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28/05/2018

Lourdes



Temas para reflectir e meditar

Virgindade 


Nisto consiste a virgindade evangélica de Maria: 

Uma virgindade que se exprime na sua firme vontade de viver em castidade para poder dar-se totalmente a Deus e viver assim exclusivamente para Ele.

(Tadeus Dajczer, Meditações sobre a Fé, Paulus, 4ª Ed., pg. 126)

Evangelho e comentário

Tempo comum


Evangelho: Mc 10, 17-27

17 Quando se punha a caminho, alguém correu para Ele e ajoelhou-se, perguntando: «Bom Mestre, que devo fazer para alcançar a vida eterna?» 18 Jesus disse: «Porque me chamas bom? Ninguém é bom senão um só: Deus. 19 Sabes os mandamentos: Não mates, não cometas adultério, não roubes, não levantes falso testemunho, não defraudes, honra teu pai e tua mãe.» 20 Ele respondeu: «Mestre, tenho cumprido tudo isso desde a minha juventude.» 21 Jesus, fitando nele o olhar, sentiu afeição por ele e disse: «Falta-te apenas uma coisa: vai, vende tudo o que tens, dá o dinheiro aos pobres e terás um tesouro no Céu; depois, vem e segue-me.» 22 Mas, ao ouvir tais palavras, ficou de semblante anuviado e retirou-se pesaroso, pois tinha muitos bens. 23 Olhando em volta, Jesus disse aos discípulos: «Quão difícil é entrarem no Reino de Deus os que têm riquezas!» 24 Os discípulos ficaram espantados com as suas palavras. Mas Jesus prosseguiu: «Filhos, como é difícil entrar no Reino de Deus! 25 É mais fácil passar um camelo pelo fundo de uma agulha, do que um rico entrar no Reino de Deus.» 26 Eles admiraram-se ainda mais e diziam uns aos outros: «Quem pode, então, salvar-se?» 27 Fitando neles o olhar, Jesus disse-lhes: «Aos homens é impossível, mas a Deus não; pois a Deus tudo é possível.»

Comentário:

O Evangelho é sempre actual!
Esta passagem de São Marcos reflecte muitíssimo bem o que Jesus Cristo estabelece sobre o matrimónio.
Doutrina da Igreja é clara neste candente assunto.


O Papa, o Magistério, estão atentos e debruçam-se com empenho na procura de orientações simples mas seguras que permitam aos cristãos viver como Deus quer que vivam.

É estrita obrigação de todos rezar intensamente ao Espírito Santo para que ilumine e guie a Igreja.

(ama, comentário sobre Mc 10, 13-16, 25.05.2013)


Leitura espiritual


LIBRO DE LA VIDA 


Segundo a edição de 1562



PRÓLOGO


CAPÍTULO 30


1. Pues viendo yo lo poco o nonada que podía hacer para no tener estos ímpetus tan grandes, también temía de tenerlos; porque pena y contento no podía yo entender cómo podía estar junto; que ya pena corporal y contento espiritual, ya lo sabía que era bien posible; mas tan excesiva pena espiritual y con tan grandísimo gusto, esto me desatinaba.

Aún no cesaba en procurar resistir, mas podía tan poco, que algunas veces me cansaba. Amparábame con la cruz y queríame defender del que con ella nos amparó a todos. Veía que no me entendía nadie, que esto muy claro lo entendía yo; mas no lo osaba decir sino a mi confesor, porque esto fuera decir bien de verdad que no tenía humildad.

2. Fue el Señor servido remediar gran parte de mi trabajo - y por entonces todo - con traer a este lugar al bendito Fray Pedro de Alcántara, de quien ya hice mención y dije algo de su penitencia, que, entre otras cosas, me certificaron había traído veinte años cilicio de hoja de lata continuo. Es autor de unos libros pequeños de oración que ahora se tratan mucho, de romance, porque como quien bien la había ejercitado, escribió harto provechosamente para los que la tienen. Guardó la primera Regla del bienaventurado San Francisco con todo rigor y lo demás que allá queda algo dicho.

3. Pues como la viuda sierva de Dios, que he dicho, y amiga mía, supo que estaba aquí tan gran varón, y sabía mi necesidad, porque era testigo de mis aflicciones y me consolaba harto, porque era tanta su fe que no podía sino creer que era espíritu de Dios el que todos los más decían era del demonio, y como es persona de harto buen entendimiento y de mucho secreto y a quien el Señor hacía harta merced en la oración, quiso Su Majestad darla luz en lo que los letrados ignoraban. Dábanme licencia mis confesores que descansase con ella algunas cosas, porque por hartas causas cabía en ella. Cabíale parte algunas veces de las mercedes que el Señor me hacía, con avisos harto provechosos para su alma.

Pues como lo supo, para que mejor le pudiese tratar, sin decirme nada recaudó licencia de mi Provincial para que ocho días estuviese en su casa, y en ella y en algunas iglesias le hablé muchas veces esta primera vez que estuvo aquí, que después en diversos tiempos le comuniqué mucho. Como le di cuenta en suma de mi vida y manera de proceder de oración, con la mayor claridad que yo supe, que esto he tenido siempre, tratar con toda claridad y verdad con los que comunico mi alma, hasta los primeros movimientos querría yo les fuesen públicos, y las cosas más dudosas y de sospecha yo les argüía con razones contra mí, así que sin doblez ni encubierta le traté mi alma.

4. Casi a los principio vi que me entendía por experiencia, que era todo lo que yo había menester; porque entonces no me sabía entender como ahora, para saberlo decir, que después me lo ha dado Dios que sepa entender y decir las mercedes que Su Majestad me hace, y era menester que hubiese pasado por ello quien del todo me entendiese y declarase lo que era. El me dio grandísima luz, porque al menos en las visiones que no eran imaginarias no podía yo entender qué podía ser aquello, y parecíame que en las que veía con los ojos del alma tampoco entendía cómo podía ser; que -como he dicho- sólo las que se ven con los ojos corporales era de las que me parecía a mí había de hacer caso, y éstas no tenía.

5. Este santo hombre me dio luz en todo y me lo declaró, y dijo que no tuviese pena, sino que alabase a Dios y estuviese tan cierta que era espíritu suyo, que, si no era la fe, cosa más verdadera no podía haber, ni que tanto pudiese creer. Y él se consolaba mucho conmigo y hacíame todo favor y merced, y siempre después tuvo mucha cuenta conmigo y daba parte de sus cosas y negocios. Y como me veía con los deseos que él ya poseía por obra -que éstos dábamelos el Señor muy determinados- y me veía con tanto ánimo, holgábase de tratar conmigo; que a quien el Señor llega a este estado no hay placer ni consuelo que se iguale a topar con quien le parece le ha dado el Señor principios de esto; que entonces no debía yo tener mucho más, a lo que me parece, y plega al Señor lo tenga ahora.

6. Húbome grandísima lástima. Díjome que uno de los mayores trabajos de la tierra era el que había padecido, que es contradicción de buenos, y que todavía me quedaba harto, porque siempre tenía necesidad y no había en esta ciudad quien me entendiese; mas que él hablaría al que me confesaba y a uno de los que me daban más pena, que era este caballero casado que ya he dicho. Porque, como quien me tenía mayor voluntad, me hacía toda la guerra. Y es alma temerosa y santa, y como me había visto tan poco había tan ruin, no acababa de asegurarse.

Y así lo hizo el santo varón, que los habló a entrambos y les dio causas y razones para que se asegurasen y no me inquietasen más. El confesor poco había menester; el caballero tanto, que aun no del todo bastó, mas fue parte para que no tanto me amedrentase.

7. Quedamos concertados que le escribiese lo que me sucediese más de ahí adelante, y de encomendarnos mucho a Dios; que era tanta su humildad, que tenía en algo las oraciones de esta miserable, que era harta mi confusión. Dejóme con grandísimo consuelo y contento, y con que tuviese la oración con seguridad, y que no dudase de que era Dios; y de lo que tuviese alguna duda y, por más seguridad, de todo diese parte al confesor, y con esto viviese segura.

Mas tampoco podía tener esa seguridad del todo, porque me llevaba el Señor por camino de temer, como creer que era demonio cuando me decían que lo era. Así que temor ni seguridad nadie podía que yo la tuviese de manera que les pudiese dar más crédito del que el Señor ponía en mi alma. Así que, aunque me consoló y sosegó, no le di tanto crédito para quedar del todo sin temor, en especial cuando el Señor me dejaba en los trabajos de alma que ahora diré. Con todo, quedé -como digo- muy consolada.

No me hartaba de dar gracias a Dios y al glorioso padre mío San José, que me pareció le había él traído, porque era Comisario General de la Custodia de San José, a quien yo mucho me encomendaba y a nuestra Señora.

8. Acaecíame algunas veces -y aun ahora me acaece, aunque no tantas- estar con tan grandísimos trabajos de alma junto con tormentos y dolores de cuerpo, de males tan recios, que no me podía valer.

Otras veces tenía males corporales más graves, y como no tenía los del alma, los pasaba con mucha alegría; mas cuando era todo junto, era tan gran trabajo que me apretaba muy mucho. Todas las mercedes que me había hecho el Señor se me olvidaban. Sólo quedaba una memoria como cosa que se ha soñado, para dar pena. Porque se entorpece el entendimiento de suerte, que me hacía andar en mil dudas y sospecha, pareciéndome que yo no lo había sabido entender y que quizá se me antojaba y que bastaba que anduviese yo engañada sin que engañase a los buenos.

Parecíame yo tan mala, que cuantos males y herejías se habían levantado me parecía eran por mis pecados.

9. Esta es una humildad falsa que el demonio inventaba para desasosegarme y probar si puede traer el alma a desesperación.

Tengo ya tanta experiencia que es cosa de demonio, que, como ya ve que le entiendo, no me atormenta en esto tantas veces como solía. Vese claro en la inquietud y desasosiego con que comienza, y el alboroto que da en el alma todo lo que dura, y la oscuridad y aflicción que en ella pone, la sequedad y mala disposición para oración ni para ningún bien. Parece que ahoga el alma y ata el cuerpo para que de nada aproveche. Porque la humildad verdadera, aunque se conoce el alma por ruin, y da pena ver lo que somos, y pensamos grandes encarecimientos de nuestra maldad, tan grandes como los dichos, y se sienten con verdad, no viene con alboroto ni desasosiega el alma ni la oscurece ni da sequedad; antes la regala, y es todo al revés: con quietud, con suavidad, con luz. Pena que, por otra parte conforta de ver cuán gran merced la hace Dios en que tenga aquella pena y cuán bien empleada es.

Duélele lo que ofendió a Dios. Por otra parte, la ensancha su misericordia. Tiene luz para confundirse a sí y alaba a Su Majestad porque tanto la sufrió.

En estotra humildad que pone el demonio, no hay luz para ningún bien, todo parece lo pone Dios a fuego y a sangre. Represéntale la justicia, y aunque tiene fe que hay misericordia, porque no puede tanto el demonio que la haga perder, es de manera que no me consuela, antes cuando mira tanta misericordia, le ayuda a mayor tormento, porque me parece estaba obligada a más.

10. Es una invención del demonio de las más penosas y sutiles y disimuladas que yo he entendido de él, y así querría avisar a vuestra merced para que, si por aquí le tentare, tenga alguna luz y lo conozca, si le dejare el entendimiento para conocerlo. Que no piense que va en letras y saber, que, aunque a mí todo me falta, después de salida de ello bien entiendo es desatino. Lo que he entendido es que quiere y permite el Señor y le da licencia, como se la dio para que tentase a Job, aunque a mí -como a ruin- no es con aquel rigor.

SANTA TERESA DE JESÚS O DE ÁVILA


Diálogos apostólicos

A CONSCIÊNCIA


Pergunto:

Como formar bem a consciência?

Respondo:

O juízo moral da inteligência torna-se mais certeiro se o homem obtém mais conhecimento pelas duas fontes anteriores.
Para conhecer melhor a natureza humana é bom fomentar o desejo de procurar a verdade e fazer o bem. Pois que, também sobre este último, ao fazer o mal, a inteligência acostuma-se e perde claridade de juízo.
Para aprender ou recordar os ensinamentos de Jesus Cristo, terá de recorrer aos meios de formação cristã: palestras, homilias, cursilhos, livros, etc.

Para a aplicação prática desses conhecimentos, será bom escutar o conselho de pessoas boas e entendidas.

Publicações em 28 Maio

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Publicações em 28 de Maio 2018:



    Pequena agenda do cristão

    SeGUNDa-Feira



    (Coisas muito simples, curtas, objectivas)



    Propósito:
    Sorrir; ser amável; prestar serviço.

    Senhor que eu faça "boa cara" que seja alegre e transmita aos outros, principalmente em minha casa, boa disposição.

    Senhor que eu sirva sem reserva de intenção de ser recompensado; servir com naturalidade; prestar pequenos ou grandes serviços a todos mesmo àqueles que nada me são. Servir fazendo o que devo sem olhar à minha pretensa “dignidade” ou “importância” “feridas” em serviço discreto ou desprovido de relevo, dando graças pela oportunidade de ser útil.

    Lembrar-me:
    Papa, Bispos, Sacerdotes.

    Que o Senhor assista e vivifique o Papa, santificando-o na terra e não consinta que seja vencido pelos seus inimigos.

    Que os Bispos se mantenham firmes na Fé, apascentando a Igreja na fortaleza do Senhor.

    Que os Sacerdotes sejam fiéis à sua vocação e guias seguros do Povo de Deus.

    Pequeno exame:

    Cumpri o propósito que me propus ontem?