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22/04/2018

Quer que sejamos muito humanos e muito divinos

Há muitos anos já que vi com clareza meridiana um critério que será sempre válido: o ambiente da sociedade, com o seu afastamento da fé e da moral cristãs, necessita de uma nova forma de viver e de propagar a verdade eterna do Evangelho. No próprio cerne da sociedade, do mundo, os filhos de Deus hão-de brilhar pelas suas virtudes como lanternas na escuridão, "quasi lucernae lucentes in caliginoso loco". (Sulco, 318)


Se aceitarmos a nossa responsabilidade de filhos de Deus, saberemos que Ele quer que sejamos muito humanos. A cabeça pode tocar o céu, mas os pés assentam na terra, com segurança. O preço de se viver cristãmente não é nem deixar de ser homem nem abdicar do esforço por adquirir essas virtudes que alguns têm, mesmo sem conhecerem Cristo. O preço de todo o cristão é o Sangue redentor de Nosso Senhor, que nos quer – insisto – muito humanos e muito divinos, com o empenho diário de O imitar, pois é perfectus Deus, perfectus homo.

Talvez não seja capaz de dizer qual é a principal virtude humana. Depende muito do ponto de vista de que se parta. Além disso, a questão torna-se ociosa, porque não se trata de praticar uma ou várias virtudes. É preciso lutar por adquiri-las e praticá-las todas. Cada uma de per si entrelaça-se com as outras e, assim, o esforço por sermos sinceros, por exemplo, torna-nos justos, alegres, prudentes, serenos.

Precisamos, ao mesmo tempo, de considerar que a decisão e a responsabilidade residem na liberdade pessoal de cada um e, por isso, as virtudes são também radicalmente pessoais, da pessoa. No entanto, nessa batalha de amor ninguém luta sozinho – ninguém é um verso solto, costumo repetir –: de certo modo, ou nos ajudamos ou nos prejudicamos. Todos somos elos de uma mesma cadeia. Pede agora comigo a Deus Nosso Senhor, que essa cadeia, nos prenda ao seu Coração, até chegar o dia de O contemplar face a face, no Céu, para sempre. (Amigos de Deus, 75–76)


Temas para reflectir e meditar

Juventude

Cristo necessita de vós e chama-vos para ajudar milhões de irmãos vossos a ser plenamente homens e a salvar-se. 

Vivei com esses nobres ideais na vossa alma (…). 

Abri o vosso coração a Cristo, à Sua lei de amor; sem condicionar a vossa disponibilidade, sem medo a respostas definitivas, porque o amor e a amizade não têm ocaso.

(São João Paulo IIDisc. em Javier, 1972.11.06)

Evangelho e comentário

Tempo de Páscoa

Evangelho: Jo 10, 11-18

11 Eu sou o bom pastor. O bom pastor dá a sua vida pelas ovelhas. 12 O mercenário, e o que não é pastor, a quem não pertencem as ovelhas, vê vir o lobo e abandona as ovelhas e foge e o lobo arrebata-as e espanta-as, 13 porque é mercenário e não lhe importam as ovelhas. 14 Eu sou o bom pastor; conheço as minhas ovelhas e as minhas ovelhas conhecem-me, 15 assim como o Pai me conhece e Eu conheço o Pai; e ofereço a minha vida pelas ovelhas. 16 Tenho ainda outras ovelhas que não são deste redil. Também estas Eu preciso de as trazer e hão-de ouvir a minha voz; e haverá um só rebanho e um só pastor. 17 É por isto que meu Pai me tem amor: por Eu oferecer a minha vida, para a retomar depois. 18 Ninguém ma tira, mas sou Eu que a ofereço livremente. Tenho poder de a oferecer e poder de a retomar. Tal é o encargo que recebi de meu Pai.»

Comentário:

Este trecho do Evangelho vem lembrar-nos a necessidade de rezar por todos aqueles (e, infelizmente, são muitos) que na busca de consolo e solução para as suas aflições, seguem com ilusão falsos pastores que enganam e mistificam a Única Verdade, que és Tu, Senhor.

Pobre gente, iludida e cega, onde acabará?

Sabemos de Fonte Segura que é o próprio Jesus Cristo, que haverá um «só rebanho e um só pastor», mas, entretanto…


(AMA, comentário sobre Jo 10, 11-18, 19.01.2018)

Leitura espiritual

LIBRO DE LA VIDA

Segundo edição de 1562


PRÓLOGO



CAPÍTULO 7

4. Digo que me hace gran lástima; que ha menester el Señor hacer articulares llamamientos -y no una vez sino muchas- para que se salven, según están autorizadas las honras y recreaciones del mundo, y tan mal entendido a lo que están obligadas, que plega a Dios no tengan por virtud lo que es pecado, como muchas veces yo lo hacía. Y hay tan gran dificultad en hacerlo entender, que es menester el Señor ponga muy de veras en ello su mano.

Si los padres tomasen mi consejo, ya que no quieran mirar a poner sus hijas adonde vayan camino de salvación sino con más peligro que en el mundo, que lo miren por lo que toca a su honra; y quieran más casarlas muy bajamente, que meterlas en monasterios semejantes, si no son muy bien inclinadas -y plega a Dios aproveche-, o se las tenga en su casa. Porque, si quiere ser ruin, no se podrá encubrir sino poco tiempo, y acá muy mucho, y en fin lo descubre el Señor; y no sólo daña a sí, sino a todas; y a las veces las pobrecitas no tienen culpa, porque se van por lo que hallan; y es lástima de muchas que se quieren apartar del mundo y, pensando que se van a servir al Señor y a apartar de los peligros del mundo, se hallan en diez mundos juntos, que ni saben cómo se valer ni remediar; que la mocedad y sensualidad y demonio las convida e inclina a seguir algunas cosas que son del mismo mundo. Ve allí que lo tienen por bueno, a manera de decir.

Paréceme como los desventurados de los herejes, en parte, que se quieren cegar y hacer entender que es bueno aquello que siguen, y que lo creen así sin creerlo, porque dentro de sí tienen quien les diga que es malo.

5. Oh grandísimo mal, grandísimo mal de religiosos - no digo ahora más mujeres que hombres - adonde no se guarda religión, adonde en un monasterio hay dos caminos: de virtud y religión, y falta de religión, y todos casi se andan por igual; antes mal dije, no por igual, que por nuestros pecados camínase más el más imperfecto; y como hay más de él, es más favorecido. Usase tan poco el de la verdadera religión, que más ha de temer el fraile y la monja que há de comenzar de veras a seguir del todo su llamamiento a los mismos de su casa, que a todos los demonios; y más cautela y disimulación ha de tener para hablar en la amistad que desea tener con Dios, que en otras amistades y voluntades que el demonio ordena en los monasterios. Y no sé de qué nos espantamos haya tantos males en la Iglesia, pues los que habían de ser los dechados para que todos sacasen virtudes tienen tan borrada la labor que el espíritu de los santos pasados dejaron en las religiones.

Plega a la divina Majestad ponga remedio en ello, como ve que es menester, amén.

6. Pues comenzando yo a tratar estas conversaciones, no me pareciendo - como veía que se usaban- que había de venir a mi alma el daño y distraimiento que después entendí era semejantes tratos, pareciéndome que cosa tan general como es este visitar en muchos monasterios que no me haría a mí más mal que a las otras que yo veía eran buenas - y no miraba que eran muy mejores, y que lo que en mí fue peligro en otras no lo sería tanto, que alguno dudo yo le deja de haber, aunque no sea sino tiempo malgastado -, estando con una persona, bien al principio del conocerla, quiso el Señor darme a entender que no me convenían aquellas amistades, y avisarme y darme luz en tan gran ceguedad: representóseme Cristo delante con mucho rigor, dándome a entender lo que de aquello le pesaba. Vile con los ojos del alma más claramente que le pudiera ver con los del cuerpo, y quedóme tan imprimido, que há esto más de veinte y seis años y me parece lo tengo presente. Yo quedé muy espantada y turbada, y no quería ver más a con quien estaba.

7. Hízome mucho daño no saber yo que era posible ver nada si no era con los ojos del cuerpo, y el demonio que me ayudó a que lo creyese así y hacerme entender era imposible y que se me había antojado y que podía ser el demonio y otras cosas de esta suerte, puesto que siempre me quedaba un parecerme era Dios y que no era antojo. Mas, como no era a mi gusto, yo me hacía a mí misma desmentir; y yo como no lo osé tratar con nadie y tornó después a haber gran importunación asegurándome que no era mal ver persona semejante ni perdía honra, antes que la ganaba, torné a la misma conversación y aun en otros tiempos a otras, porque fue muchos años los que tomaba esta recreación pestilencial; que no me parecía a mí - como estaba en ello - tan malo como era, aunque a veces claro veía no era bueno; mas ninguna no me hizo el distraimiento que ésta que digo, porque la tuve mucha afición.

8. Estando otra vez con la misma persona, vimos venir hacia nosotros - y otras personas que estaban allí también lo vieron - una cosa a manera de sapo grande, con mucha más ligereza que ellos suelen andar. De la parte que él vino no puedo yo entender pudiese haber semejante sabandija en mitad del día ni nunca la habido, y la operación que hizo en mí me parece no era sin misterio. Y tampoco esto se me olvidó jamás. ¡Oh grandeza de Dios, y con cuánto cuidado y piedad me estábais avisando de todas maneras, y qué poco me aprovechó a mí!

9. Tenía allí una monja que era mi parienta, antigua y gran sierva de Dios y de mucha religión. Esta también me avisaba algunas veces, y no sólo no la creía, mas disgustábame con ella y parecíame se escandalizaba sin tener por qué.

He dicho esto para que se entienda mi maldad y la gran bondad de Dios y cuán merecido tenía el infierno por tan grande ingratitud; y también porque si el Señor ordenare y fuere servido en algún tiempo lea esto alguna monja, escarmienten en mí; y les pido yo por amor de nuestro Señor huyan de semejantes recreaciones. Plega a Su Majestad se desengañe alguna por mí de cuantas he engañadodiciéndoles que no era mal y asegurando tan gran peligro con la ceguedad que yo tenía, que de propósito no las quería yo engañar; y por el mal ejemplo que las di -como he dicho- fui causa de hartos males, no pensando hacía tanto mal.

10. Estando yo mala en aquellos primeros días, antes que supiese valerme a mí, me daba grandísimo deseo de aprovechar a los otros; tentación muy ordinaria de los que comienzan, aunque a mí me sucedió bien.

Como quería tanto a mi padre, deseábale con el bien que yo me parecía tenía con tener oración -que me parecía que en esta vida no podía ser mayor que tener oración-, y así por rodeos, como pude, comencé a procurar con él la tuviese. Dile libros para este propósito. Como era tan virtuoso como he dicho, asentóse tan bien en él este ejercicio, que en cinco o seis años -me parece seríaestaba tan adelante, que yo alababa mucho al Señor, y dábame grandísimo consuelo. Eran grandísimos los trabajos que tuvo de muchas maneras. Todos los pasaba con grandísima conformidad.

Iba muchas veces a verme, que se consolaba en tratar cosas de Dios.

11. Ya después que yo andaba tan destraída y sin tener oración, como veía pensaba que era la que solía, no lo pude sufrir sin desengañarle; porque estuve un año y más sin tener oración, pareciéndome más humildad. Y ésta, como después diré, fue la mayor tentación que tuve, que por ella me iba a acabar de perder; que con la oración un día ofendía a Dios, y tornaba otros a recogerme y apartarme más de la ocasión.

Como el bendito hombre venía con esto, hacíaseme recio verle tan engañado en que pensase trataba con Dios como solía, y díjele que ya yo no tenía oración, aunque no la causa. Púsele mis enfermedades por inconveniente; que, aunque sané de aquella tangrave, siempre hasta ahora las he tenido y tengo bien grandes,aunque de poco acá no con tanta reciedumbre, mas no se quitan, de muchas maneras. En especial tuve veinte años vómito por las mañanas, que hasta más de mediodía me acaecía no poder desayunarme; algunas veces, más tarde. Después acá que frecuento más a menudo las comuniones, es a la noche, antes que me acueste, con mucha más pena, que tengo yo de procurarle com plumas y otras cosas, porque si lo dejo, es mucho el mal que siento.

Y casi nunca estoy, a mi parecer, sin muchos dolores, y algunas veces bien graves, en especial en el corazón, aunque el mal que me tomaba muy continuo es muy de tarde en tarde. Perlesía recia y otras enfermedades de calenturas que solía tener muchas veces, me hallo buena ocho años ha. De estos males se me da ya tan poco, que muchas veces me huelgo, pareciéndome en algo se sirve el Señor.

SANTA TERESA DE JESÚS O DE ÁVILA


Tratado da vida de Cristo 199

Os sacramentos em geral 

Questão 62: Do efeito principal dos Sacramentos, que é a graça.

Art. 4 — Se nos sacramentos há alguma virtude causadora da graça.

O quarto discute-se assim. – Parece que nos sacramentos não há nenhuma virtude causadora da graça.

1. Pois, a virtude causadora da graça é a virtude espiritual. Ora, no corpo não pode haver nenhuma virtude espiritual. Nem de modo que lhe seja própria, porque a virtude emana da essência do ser e, por consequência, não pode transcendê-la; nem por a receber de outro ser, porque o recebido de fora nele existiria como em recipiente. Logo, nos sacramentos não pode haver nenhuma virtude causadora da graça.

2. Demais. — Tudo o existente se reduz a algum género de ser e a algum grau do bem. Ora, não é possível dizer a que género de ser pertenceria a referida virtude, como o verá quem passar em revista os casos particulares. Assim, não pode reduzir-se a nenhum grau de bondade; pois, nem se classifica entre os bens mínimos porque os sacramentos são de necessidade para a salvação; nem ainda entre os bens máximos, pois, nem é graça nem virtude do intelecto. Logo, parece que nos sacramentos não há nenhuma virtude causadora da graça.

3. Demais. — Se a referida graça existe nos sacramentos, neles não é causada senão pela criação de Deus. Ora, parece inconveniente que tão nobre criatura desapareça, logo que o sacramento foi consumado. Logo, parece que nenhuma virtude há nos sacramentos para causar a graça.                        

4. Demais. — Um mesmo elemento não pode existir em coisas diversas. Ora, para os sacramentos concorrem diversos elementos, a saber, palavras e coisas; mas um sacramento não pode ter senão uma virtude. Logo, parece que nos sacramentos não há nenhuma virtude.

Mas, em contrário, Agostinho diz: Que tão grande virtude tem a água para tocar o corpo e lavar o coração? E Beda: O Senhor, pelo contacto da sua puríssima carne, conferiu à água a virtude regenerativa.

Os que afirmam que os sacramentos não causam a graça senão por uma certa concomitância, admitem que não há no sacramento nenhuma virtude que lhe cause o efeito; há, porém, uma virtude divina, coexistente ao sacramento, que produz o efeito sacramental. Mas, admitindo que o sacramento é a causa instrumental da graça, necessário é simultaneamente admitir-se que há no sacramento uma virtude instrumental que produz o efeito sacramental. E essa virtude se proporciona ao instrumento. Donde, está para a virtude absoluta e perfeita de um ser como está o instrumento para o agente principal. Pois, o instrumento, como se disse, não obra senão quando movido pelo agente principal, que age por si mesmo. Por isso a virtude do agente principal tem um ser de natureza permanente e completo; ao passo que a virtude instrumental tem um ser transitivo de um para outro e incompleto; assim como o movimento é um acto imperfeito que passa do agente para o paciente.

DONDE A RESPOSTA À PRIMEIRA OBJECÇÃO. — Uma virtude espiritual não pode existir num ser corpóreo a modo de virtude permanente e com­pleta, como o prova a razão. Nada impede, porém, haver num corpo uma virtude espiritual instrumental; isto é, enquanto esse corpo pode ser movido por uma substância espiritual a produzir um efeito espiritual. Assim como na palavra sensível há uma certa virtude espiritual ca­paz de despertar o nosso intelecto, por proceder ela da concepção da mente. E, deste modo, a virtude espiritual existe nos sacramentos enquanto ordenados por Deus a um efeito espiritual.

RESPOSTA À SEGUNDA. — Assim como o movimento, por ser um acto imperfeito, não entra propriamente em nenhum género, mas se reduz ao género de acto perfeito, como a alteração à qualidade, assim, a virtude instrumental não está propriamente falando, em nenhum género, mas se reduz ao gênero e à espécie da virtude perfeita.

RESPOSTA À TERCEIRA. — Assim como a virtude instrumental o instrumento a adquire por isso mesmo que é movido pelo agente principal, assim também um sacramento adquire a virtude espiritual pela bênção de Cristo e pela aplicação do ministro ao uso desse sacramento. Por isso diz Agostinho: Nada há para admirar, quando dizemos que a água, substância material, chega a purificar a alma. Chega-o de facto e penetra todos os latíbulos da consciência. Embora seja de natureza subtil e leve, torna-se ainda mais subtil pela graça de Cristo e penetra com a subtileza do seu orvalho as fontes da vida e os recônditos da alma.

RESPOSTA À QUARTA. — Assim como a mesma virtude do agente principal existe instrumentalmente em todos os instrumentos ordenados a produzir um efeito enquanto formam numa certa ordem uma unidade; assim também a mesma virtude sacramental existe nas palavras e nas coisas, enquanto que cada sacramento se perfaz por meio de certas palavras e coisas.

Nota: Revisão da versão portuguesa por ama.



Pequena agenda do cristão

DOMINGO



(Coisas muito simples, curtas, objectivas)



Propósito:
Viver a família.

Senhor, que a minha família seja um espelho da Tua Família em Nazareth, que cada um, absolutamente, contribua para a união de todos pondo de lado diferenças, azedumes, queixas que afastam e escurecem o ambiente. Que os lares de cada um sejam luminosos e alegres.

Lembrar-me:
Cultivar a Fé

São Tomé, prostrado a Teus pés, disse-te: Meu Senhor e meu Deus!
Não tenho pena nem inveja de não ter estado presente. Tu mesmo disseste: Bem-aventurados os que crêem sem terem visto.
E eu creio, Senhor.
Creio firmemente que Tu és o Cristo Redentor que me salvou para a vida eterna, o meu Deus e Senhor a quem quero amar com todas as minhas forças e, a quem ofereço a minha vida. Sou bem pouca coisa, não sei sequer para que me queres mas, se me crias-te é porque tens planos para mim. Quero cumpri-los com todo o meu coração.

Pequeno exame:

Cumpri o propósito que me propus ontem?