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12/04/2018

Que tal andas de presença de Deus?

Falta-te vida interior, porque não levas à oração as preocupações dos teus e o proselitismo; porque não te esforças por ver claro, por fazer propósitos concretos e por cumpri-los; porque não tens visão sobrenatural no estudo, no trabalho, nas tuas conversas, na tua relação com os outros... – Que tal andas de presença de Deus, consequência e manifestação da tua oração? (Sulco, 447)


Tenho muita pena sempre que sei que um católico – um filho de Deus que, pelo Baptismo, é chamado a ser outro Cristo – tranquiliza a consciência com uma simples piedade formalista, com uma religiosidade que o leva a rezar de vez em quando (só se acha que lhe convém!); a assistir à Santa Missa nos dias de preceito – e nem sequer em todos –, ao passo que se preocupa pontualmente por acalmar o estômago, com refeições a horas fixas; a ceder na fé, a trocá-la por um prato de lentilhas, desde que não renuncie à sua posição... E depois, com descaramento ou com espalhafato, utiliza a etiqueta de cristão para subir. Não! Não nos conformemos com as etiquetas: quero que sejam cristãos de corpo inteiro, íntegros; e, para o conseguirem, têm que procurar decididamente o alimento espiritual adequado.

Vocês sabem por experiência pessoal – e têm-me ouvido repetir com frequência, para evitar desânimos – que a vida interior consiste em começar e recomeçar todos os dias; e notam no vosso coração, como eu noto no meu, que precisamos de lutar continuamente. Terão observado no vosso exame – a mim acontece-me o mesmo: desculpem que faça referências a mim próprio, mas enquanto falo convosco vou pensando com Nosso Senhor nas necessidades da minha alma – que sofrem repetidamente pequenos reveses, que às vezes parecem descomunais, porque revelam uma evidente falta de amor, de entrega, de espírito de sacrifício, de delicadeza. Fomentem as ânsias de reparação, com uma contrição sincera, mas não percam a paz.

(...) Agora insisto em que se deixem ajudar e guiar por um director de almas, a quem confiem todos os entusiasmos santos, os problemas diários que afectarem a vida interior, as derrotas que sofrerem e as vitórias. (Amigos de Deus, nn. 13–15)


Temas para reflectir e meditar

Filiação divina


Se rejeitamos os valores da Revelação e da Graça, que podemos nós, por exemplo, contra o pecado, e contra os naturais limites da dimensão humana?

Nada ou quase nada.

Pelo contrário, a Revelação e a Graça falam-nos de ressurreição e de vida eterna, falam-nos da justificação pelo Baptismo e pelo perdão sacramental, e falam-nos do mistério inefável da filiação divina, por um nascimento novo, misterioso, mas real, em que se nasce «ex Deo», de Deus.

(A. VELOSO, In BROTÉRIA, Vol. LIV Fasc. 1 pg. 3)



Evangelho e comentário

Tempo de Páscoa

Evangelho: Jo 3, 31-36

31 Aquele que vem do Alto está acima de tudo. Quem é da terra à terra pertence e fala da terra. Aquele que vem do Céu está acima de tudo 32 e dá testemunho daquilo que viu e ouviu, mas ninguém aceita o seu testemunho. 33 Quem aceita o seu testemunho reconhece que Deus é verdadeiro; 34 pois aquele que Deus enviou transmite as palavras de Deus, porque dá o Espírito sem medida. 35 O Pai ama o Filho e tudo põe na sua mão. 36 Quem crê no Filho tem a vida eterna; quem se nega a crer no Filho não verá a vida, mas sobre ele pesa a ira de Deus.

Comentário:

Já comentei que as palavras que o Evangelista usa neste pequeno texto, talvez não correspondam exactamente às que o Senhor terá usado.

De facto, custa-nos ouvir o Senhor da Misericórdia e Príncipe da Paz falar da "ira de Deus", mas também temos de convir que, naqueles tempos o vocabulário era escasso para expressar sentimentos e, também, não "chocariam" os ouvintes por isso mesmo.

Mas, o que verdadeiramente interessa é reter esta verdade que o Senhor expõe com tanta veemência:

«Quem acredita no Filho tem a vida eterna; quem, porém, não acredita no Filho não verá a vida».


(AMA, comentário sobre Jo 3 31-36 2016.04.07)

Leitura espiritual

LA INMORTALIDAD DEL ALMA


LIBRO ÚNICO [1]


IV

El arte y los principios de las matemáticas son inmutables y no pueden existir sino en un alma que vive.



5. Entonces si algo permanece inmutable en el alma, y esto a su vez no puede subsistir sin vida, también es necesario que una vida permanezca sempiterna en el alma.

Esto sucede precisamente de manera que si se da lo primero, necesariamente también debe darse lo segundo; pero lo primero es cierto.

En efecto, dejando de lado otras cosas,
¿quién se atrevería a afirmar que la relación de los números es mudable o que todo arte no está constituido por esta relación?
o ¿que el arte no está en el artífice, aun cuando no lo ejerza?
o ¿que su existencia no puede darse en el alma, o que puede existir en donde no hay vida?
o ¿que lo que es inmutable puede alguna vez no existir?
o ¿que una cosa es el arte y otra la relación?


Aunque, pues, se diga que un solo arte es como un conjunto de relaciones, con todo se puede decir también de un modo certísimo y entender el arte como una única relación.

Pero, ya sea esto, ya sea aquello, no menos se sigue que el arte es inmutable, que no sólo existe en el alma del artífice como es evidente, sino también que no existe en ninguna otra parte a no ser en el alma y esto de una manera inseparable.

Puesto que si el arte se pudiera separar del alma, o bien existiría fuera del alma, o bien no existiría en ninguna parte, o pasaría continuamente de alma en alma.

Pero como, por otra parte, la sede del arte necesariamente debe ser un ser con vida, así también la vida con la razón es exclusivamente propia del alma.

En fin, lo que existe debe existir e n alguna parte, y lo que es inmutable no puede dejar de existir en ningún momento.

Si, por el contrario, el arte pasa de alma en alma, dejando ésta para habitar en aquélla, nadie enseñaría un arte sino perdiéndolo, y también nadie se haría hábil en un arte a no ser o por el olvido del que lo enseria o por su muerte.

Si, pues, estas cosas son absurdísimas y del todo falsas, como efectivamente lo son, el alma humana necesariamente es inmortal.


6. Pero si sucede que el arte unas veces existe en el alma y otras no, como bien lo prueban el olvido y la ignorancia, la contextura de este argumento no aporta ninguna prueba en favor de la inmortalidad del alma, a menos que se niegue lo anterior del siguiente modo: o hay algo en el alma que no está en el pensamiento actual, o en un alma instruida no se encuentra el arte de la música cuando ésta piensa en la geometría únicamente.

Esto último es falso, luego lo primero es verdadero.

Pero el alma no siente que posee algo, sino lo que le, haya venido al pensamiento.

Por consiguiente puede haber en el alma algo que ella misma no sienta que existe en ella.

Mas por cuanto tiempo sea esto no interesa; porque si el alma se hallare ocupada en otras cosas por más tiempo del que puede fácilmente volver su intención sobre sus pensamientos anteriores, se produce lo que se llama el olvido o la ignorancia.

Pero cuando razonamos con nosotros mismos o cuando otra persona nos ha interrogado de una manera conveniente sobre cualquiera de las artes liberales, las cosas que descubrimos no las encontramos en otra parte sino en nuestra propia alma; y no es lo mismo descubrir que hacer o crear; porque de lo contrario el alma con un descubrimiento temporal crearía cosas eternas, puesto que ella a menudo encuentra en sí cosas eternas.

En efecto, ¿qué tan eterno como la razón del círculo, o qué otra cosa propia de artes semejantes se puede concebir que alguna vez ha podido o que podrá no existir?

Queda, pues, claro que el alma humana es inmortal y que subsisten en sus secretos todas las verdaderas razones de las cosas, aunque, sea por ignorancia, sea por olvido parezca o que no las posee o que las ha perdido.


V



El alma no está así sujeta al cambio de modo que deje de existir.



7. Mas veamos ahora hasta dónde se pueda admitir el cambio que experimenta el alma.
Si, en efecto, existiendo el arte en un sujeto, este sujeto es el alma, y si no puede experimentar cambio alguno el sujeto sin que también lo experimente lo que existe en el sujeto, ¿cómo podemos establecer que son inmutables el arte y la razón, si se prueba que está sujeta al cambio el alma en la que existen?
¿Qué cambio, pues, puede haber mayor que el que se suele realizar en los contrarios, y quién niega que el alma, dejando de lado otros casos, es unas veces necia, otras, por el contrario, sabia?
Entonces consideremos primero de cuántos modos se puede admitir este cambio que se predica del alma.
De estos modos de cambiar el alma, según opino, solamente nos son más evidentes y más claros dos en cuanto al género, pero se pueden enumerar muchos en cuanto a la especie.
En efecto, se dice que el alma cambia o según las pasiones del cuerpo, o según las suyas propias. Según las pasiones del cuerpo: el cambio se realiza en el alma por las edades, las enfermedades, los dolores, los malestares, las ofensas, los goces; según las suyas propias: por el desear, el alegrarse, el temer, el enojarse, el estudiar, el aprender.



8. Todos estos cambios si no constituyen un argumento necesario de que el alma muera, los mismos en nada realmente han de ser temidos por sí, considerados separadamente; pero hay que examinar si no se oponen a nuestra doctrina, por la que establecimos que, habiéndose mudado el sujeto, de modo necesario experimenta cambio todo lo que existe en él.

Pero la verdad es que no se oponen.

Aquello se afirma según este cambio del sujeto por el cual éste es forzado cambiar absolutamente de nombre.
Puesto que si la cera pasa de algún modo del color blanco al negro, y si de la forma cuadrada pasa a la redonda, y de blanda se vuelve dura y de caliente llega a ser fría, no por eso es menos cera; ahora bien, estas cosas existen en un sujeto, y este sujeto es la cera.
Pero la cera permanece ni más ni menos cera, aun cuando aquellas cosas experimenten el cambio.
Síguese que puede hacerse un cierto cambio de aquellas cosas que existen en el sujeto y, sin embargo que este mismo sujeto según su esencia y su nombre no se cambie.

Con todo, si de aquellas cosas que existen en el sujeto, se hiciese un cambio tan profundo, de modo que aquel sujeto, que se suponía subyacer ya de ninguna manera se pudiese llamar tal, como por ejemplo cuando por el calor del fuego la cera se dispersa en el aire y experimenta tal cambio que claramente hace entender que ha sido cambiado el sujeto, que era cera y que ahora ya no es cera; de ningún modo se juzgaría con alguna razón que queda algo de aquellas cosas que existían en aquel sujeto porque hasta ahora era su sujeto.



9. Por lo tanto, si el alma es el sujeto, como dijimos más arriba, en el que existe la razón de una manera inseparable y con aquella necesidad también con que se demuestra que existe en un sujeto, si el alma no puede existir sino viva, si en ella la razón no puede existir sin la vida, y si la razón es inmortal, el alma, es inmortal.

Por cierto, la razón no podría permanecer al margen de todo cambio no existiendo de ninguna manera su propio sujeto. Esto sucedería si le sobreviniera al alma un cambio tan profundo que la hiciera dejar de ser alma, esto es, la obligara a morir. Mas ninguno de aquellos cambios, que se realizan ya sea por medio del cuerpo ya sea por medio del alma misma (no obstante ser un problema de no poca importancia, de si algunos de estos cambios son realizados por ella misma, esto es, que ella misma sea la causa de ellos), puede obrar de modo de hacer que el alma deje de ser alma. Luego, ya no han de ser temidos estos cambios, no sólo en sí mismos, sino también para nuestros razonamientos.

Santo Augustin de Hipona





[1] Escrito el año 387 de Cristo. Contiene este libro el conjunto de razones sobre la inmortalidad del alma, así como la solución de las dificultades que se presentan.

Pequena agenda do cristão

DOMINGO



(Coisas muito simples, curtas, objectivas)



Propósito:
Viver a família.

Senhor, que a minha família seja um espelho da Tua Família em Nazareth, que cada um, absolutamente, contribua para a união de todos pondo de lado diferenças, azedumes, queixas que afastam e escurecem o ambiente. Que os lares de cada um sejam luminosos e alegres.

Lembrar-me:
Cultivar a Fé

São Tomé, prostrado a Teus pés, disse-te: Meu Senhor e meu Deus!
Não tenho pena nem inveja de não ter estado presente. Tu mesmo disseste: Bem-aventurados os que crêem sem terem visto.
E eu creio, Senhor.
Creio firmemente que Tu és o Cristo Redentor que me salvou para a vida eterna, o meu Deus e Senhor a quem quero amar com todas as minhas forças e, a quem ofereço a minha vida. Sou bem pouca coisa, não sei sequer para que me queres mas, se me crias-te é porque tens planos para mim. Quero cumpri-los com todo o meu coração.

Pequeno exame:

Cumpri o propósito que me propus ontem?

Pequena agenda do cristão

Quinta-Feira



(Coisas muito simples, curtas, objectivas)



Propósito:
Participar na Santa Missa.


Senhor, vendo-me tal como sou, nada, absolutamente, tenho esta percepção da grandeza que me está reservada dentro de momentos: Receber o Corpo, o Sangue, a Alma e a Divindade do Rei e Senhor do Universo.
O meu coração palpita de alegria, confiança e amor. Alegria por ser convidado, confiança em que saberei esforçar-me por merecer o convite e amor sem limites pela caridade que me fazes. Aqui me tens, tal como sou e não como gostaria e deveria ser.
Não sou digno, não sou digno, não sou digno! Sei porém, que a uma palavra Tua a minha dignidade de filho e irmão me dará o direito a receber-te tal como Tu mesmo quiseste que fosse. Aqui me tens, Senhor. Convidaste-me e eu vim.


Lembrar-me:
Comunhões espirituais.


Senhor, eu quisera receber-vos com aquela pureza, humildade e devoção com que Vos recebeu Vossa Santíssima Mãe, com o espírito e fervor dos Santos.

Pequeno exame:

Cumpri o propósito que me propus ontem?