deus. (Amigos de Deus, nn 24–25)

Temas para reflectir e meditar

Omniam in bonum



Tudo quanto nos vem da parte de Deus e que logo nos parece conveniente ou adverso, é-nos enviado por um Pai cheio de ternura e pelo mais sábio dos médicos, com vistas ao nosso próprio bem. 




(Casiano, Colaciones, 7, 28)


Evangelho e comentário

Tempo de Páscoa


Evangelho: Jo 21, 15-19

15 Depois de terem comido, Jesus perguntou a Simão Pedro: «Simão, filho de João, tu amas-me mais do que estes?» Pedro respondeu: «Sim, Senhor, Tu sabes que eu sou deveras teu amigo.» Jesus disse-lhe: «Apascenta os meus cordeiros.» 16 Voltou a perguntar-lhe uma segunda vez: «Simão, filho de João, tu amas-me?» Ele respondeu: «Sim, Senhor, Tu sabes que eu sou deveras teu amigo.» Jesus disse-lhe: «Apascenta as minhas ovelhas.» 17 E perguntou-lhe, pela terceira vez: «Simão, filho de João, tu és deveras meu amigo?» Pedro ficou triste por Jesus lhe ter perguntado, à terceira vez: ‘Tu és deveras meu amigo?’ Mas respondeu-lhe: «Senhor, Tu sabes tudo; Tu bem sabes que eu sou deveras teu amigo!» E Jesus disse-lhe: «Apascenta as minhas ovelhas. 18 Em verdade, em verdade te digo: quando eras mais novo, tu mesmo atavas o cinto e ias para onde querias; mas, quando fores velho, estenderás as mãos e outro te há-de atar o cinto e levar para onde não queres.» 19 E disse isto para indicar o género de morte com que ele havia de dar glória a Deus. Depois destas palavras, acrescentou: «Segue-me!»

Comentário:

Estes quatro versículos [i] são tão importantes, ou melhor, decisivos que a Liturgia os repete várias vezes no ano.

Eles revelam, pelo menos duas coisas:
A primeira é a verdadeira e real importância que Jesus dá ao amor como que querendo dizer que, sem amor, nada é possível nem sequer segui-lo.

A segunda é o exemplo da humildade do Apóstolo que se entristece porque julga que o Senhor não acredita no que afirma e, para que não restem dúvidas diz-lhe: «tu sabes tudo, sabes bem que Te amo» [ii].
Mas é também como que uma queixa que vem do fundo da alma como que dizendo que Jesus o estava a “massacrar” com a repetição de uma pergunta da qual sabia a resposta.

Sim, dizemos nós também: ‘Tu sabes tudo sabes que Te amo’, mas, deveríamos acrescentar:
‘Ajuda-me a amar-te mais e melhor porque sou uma pobre criatura com desejos maiores que a vontade, com reservas que condicionam a minha entrega’.


(AMA, comentário sobre Jo 21, 15-19, 02.06.2017)






[i] 15,19
[ii] 21, 17

Doutrina – 426

CATECISMO DA IGREJA CATÓLICA
Compêndio


PRIMEIRA PARTE: A PROFISSÃO DA FÉ
SEGUNDA SECÇÃO: A PROFISSÃO DA FÉ CRISTÃ
CAPÍTULO TERCEIRO


«CREIO NA RESSURREIÇÃO DA CARNE»

204. Qual a relação entre a Ressurreição de Cristo e a nossa?



Como Cristo verdadeiramente ressuscitou dos mortos e vive para sempre, assim Ele próprio nos ressuscitará a todos no último dia, com um corpo incorruptível: «os que tiverem feito o bem para uma ressurreição de vida, e os que tiverem feito o mal para uma ressurreição de condenação».

Pequena agenda do cristão

Sexta-Feira


(Coisas muito simples, curtas, objectivas)




Propósito:

Contenção; alguma privação; ser humilde.


Senhor: Ajuda-me a ser contido, a privar-me de algo por pouco que seja, a ser humilde. Sou formado por este barro duro e seco que é o meu carácter, mas não Te importes, Senhor, não Te importes com este barro que não vale nada. Parte-o, esfrangalha-o nas Tuas mãos amorosas e, estou certo, daí sairá algo que se possa - que Tu possas - aproveitar. Não dês importância à minha prosápia, à minha vaidade, ao meu desejo incontido de protagonismo e evidência. Não sei nada, não posso nada, não tenho nada, não valho nada, não sou absolutamente nada.

Lembrar-me:
Filiação divina.

Ser Teu filho Senhor! De tal modo desejo que esta realidade tome posse de mim, que me entrego totalmente nas Tuas mãos amorosas de Pai misericordioso, e embora não saiba bem para que me queres, para que queres como filho a alguém como eu, entrego-me confiante que me conheces profundamente, com todos os meus defeitos e pequenas virtudes e é assim, e não de outro modo, que me queres ao pé de Ti. Não me afastes, Senhor. Eu sei que Tu não me afastarás nunca. Peço-Te que não permitas que alguma vez, nem por breves instantes, seja eu a afastar-me de Ti.

Pequeno exame:

Cumpri o propósito que me propus ontem?