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21/12/2018

Reflexões no Advento – 5

Paz

A expectativa do Nascimento do Salvador é algo que nos condiciona o pensamento diário.
Quer queiramos quer não ocorre-nos com frequência esse dia – essa Noite – e quase de forma automática vêm-nos à memória o que acontecia na nossa família, a festa, as reuniões, os abraços, as Boas-Festas, o Presépio… enfim tantas coisas que desde a infância fomos guardando e que, nestes dias de Advento, “saltam” para a “ribalta” das prioridades a ter em conta.

Sim, queremos, uma vez mais, preparar-nos para esse dia, para a alegria e, também, para as saudades, as lembranças de “como era”, de “quem estava presente fisicamente e agora só o vai estar na memória”, enfim… queremos estar preparados.

É natural!

Mas, o que de facto importa é que no nosso coração, aberto de par em par, se vá instalando um desejo fremente de receber esse Menino condignamente – por todos esses motivos – principalmente porque Ele é o Portador da Paz.

(ama, Reflexões no Advento, 2015.01.04) 

A estreita ligação de N Senhora ao Advento


6 – 

E, ela espera!

Espera o nascimento do Baptista como espera o nascimento do próprio filho para daí a mais ou menos seis meses.

Teria sido muito bom se São Lucas - por exemplo – nos tivesse relatado mais detalhes sobre esse tempo. Se não o faz talvez porque a Senhora tenha querido preservar a intimidade de Zacarias e Isabel e, ao mesmo tempo, “apagar-se” mais uma vez na humildade da sua actuação, da sua preocupação pelos outros sejam familiares ou não.

Aliás, sabia que não era seu dever nem encargo revelar o que fosse sobre os últimos meses da gravidez de Isabel e do Nascimento do Baptista.

AMA, reflexões, 30.11.2018

O teu trabalho deve ser oração


Antes de começar a trabalhar, põe sobre a tua mesa, ou junto dos utensílios do teu trabalho, um crucifixo. De vez em quando, lança-Lhe um olhar... Quando a fadiga chegar, fugir-te-ão os olhos para Jesus, e encontrarás nova força para prosseguir no teu empenho. Porque esse crucifixo é mais do que o retrato de uma pessoa querida – os pais, os filhos, a mulher, a noiva... – ; Ele é tudo: o teu Pai, teu Irmão, teu Amigo, teu Deus e o Amor dos teus amores. (Via Sacra, Estação XI. n. 5)


Costumo dizer com frequência que, nestes momentos de conversa com Jesus, que nos vê e nos ouve do sacrário, não podemos cair numa oração impessoal. E observo também que, para meditar de modo a que se inicie imediatamente um diálogo com o Senhor, não é preciso pronunciar palavras. Precisamos, sim, de sair do anonimato e de nos pôr na sua presença tal como somos, sem nos escondermos na multidão que enche a igreja, nem nos diluirmos num palavreado oco, que não brota do coração mas de um costume desprovido de conteúdo.

Posto isto, acrescento agora que também o teu trabalho deve ser oração pessoal e há-de converter-se numa grande conversa com o Nosso Pai do Céu. Se procuras a santificação na tua actividade profissional e através dela, terás necessariamente de te esforçar para que ela se converta numa oração sem anonimato. E nem sequer estes teus afãs podem cair na obscuridade anódina de uma tarefa rotineira, impessoal, porque nesse mesmo instante teria morrido o aliciante divino que anima o teu trabalho quotidiano. (Amigos de Deus, n. 64)


Leitura espiritual


LA FE EXPLICADA



CAPÍTULO XIII 

LA COMUNION DE LOS SANTOS Y EL PERDON DE LOS PECADOS



 El fin del camino Si alguien nos llamara santos, lo más probable es que nos diera un respingo. Somos demasiado conscientes de nuestras imperfecciones para aceptar ese título. Y, no obstante, todos los fieles del Cuerpo místico de Cristo en la Iglesia primitiva se llamaban santos. Es el término favorito de San Pablo para dirigirse a los componentes de las comunidades cristianas. Escribe a «los santos que están en Efeso» (Eph 1,1) y a «los santos que se encuentran en toda la Acaya» (2 Cor 1,1). Los Hechos de los Apóstoles, que contienen la historia de la Iglesia naciente, llaman también santos a los seguidores de Cristo.

La palabra «santo», derivada del latín, describe a toda alma cristiana que, incorporada a Cristo por el Bautismo, es morada del Espíritu Santo (mientras permanezca en estado de gracia santificante). Tal alma es un santo en el sentido original de la palabra. Hoy en día se ha limitado su significación a aquellos que están en el cielo. Pero la utilizamos en su acepción primera cuando, al recitar el Credo de los Apóstoles, decimos: «creo... en la comunión de los santos». La palabra «comunión» significa, claro está, «unión con», y con ella queremos indicar que existe una unión, una comunicación, entre las almas en que el Espíritu Santo, el Espíritu de Cristo, tiene su morada. Esta comunicación incluye, en primer lugar, a nosotros mismos, miembros de la Iglesia en la tierra. Nuestra «rama» de la comunión de los santos se llama Iglesia militante, es decir, la Iglesia aún en lucha contra el pecado y el error. Si cayéramos en pecado mortal no dejaríamos de pertenecer a la comunión de los santos, pero sí cortaríamos la comunicación con los otros miembros en tanto siguiéramos excluyendo al Espíritu Santo de nuestra alma.

Las almas del purgatorio son también miembros de la comunión de los santos. Están confirmadas en gracia para siempre, aunque todavía tengan que purgar sus pecados veniales y sus deudas de penitencia. No pueden ver a Dios aún, pero el Espíritu Santo está con ellas y en ellas, y no lo podrán perder jamás. Frecuentemente denominamos a esta rama de la Iglesia como la Iglesia purgante.

Finalmente está la Iglesia triunfante, que está compuesta por las almas de los bienaventurados que se hallan en el cielo. Esta es la Iglesia eterna, la que absorberá tanto a la Iglesia militante como a la purgante después del Juicio Final.

Y en la práctica, ¿qué significa para mí la comunión de los santos? Quiere decir que todos los que estamos unidos en Cristo -los santos del cielo, las almas del purgatorio y los que aún vivimos en la tierra- debemos tener conciencia de las necesidades de los demás.

Los santos del cielo no están tan arrobados en su propia felicidad que olviden las almas que han dejado atrás. Aunque quisieran, no podrían hacerlo. Su perfecto amor a Dios debe incluir un amor a todas las almas que Dios ha creado y adornado con sus gracias, todas esas almas en que El mora y por las que Jesús murió. En resumen, los santos deben amar las almas que Jesús ama, y el amor que los santos del cielo tienen por las almas del purgatorio y las de la tierra, no es un amor pasivo. Los santos anhelan ayudar a esas almas en su caminar hacia la gloria, cuyo valor infinito son capaces de apreciar ahora como no podían antes. Y si la oración de un hombre bueno de la tierra puede mover a Dios, ¡cómo será la fuerza de las oraciones que los santos ofrecen por nosotros! Son los héroes de Dios, sus amigos íntimos, sus familiares.

Los santos del cielo oran por las ánimas del purgatorio y por nosotros. Nosotros, por nuestra parte, debemos venerar y honrar a los santos. No sólo porque pueden y quieren interceder por nosotros, sino porque nuestro amor a Dios así lo exige. Un artista es honrado cuando se alaba su obra. Los santos son las obras maestras de la gracia de Dios; cuando los honramos, honramos a Quien los hizo, a su Redentor y Santificador. El honor que se da a los santos no se detrae de Dios. Al contrario, es un honor que se le tributa de una manera que El mismo ha pedido y desea. Vale la pena recordar que, al honrar a los santos, honramos también a muchos seres queridos que se hallan ya con Dios en la gloria. Cada alma que está en el cielo es un santo, no sólo los canonizados.

Por esta razón, además de las fiestas especiales dedicadas a algunos de los santos canonizados, la Iglesia dedica un día al año para honrar a toda la Iglesia triunfante, es la Fiesta de Todos los Santos, el primero de noviembre.

Como miembros de la comunión de los santos, los que aún estamos en la tierra debemos orar además por las benditas ánimas del purgatorio. Ahora, ellas no pueden ayudarse: su tiempo de merecer ha pasado. Pero nosotros sí podemos hacerlo, pidiendo para ellas el favor de Dios. Podemos aliviar sus sufrimientos y acortar su tiempo de espera del cielo con nuestras oraciones, con las Misas que ofrezcamos o hagamos ofrecer por ellas, con las indulgencias que para ellas ganemos (casi todas las indulgencias concedidas por la Iglesia pueden ser aplicadas a las ánimas del purgatorio, si las ofrecemos por esa intención). No sabemos si las almas del purgatorio pueden interceder por nosotros o no, pero sí sabemos que, una vez se cuenten entre los santos del cielo, se acordarán ciertamente de aquellos que se acordaron de ellas en sus necesidades, y serán sus especiales intercesoras ante Dios.

Es evidente que los que estamos todavía en la tierra debemos rezar también los unos por los otros, si queremos ser fieles a nuestra obligación de miembros de la comunión de los santos. Debemos tenernos un sincero amor sobrenatural, practicar la virtud de la caridad fraterna de pensamiento, palabra y obra, especialmente con el ejercicio de las obras de misericordia corporales y espirituales. Si queremos asegurar la permanente participación en la comunión de los santos, no podemos tomar a la ligera nuestra responsabilidad hacia ella.

Leo G. Terese

(Cont)

Evangelho e comentário


Tempo do Avento


Evangelho: Lc 1, 39-45

39 Por aqueles dias, Maria pôs-se a caminho e dirigiu-se à pressa para a montanha, a uma cidade da Judeia. 40 Entrou em casa de Zacarias e saudou Isabel. 41 Quando Isabel ouviu a saudação de Maria, o menino saltou-lhe de alegria no seio e Isabel ficou cheia do Espírito Santo. 42 Então, erguendo a voz, exclamou: «Bendita és tu entre as mulheres e bendito é o fruto do teu ventre. 43 E donde me é dado que venha ter comigo a mãe do meu Senhor? 44 Pois, logo que chegou aos meus ouvidos a tua saudação, o menino saltou de alegria no meu seio. 45 Feliz de ti que acreditaste, porque se vai cumprir tudo o que te foi dito da parte do Senhor.»

Comentário:

A jovem mulher de Nazaré sabe que no seu seio já habita o Rei do Mundo, o seu Filho que se chamará Jesus Cristo.

Esta maravilha grandiosa não a faz hesitar um momento em prestar assistência à sua parente Isabel arrostando com os incómodos de uma viajem por caminhos duros e agrestes.
A Rainha dos Homens presta o seu primeiro serviço, o seu cuidado e preocupação pelos homens seus irmãos.

Sim, é verdade, ela declarou-se “a escrava do Senhor”, mas não acrescentou o que sabemos sobejamente:
Que é a Nossa Mãe que nos protege e desvela em cuidados para connosco.


(AMA, comentário sobre Lc 1, 39-45, 25.10.2018) 




Temas para reflectir e meditar

Amor a Jesus Cristo

Eu amo-te, Senhor Jesus, minha alegria e descanso, com todo o meu coração, toda a minha mente, toda a minha alma e todas as minhas forças; e se vês que não Te amo como deveria, ao menos assim desejo amar-te, e se não o desejo suficientemente, pelo menos quero desejá-lo deste modo (…).

Oh Corpo sacratíssimo, aberto por cinco feridas, põe-te como selo sobre o meu coração e imprime nele a Tua caridade! 
Sela os meus pés, para que siga os Teus passos; sela as minhas mãos, para que realizem sempre boas obras; sela o meu lado para que arda sempre em ferventes actos de amor para contigo. 
Oh sangue preciosíssimo que lavas e purificas todos os homens! Lava a minha alma e põe um sinal no meu rosto para que não ame a ninguém mais que a Ti.


(Card. J. BonaEl Sacrificio de la Misa, Rialp, Madrid 1963, pg. 164-165, trad ama)

Pequena agenda do cristão

Sexta-Feira


(Coisas muito simples, curtas, objectivas)




Propósito:

Contenção; alguma privação; ser humilde.


Senhor: Ajuda-me a ser contido, a privar-me de algo por pouco que seja, a ser humilde. Sou formado por este barro duro e seco que é o meu carácter, mas não Te importes, Senhor, não Te importes com este barro que não vale nada. Parte-o, esfrangalha-o nas Tuas mãos amorosas e, estou certo, daí sairá algo que se possa - que Tu possas - aproveitar. Não dês importância à minha prosápia, à minha vaidade, ao meu desejo incontido de protagonismo e evidência. Não sei nada, não posso nada, não tenho nada, não valho nada, não sou absolutamente nada.

Lembrar-me:
Filiação divina.

Ser Teu filho Senhor! De tal modo desejo que esta realidade tome posse de mim, que me entrego totalmente nas Tuas mãos amorosas de Pai misericordioso, e embora não saiba bem para que me queres, para que queres como filho a alguém como eu, entrego-me confiante que me conheces profundamente, com todos os meus defeitos e pequenas virtudes e é assim, e não de outro modo, que me queres ao pé de Ti. Não me afastes, Senhor. Eu sei que Tu não me afastarás nunca. Peço-Te que não permitas que alguma vez, nem por breves instantes, seja eu a afastar-me de Ti.

Pequeno exame:

Cumpri o propósito que me propus ontem?