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Com Maria, que fácil!


Antes, só, não podias... – Agora, recorreste à Senhora, e, com Ela, que fácil! (Caminho, 513)


Os filhos, especialmente quando são ainda pequenos, costumam pensar no que hão-de fazer por eles os seus pais, esquecendo-se das suas obrigações de piedade filial. Nós, os filhos, somos geralmente muito interesseiros, embora esta nossa conduta – já o fizemos notar – não pareça incomodar muito as mães, porque têm suficiente amor nos seus corações e querem com o melhor carinho: aquele que se dá sem esperar correspondência.

Assim acontece também com Santa Maria. (...) Hão-de doer-nos, se as encontrarmos, as nossas faltas de delicadeza com esta boa Mãe. Pergunto-vos e pergunto-me a mim mesmo: como a honramos?

Voltemos mais uma vez à experiência de cada dia, ao modo de tratar com as nossas mães na terra. Acima de tudo, que desejam dos seus filhos, que são carne da sua carne e sangue do seu sangue? O seu maior desejo é tê-los perto. Quando os filhos crescem e não é possível continuarem a seu lado, aguardam com impaciência as suas notícias, emocionam-se com tudo o que lhes acontece, desde uma ligeira doença até aos acontecimentos mais importantes.

Olhai: para a nossa Mãe, Santa Maria, jamais deixamos de ser pequenos, porque Ela nos abre o caminho até ao Reino dos Céus, que será dado aos que se tornam meninos. De Nossa Senhora nunca nos devemos afastar. Como a honraremos? Tendo intimidade com Ela, falando com Ela, manifestando-lhe o nosso carinho, ponderando no nosso coração os episódios da sua vida na terra, contando-lhes as nossas lutas, os nossos êxitos e os nossos fracassos. (Amigos de Deus, nn. 289–290)


Temas para reflectir e meditar

Sinceridade

Se a humildade é a verdade seremos humildes se formos verdadeiros. 

E o caminho seguro - e talvez o mais curto e rápido para isso - é a sinceridade.


(Federico SuarezA Virgem Nossa Senhora, Éfeso, 4ª Ed. nr. 133)

Evangelho e comentário

Tempo de Páscoa


Evangelho: Jo 17, 1-11

1 Assim falou Jesus. Depois, levantando os olhos ao céu, exclamou: «Pai, chegou a hora! Manifesta a glória do teu Filho, de modo que o Filho manifeste a tua glória, 2 segundo o poder que lhe deste sobre toda a Humanidade, a fim de que dê a vida eterna a todos os que lhe entregaste. 3 Esta é a vida eterna: que te conheçam a ti, único Deus verdadeiro, e a Jesus Cristo, a quem Tu enviaste. 4 Eu manifestei a tua glória na Terra, levando a cabo a obra que me deste a realizar. 5 E agora Tu, ó Pai, manifesta a minha glória junto de ti, aquela glória que Eu tinha junto de ti, antes de o mundo existir. 6 Dei-te a conhecer aos homens que, do meio do mundo, me deste. Eles eram teus e Tu mos entregaste e têm guardado a tua palavra. 7 Agora ficaram a saber que tudo quanto me deste vem de ti, 8 pois as palavras que me transmitiste Eu lhas tenho transmitido. Eles receberam-nas e reconheceram verdadeiramente que Eu vim de ti, e creram que Tu me enviaste. 9 É por eles que Eu rogo. Não rogo pelo mundo, mas por aqueles que me confiaste, porque são teus. 10 Tudo o que é meu é teu e o que é teu é meu; e neles se manifesta a minha glória.11 Doravante já não estou no mundo, mas eles estão no mundo, e Eu vou para ti. Pai santo, Tu que a mim te deste, guarda-os em ti, para serem um só, como Nós somos!


Comentário:


O Senhor revela um pouco sobre os planos de Deus a respeito da humanidade e, sobretudo, o fim para que criou o homem.

Avida eterna está aqui bem explicada:

«Esta é a vida eterna: que Te conheçam a Ti, único Deus verdadeiro, e a Jesus Cristo, a quem Tu enviaste.

Para aqui chegar, temos de seguir Cristo pelo caminho que Ele nos preparou e descobriu e que, em síntese, consiste em fazer em tudo - absolutamente - a Vontade de Deus.

(AMA, comentário sobre Jo 17, 1-11, 30.05.2017)

Leitura espiritual

LIBRO DE LA VIDA


Segundo a edição de 1562



PRÓLOGO


CAPÍTULO 22


4. Había sido yo tan devota toda mi vida de Cristo. Porque esto era ya a la postre (digo a la postre de antes que el Señor me hiciese estas mercedes de arrobamientos y visiones), y en tanto extremo duró muy poco estar en esta opinión. Y así siempre tornaba a mi costumbre de holgarme con este Señor, en especial cuando comulgaba. Quisiera yo siempre traer delante de los ojos su retrato e imagen, ya que no podía traerle tan esculpido en mi alma como yo quisiera. ¿Es posible, Señor mío, que cupo en mi pensamiento ni una hora que Vos me habíais de impedir para mayor bien? ¿De dónde me vinieron a mí todos los bienes sino de Vos?

No quiero pensar que en esto tuve culpa, porque me lastimo mucho, que cierto era ignorancia; y así quisisteis Vos, por vuestra bondad, remediarla con darme quien me sacase de este yerro, y después con que os viese yo tantas veces, como adelante diré, para que más claro entendiese cuán grande era, y que lo dijese a muchas personas que lo he dicho, y para que lo pusiese ahora aquí.

5. Tengo para mí que la causa de no aprovechar más muchas almas y llegar a muy gran libertad de espíritu, cuando llegan a tener oración de unión, es por esto.

Paréceme que hay dos razones en que puedo fundar mi razón, y quizá no digo nada, mas lo que dijere helo visto por experiencia, que se hallaba muy mal mi alma hasta que el Señor la dio luz; porque todos sus gozos eran a sorbos, y salida de allí, no se hallaba con la compañía que después para los trabajos y tentaciones.

La una es, que va un poco de poca humildad tan solapada y escondida, que no se siente. Y ¿quién será el soberbio y miserable, como yo, que cuando hubiere trabajado toda su vida con cuantas penitencias y oraciones y persecuciones se pudieren imaginar, no se halle por muy rico y muy bien pagado, cuando le consienta el Señor estar al pie de la Cruz con San Juan? No sé en qué seso cabe no se contentar con esto, sino en el mío que de todas maneras fue perdido en lo que había de ganar.

6. Pues si todas veces la condición o enfermedad, por ser penoso pensar en la Pasión, no se sufre, ¿quién nos quita estar con El después de resucitado, pues tan cerca le tenemos en el Sacramento, adonde ya está glorificado, y no le miraremos tan fatigado y hecho pedazos, corriendo sangre, cansado por los caminos, perseguido de los que hacía tanto bien, no creído de los Apóstoles? Porque, cierto, no todas veces hay quien sufra pensar en tantos trabajos como pasó. Hele aquí sin pena, lleno de gloria, esforzando a los unos, animando a los otros, antes que subiese a los cielos, compañero nuestro en el Santísimo Sacramento, que no parece fue en su mano apartarse un momento de nosotros. ¡Y que haya sido en la mía apartarme yo de Vos, Señor mío, por más serviros! Que ya cuando os ofendía, no os conocía; ¡mas que, conociéndoos, pensase ganar más por este camino! ¡Oh, qué mal camino llevaba, Señor! Ya me parece iba sin camino, si Vos no me tornarais a él, que en veros cabe mí, he visto todos los bienes. No me ha venido trabajo que, mirándoos a Vos cuál estuvisteis delante de los jueces, no se me haga bueno de sufrir. Con tan buen amigo presente, con tan buen capitán que se puso en lo primero en el padecer, todo se puede sufrir: es ayuda y da esfuerzo; nunca falta; es amigo verdadero. Y veo yo claro, y he visto después, que para contentar a Dios y que nos haga grandes mercedes, quiere sea por manos de esta Humanidad sacratísima, en quien dijo Su Majestad se deleita. Muy muy muchas veces lo he visto por experiencia.

Hámelo dicho el Señor. He visto claro que por esta puerta hemos de entrar, si queremos nos muestre la soberana Majestad grandes secretos.

7. Así que vuestra merced, señor, no quiera otro camino, aunque esté en la cumbre de contemplación; por aquí va seguro. Este Señor nuestro es por quien nos vienen todos los bienes. El le enseñará. Mirando su vida, es el mejor dechado. ¿Qué más queremos de un tan buen amigo al lado, que no nos dejará en los trabajos y tribulaciones, como hacen los del mundo?

Bienaventurado quien de verdad le amare y siempre le trajere cabe sí. Miremos al glorioso San Pablo, que no parece se le caía de la boca siempre Jesús, como quien le tenía bien en el corazón. Yo he mirado con cuidado, después que esto he entendido, de algunos santos, grandes contemplativos, y no iban por otro camino. San Francisco da muestra de ello en las llagas; San Antonio de Padua, el Niño; San Bernardo se deleitaba en la Humanidad; Santa Catalina de Sena... otros muchos que vuestra merced sabrá mejor que yo.

8. Esto de apartarse de lo corpóreo, bueno debe ser, cierto, pues gente tan espiritual lo dice; mas, a mi parecer, ha de ser estando el
alma muy aprovechada, porque hasta esto, está claro, se ha de buscar al Criador por las criaturas. Todo es como la merced el Señor hace a cada alma; en eso no me entremeto. Lo que querría dar a entender es que no ha de entrar en esta cuenta la sacratísima Humanidad de Cristo. Y entiéndase bien este punto, que querría saberme declarar.

9. Cuando Dios quiere suspender todas las potencias, como en los modos de oración que quedan dichos hemos visto, claro está que, aunque no queramos, se quita esta presencia. Entonces vaya enhorabuena; dichosa tal pérdida que es para gozar más de lo que nos parece se pierde; porque entonces se emplea el alma toda en amar a quien el entendimiento ha trabajado conocer, y ama lo que no comprendió, y goza de lo que no pudiera tan bien gozar si no fuera perdiéndose a sí, para, como digo, más ganarse.

Mas que nosotros de maña y con cuidado nos acostumbremos a no procurar con todas nuestras fuerzas traer delante siempre – y pluguiese al Señor fuese siempre - esta sacratísima Humanidad, esto digo que no me parece bien y que es andar el alma en el aire, como dicen; porque parece no trae arrimo, por mucho que le parece anda llena de Dios. Es gran cosa, mientras vivimos y somos humanos, traerle humano, que éste es el otro inconveniente que digo hay. El primero, ya comencé a decir es un poco de falta de humildad de quererse levantar el alma hasta que el Señor la levante, y no contentarse con meditar cosa tan preciosa, y querer ser María antes que haya trabajado con Marta. Cuando el Señor quiere que lo sea, aunque sea desde el primer día, no hay que temer; mas comidámonos nosotros, como ya creo otra vez he dicho.

Esta motita de poca humildad, aunque no parece es nada, para querer aprovechar en la contemplación hace mucho daño.

10. Tornando al segundo punto, nosotros no somos ángeles, sino tenemos cuerpo. Querernos hacer ángeles estando en la tierra – y tan en la tierra como yo estaba - es desatino, sino que ha menester tener arrimo el pensamiento para lo ordinario. Ya que algunas veces el alma salga de sí o ande muchas tan llena de Dios que no haya menester cosa criada para recogerla, esto no es tan ordinario, que en negocios y persecuciones y trabajos, cuando no se puede tener tanta quietud, y en tiempo de sequedades, es muy buen amigo Cristo, porque le miramos Hombre y vémosle con flaquezas y trabajos, y es compañía y, habiendo costumbre, es muy fácil hallarle cabe sí, aunque veces vendrán que lo uno ni lo otro se pueda.

Para esto es bien lo que ya he dicho: no nos mostrar a procurar consolaciones de espíritu; venga lo que viniere, abrazado con la cruz, es gran cosa. Desierto quedó este Señor de toda consolación; solo le dejaron en los trabajos; no le dejemos nosotros, que, para más sufrir, El nos dará mejor la mano que nuestra diligencia, y se ausentará cuando viere que conviene y que quiere el Señor sacar el alma de sí, como he dicho.

11. Mucho contenta a Dios ver un alma que con humildad pone por tercero a su Hijo y le ama tanto, que aun queriendo Su Majestad subirle a muy gran contemplación -como tengo dicho-, se conoce por indigno, diciendo con San Pedro: Apartaos de mí, que soy hombre pecador.

Esto he probado. De este arte ha llevado Dios mi alma. Otros irán - como he dicho- por otro atajo. Lo que yo he entendido es que todo este cimiento de la oración va fundado en humildad y que mientrasmás se abaja un alma en la oración, más la sube Dios. No me acuerdo haberme hecho merced muy señalada, de las que adelante diré, que no sea estando deshecha de verme tan ruin. Y aun procuraba Su Majestad darme a entender cosas para ayudarme a conocerme, que yo no las supiera imaginar.

Tengo para mí que cuando el alma hace de su parte algo para ayudarse en esta oración de unión, que aunque luego luego parece la aprovecha, que como cosa no fundada se tornará muy presto a caer; y he miedo que nunca llegará a la verdadera pobreza de espíritu, que es no buscar consuelo ni gusto en la oración -que los de la tierra ya están dejados-, sino consolación en los trabajos por amor de El que siempre vivió en ellos, y estar en ellos y en las sequedades quieta. Aunque algo se sienta, no para dar inquietud y la pena que a algunas personas, que, si no están siempre trabajando con el entendimiento y con tener devoción, piensan que va todo perdido, como si por su trabajo se mereciese tanto bien.

No digo que no se procure y estén con cuidado delante de Dios; mas que si no pudieren tener aun un buen pensamiento, como otra vez he dicho, que no se maten; siervos sin provecho somos, ¿qué pensamos poder?

SANTA TERESA DE JESÚS O DE ÁVILA


Doutrina – 425

CATECISMO DA IGREJA CATÓLICA
Compêndio


PRIMEIRA PARTE: A PROFISSÃO DA FÉ
SEGUNDA SECÇÃO: A PROFISSÃO DA FÉ CRISTÃ
CAPÍTULO TERCEIRO


«CREIO NA RESSURREIÇÃO DA CARNE»

203. O que significa a «ressurreição da carne»?



Significa que o estado definitivo do homem não será só a alma espiritual separada do corpo, mas também que os nossos corpos mortais um dia retomarão a vida.

Pequena agenda do cristão


TeRÇa-Feira


(Coisas muito simples, curtas, objectivas)




Propósito:

Aplicação no trabalho.

Senhor, ajuda-me a fazer o que devo, quando devo, empenhando-me em fazê-lo bem feito para to poder oferecer.

Lembrar-me:
Os que estão sem trabalho.

Senhor, lembra-te de tantos e tantas que procuram trabalho e não o encontram, provê às suas necessidades, dá-lhes esperança e confiança.

Pequeno exame:

Cumpri o propósito que me propus ontem?