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02/11/2017

El reto de hoy es que mires lo que tienes a derecha e izquierda

EL VAIVÉN DE LA ORACIÓN


Es curioso darse cuenta de ciertos movimientos o gestos que hacemos porque alguna circunstancia o coyuntura diaria nos “obliga”, y luego se nos queda como parte integrante de la vida diaria; me explico:


Acabamos de entrar para todos los rezos a la capilla de invierno, y el espacio es mucho más reducido.


Cuando por la mañana llegamos al coro a rezar el Oficio de Lecturas y Laudes, o Vísperas por la tarde, tenemos que colocar muy bien los libros en los lados de nuestro asiento de la sillería, para que quede espacio para sentarse. Y es que necesitamos el breviario y los libros con la música: uno para el himno, otro para los salmos... y eso contando que no haya antífonas especiales en otro...


El caso es que todos juntos cabemos a duras penas, porque los asientos de la sillería de la capilla no son muy anchos. Esto hace que durante el rezo, tengamos un vaivén a derecha o izquierda, girándonos en nuestro asiento para coger el libro que necesitamos en ese momento.


Este movimiento tiene una serie de ventajas: ayuda a mantener la “tensión” en la actitud orante; te mantiene despierta y atenta, ya que el sueño suele rondar según épocas y naturalezas; también provoca la tensión del corazón para escuchar la Palabra y la comprensión del ritmo litúrgico y sus partes, y, por supuesto, hay que preparar con cariño y responsabilidad los libros, que hace tomar conciencia de lo que vamos a hacer: alabar al Señor en cada parte el día y comenzar ya a gustarlo.


Es hermoso comprobar que, la necesidad de ajustarse a un lugar más estrecho, se convierte en pedagogía divina para espabilar el oído, tomar conciencia de la Presencia de Dios y reavivar el fuego del Amor.


Me impresiona cómo el Señor, en todo y toda circunstancia, por simple que sea, nos enseña que siempre está tendiéndonos la mano para acercarse a nosotros y poder disfrutar en profundidad su Amor y su presencia.  


El reto de hoy es que mires lo que tienes a dercha e izquierda y lo aproveches para reconocer que Dios cuida de ti, que, como un Padre, se sirve de todo para conducirte y acompañarte. Acepta el vaivén de la vida y no temas los cambios o estrecheces que puedan suponer, porque es Cristo quien te marca el ritmo.



VIVE DE CRISTO                     

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